Liderazgo ciudadano

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27 de agosto de 2020
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12:06 am
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Liderazgo ciudadano

Por: Rafael Jerez Moreno
Twitter: @RafaJerezHn

No creemos en el gobierno, en sus comunicados, en sus voceros, en su información. No creemos en el Congreso, en sus diputados y en las leyes que aprueban. Dudamos de la idoneidad de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, en la forma que son elegidos y en su independencia judicial. Si no creemos en los tres poderes del Estado, ¿todavía creemos en la democracia?

Cinco meses en confinamiento nos situó frente a las pantallas para observar el momento en el que el clientelismo político pasó factura sin que nos entregara sus hospitales móviles, cuando el parentesco o el “amiguismo”, por mucho que trató, no logró equiparar el conocimiento y el liderazgo. “Nadie estaba preparado”, y efectivamente, para ejercer sus cargos, la mayoría no están preparados.

Hemos tomado la democracia por sentado, más que una forma de gobierno, la hemos considerado un mandato teórico y un ideal al que siempre nos referimos, conscientes de alguna manera, que no la alcanzaremos pronto. El sistema de los pesos y contrapesos se constituyó, inicialmente, en uno en el que entre dos aparentaban equilibrar la balanza, hasta que surgió un tercero con el que –aunque no parezca– alcanzaron consensos, transformándose en el sistema de los pesos sin contrapesos que tiene hundida a nuestra patria.

La democracia no es el problema. Las piedras en el camino siguen siendo los mismos liderazgos hereditarios que han encabezado las fuerzas políticas durante –por lo menos– diez años, de un lado y del otro, que se ofrecen cada cuatro años como la solución de los problemas que ellos mismos crearon. El virus, aunque se ponga mascarilla, virus se queda. El hastío que tenemos hacia ese tradicionalismo político se termina reflejando en la maquinaria que han armado como sistema. Pero este modus operandi, definitivamente, no es la democracia.

Las elecciones cada vez se acercan más y no tenemos una nueva legislación electoral aprobada, no hay reformas al financiamiento de las campañas políticas, la segunda vuelta quedó en palabras, la consulta ciudadana sobre la reelección presidencial quedó en el aire y las muertes que se produjeron en medio del conflicto postelectoral siguen en la impunidad y ninguno de los tres “jinetes del apocalipsis” hablan sobre ellas. Tres años y medio fue tiempo de sobra, porque inconvenientes no tuvieron cuando quisieron nombrar a sus representantes, no solo en los órganos electorales, también en el Tribunal Superior de “Cuentos”.

En estos momentos, la representatividad la encontramos en nosotros mismos, los ciudadanos. La unidad se alcanza reconociendo quienes no pueden abonar a ella. Por la forma en que se conduce la política hondureña, hay muchas cosas que no salen a la luz de los medios, pero no debemos ser ingenuos en creer en algunos que dicen ser aliados, cuando en realidad son políticos jugados que han entendido bien cómo disfrazarse de ovejas manteniendo los beneficios que les provee el poder. Para algunos, ser opositores de facto no conlleva necesariamente no ser cogobierno. En los próximos meses, sigámonos buscando la respuesta a la pregunta de ¿dónde está el dinero?, pero cuando nos preguntemos ¿dónde están los liderazgos?, la respuesta no está en los delincuentes de cuello blanco, sino, en los ciudadanos.

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