¿Cómo frenar el estrés económico? (Parte 1/3)

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29 de agosto de 2020
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12:05 am
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¿Cómo frenar el estrés económico? (Parte 1/3)

Por: Valeriano Rosales Redondo (*)
(*) Escritor bestseller, conferencista, mentor y, experto en negocios de empresas familiares.

Dice Jurgen Klaric, que la gente compra para tapar vacíos emocionales y tapar miedos. El 85% de los motivos de compra son inconscientes, de lo que se deduce que apenas el 15% es consciente, es decir se sabe por qué se hace; pero solamente el 5% de las personas a nivel mundial tienen definidas sus metas, especialmente en finanzas. Es por eso que las personas padecen de estrés económico.

El Grupo Multisistemas de Seguridad Industrial, hizo un estudio e identificó que el estrés laboral y económico, lleva a disminuir la productividad hasta un 35%. Una empresa con estrés, es una empresa enferma. Los principales síntomas son los siguientes: nulo crecimiento, bajo nivel de desempeño, ausentismo laboral, carencia de innovación y creación, apatía generalizada, fraudes, robo hormiga, enfermedades psicosomáticas, cansancio, distracciones provocando errores recurrentes y nula motivación.

¿Qué es el estrés? Es la respuesta del cuerpo a condiciones externas que perturban el equilibrio emocional de la persona. Podemos entenderlo como una sobrecarga para el individuo, que depende tanto de las demandas del momento, como de los recursos con los que cuenta el individuo para afrontar dicha situación. El estrés no se puede considerar en principio como una enfermedad sino como la respuesta, tanto física como mental, a las adaptaciones y ajustes del ser humano a los diversos acontecimientos vitales.

Cualquier suceso que genere una respuesta emocional, puede causar estrés; esto incluye tanto situaciones positivas (el nacimiento de un hijo) como negativas (la pérdida de empleo). Existen muchos motivos para llegar a sentirse estresado, como los siguientes: la pérdida de un ser querido, estar atravesando por una crisis económica, un divorcio, una catástrofe natural, una epidemia como por ejemplo el coronavirus, una enfermedad, un golpe al coche, congestionamientos en el tráfico y muchos otros estresores que estimulan situaciones que generan estrés.

El estrés es siempre una respuesta de carácter fisiológico; ante un agente estresor, externo o interno, se produce una segregación de hormonas que producirán cambios a distancia en diversas partes del organismo. Este fenómeno es un particular mecanismo de defensa que puede transformarse en un medio de autodestrucción, si permitimos que nos sobrepase y no lo manejamos de forma eficaz.

¿Dónde nos conduce el estés? El estrés a veces se presenta como un buen aliado nuestro, pero si nos descuidamos, nos puede conducir a:

1. Alterar nuestros pensamientos y emociones: ansiedad, carácter irritable, inestabilidad del ánimo, dificultad para concentrarse, excesiva autocrítica, olvidos.

2. Cambiar nuestra conducta: reacciones impulsivas, trato brusco a los demás, aumento del consumo de tabaco o alcohol, aumento o disminución del apetito.

3. Producir síntomas físicos: manos frías o sudorosas, molestias de espalda o cuello, alteraciones del sueño, dolor de cabeza, fatiga.

4. Alteraciones digestivas y gastrointestinales: el sistema digestivo deja de funcionar de manera regular, por lo que muchas de las funciones que realiza se ponen lentas o se paralizan. Puede aparecer dolor de estómago, diarrea, gases, estreñimiento, acidez, digestiones pesadas, vómito. A la larga, existe mayor probabilidad de desarrollar enfermedades como la colitis ulcerosa, el colon irritable o úlcera gástrica.

5. Sistema cardiovascular: el estrés constituye un factor de riesgo directo de enfermedad coronaria, pues aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial y acelera el estrechamiento de las arterias como consecuencia de la acumulación en la sangre de sustancias como el colesterol. También incita a crear hábitos nocivos como un mayor consumo de alcohol y/o tabaco y disminuir o dejar de hacer ejercicio físico, además de una alimentación poco saludable.

6. Otros problemas de salud: alergias, elevar la concentración de azúcar en la sangre, desaparición del deseo sexual, problemas dermatológicos, temblor, sensación de falta de aire, tristeza, miedo, nerviosismo, etc.

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(*) [email protected]

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