Coronel de Infantería ®
José Antonio Pereira Ortega
“Legatarios de Morazán y Lempira que en la defensa de la patria, en ellos se inspira”
General Mario Raúl Hung Pacheco
Antes de iniciar el tema, eludiendo pecar de docto, y sin querer hacer polémica, voy a rechazar los cuestionamientos recientes que han hecho compatriotas, relativos a la existencia, continuidad, empleo, efecto presupuestario, etc. de las Fuerzas Armadas, algunos lo hacen peyorativamente y adoleciendo del suficiente conocimiento acerca del tema de la defensa y seguridad nacional, sustentando sus cuestionamientos en comparaciones con países amigos en la región o en el mundo, cosa que está en su derecho pero deben estar bien informados, para evitar caer en saconadas, propias de simpatizantes radicales de organizaciones políticas afines a sistemas antidemocráticos, quienes cada vez que se proyecta una campaña política, equivocadamente enfilan sus baterías contra las Fuerzas Armadas, constituidas por mandato constitucional en nuestro país (Artículo 274 de la Constitución de la Republica).
Lo que muy poca gente conoce, es que las Fuerzas Armadas de Honduras, por disposición constitucional, cumplen de manera expresa o deducida, además de las misiones básicas de defensa y seguridad nacional, empeñándose en más de 60 misiones de no guerra, en apoyo de desarrollo nacional, incluidas las de carácter electoral, teniendo por ello el alto mando de las mismas, multiplicarse y volverse eficientes en la planeación y ejecución exitosa de las tareas asignadas, maximizando el presupuesto y los recursos humanos y materiales asignados, lo cual se facilita por la disciplina y la orgánica lineal que caracteriza el mando vertical en la institución armada.
En ese contexto y con la finalidad de desempeñarse con éxito y responder a las contingencias, se determinó a inicios de los ochentas ampliar sus capacidades operativas de lucha urbana, con el empleo de unidades pequeñas altamente móviles, que suplieran la necesidad de una fuerza que garantizara la seguridad interior, creando en enero de 1980 las Unidades de Fuerzas Especiales para aumentar su efectividad en una ratio de 6 a 1, (cada soldado de fuerzas especiales hace por 6 soldados regulares) en misiones constitucionales asignadas: la lucha contra el terrorismo, el tráfico de armas, crimen organizado (último párrafo artículo 274) que amenazaba con entronizarse en esos años, menoscabando la seguridad personal y colectiva de los hondureños, que para ese entonces sufría los embates de secuestros políticos para obtener dinero, ejecutados por organizaciones de delincuentes terroristas extranjeros de las fuerzas insurgentes vecinas, apoyados por grupos simpatizantes locales.
Con esta visión en enero de 1980 un grupo de 68 clases y soldados, liderados por dos oficiales, los entonces mayor Danilo Carbajal Molina y el teniente Cristóbal Agenor Navas Rodríguez se constituyeron en el Escuadrón de Operaciones Urbanas, compuesto por un grupo de 50 especialistas estructurados en tres equipos, asalto, apoyo e inteligencia y 18 tropas de seguridad interna, estableciéndose en las instalaciones de madera de una constructora de carreteras a la altura del kilómetro 36, en las vecindades de La Venta, Francisco Morazán, carretera a Olancho.
La unidad nace con el apoyo del Ejército de los Estados Unidos de América, bajo el programa de asistencia militar (MAP), suministrando el equipo, municiones y materiales necesarios para el entrenamiento especial, conducido por un Equipo Móvil de Entrenamiento (MTT) del 3/7 Grupo de Fuerzas Especiales del US ARMY y después de rigurosos entrenamientos culminaron la primera fase del adiestramiento especial urbano en junio de 1980, consolidándose así la unidad base, bautizado como Escuadrón Especial de Operaciones Urbanas, que al estar capacitado en rescate de rehenes, condujo el rescate de valiosos hondureños, víctimas del FMLN en Tegucigalpa y San Pedro Sula.
En 1983 fue aumentada con un escuadrón de operaciones aeromóviles para ser utilizadas también en ambientes rurales, puestos a prueba en las agrestes montañas de Patuca y el departamento de Gracias a Dios, cumpliendo exitosas misiones en defensa de la soberanía, desbaratando grupos de delincuentes insurgentes, ingresando por el sector fronterizo de Honduras con Nicaragua, convirtiéndose la unidad en Comando de Operaciones Especiales, y luego se convirtió en el Primer Batallón de Operaciones Especiales, y extendió una vida de victorias que llevaron al mando, a crear la triunfante rama del servicio militar del Ejército de Honduras: Las Fuerzas Especiales, que hoy a 40 años de su fundación han llenado de gloria a las Fuerzas Armadas y ha puesto en alto el nombre de Honduras a nivel internacional, cumpliendo con eficiencia las misiones asignadas, predicando su lema “Lo que sea, cuando sea, donde sea”.
En ese cometido, se desplegaron a cumplir muchas misiones en defensa de la soberanía, y en la seguridad de personas, aclarando que no sería suficiente el espacio en este artículo para enunciarlas, pero sí es suficiente para tributar un merecido homenaje póstumo a los oficiales, clases y soldados caídos en el cumplimiento del deber durante las misiones.
Loor al Primer Batallón de Fuerzas Especiales del Ejército de Honduras, en su 40 aniversario de exitoso desempeño.
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