Por una historia económica de Honduras

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30 de agosto de 2020
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12:17 am
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Por una historia económica de Honduras

Por: Segisfredo Infante

Con Rossel Montes habíamos acariciado la idea de investigar y escribir, conjuntamente, una historia económica de nuestro país. La idea surgió por una sugerencia de nuestro amigo entrañable Luis Martín Alemán Castillo (QEPD), y al detectar, al mismo tiempo, las falencias y las cargas ideológicas sesgadas, en esta esfera de la investigación. Luego abandonamos el proyecto por varias razones. Una de ellas es que se requería viajar al Archivo de Indias en Sevilla, para puntualizar algunos momentos claves de la historia económica durante el periodo virreinal. La otra causa, también considerable, es que los submodelos económicos del capitalismo mundial actual, se modifican rápidamente. Sólo duran intactos diez o quince años.

Pero la razón principal del abandono de aquel proyecto importante, es que en el plano personal siempre me ha interesado mucho más la “Filosofía” que las historias económicas regionales o locales. Creo que lo mismo le ha ocurrido al amigo Rossel Montes, dentro de su propia perspectiva y su estilo particular. Sin embargo, es saludable retomar algunos puntos detectables de las falencias aludidas. La primera de todas es que nadie ha escrito una verdadera historia económica de Honduras, en tanto que varios sociólogos han inducido a que la historia de la economía de nuestro país arranque con la “reforma liberal” de Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa; o centrada en el trillado tema bananero. Olvidando que José Cecilio del Valle, nueve años antes de la Independencia, y al momento de fundar, de hecho, la República Federal de América Central, le entregó sus mayores esfuerzos intelectuales al tema de la economía política. Desde luego que otros autores principalmente extranjeros, han investigado la historia económica de América Central, desde la Independencia de 1821, hasta nuestros días.

Lo que actualmente tenemos son retazos de la historia económica provincial de nuestro país, y uno que otro libro interesante que cubre cierto momento más o menos fragmentario del quehacer económico de nuestra sociedad. Creo que debemos apreciar, sin embargo, los esfuerzos de algunos economistas, historiadores y literatos hondureños como Antonio R. Vallejo, Marco Virgilio Carías, Miguel Ángel Funes, Manlio Martínez Cantor, Mario Felipe Martínez Castillo, Guillermo Molina Chocano, Mario R. Argueta, Alcides Hernández, Alfredo León Gómez, Roberto Robleda, Rafael del Cid, Pedro Morazán, Alejandro Salomón Sagastume, Iván Herrera, el grupo de Ligia Page y Miriam Leavel Fernández, Evelio Inestroza, Porfirio Pérez Chávez, la Revista Historia Crítica de la Carrera de Historia, la Revista del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAH, la Revista del Post-Grado de Economía y otras, quienes han intentado reconstruir algunos momentos cortos de la historia económica de Honduras en el periodo colonial; en el siglo diecinueve e incluso en el siglo veinte; y cuyos textos fueron mayormente publicados, sea en libros o en revistas, por la vieja Editorial Universitaria de la UNAH. También debe ser apreciado el enorme trabajo de síntesis reciente del gran historiador universitario Marcos Carías Zapata: “De la patria del criollo a la patria compartida”, publicado por la Editorial “Manuel de Jesús Subirana”, bajo la coordinación del talentoso historiador Rolando Sierra Fonseca.

Un libro singular que vale la pena destacarse en este contexto se titula: “Honduras en el siglo XIX: su historia socioeconómica 1839-1914”, de José Guevara Escudero, publicado por el Fondo Editorial de la Universidad Pedagógica “Francisco Morazán”, con ilustración sencilla en la portada; un dibujo de la vieja Tegucigalpa; traducción de Laura Gálvez; y un prólogo sintético de Ramón Salgado. Vale la pena ponderar que con este libro de José Guevara Escudero se ha venido a llenar un enorme vacío historiográfico en el siglo diecinueve, y se ha superado aquella vieja manía de siempre comenzar con las “reformas liberales” románticas y utilitarias.

Tengo comprendido que Guevara Escudero ha utilizado el modelo teórico del análisis espacial para realizar sus indagaciones regionales y sub-regionales de nuestro siglo diecinueve. A mi modo de ver el investigador hondureño-newyorkino ha utilizado también algunos mecanismos peculiares de la escuela del cuantitativismo histórico, al reconstruir los vacíos de información a partir de los censos poblacionales, informes económicos consulares, facturas específicas y registros departamentales.

Al final resulta deliciosa la descripción de los pequeños inversionistas de la Tegucigalpa antañona, y de los ganaderos-comerciantes del vasto departamento de Olancho. Guevara Escudero ha venido a confirmar nuestra reiterada sospecha que los olanchanos decimonónicos mantenían un intenso comercio triangular con la Habana, Europa y algunos puertos de Estados Unidos, exportando carne salada, pieles y ganado en pie, por la vía de Trujillo, Omoa y Belice, al extremo que según los informes fidedignos Olancho se desempeñó –durante la mayor parte del siglo diecinueve– como la sub-región más rica de toda la República.

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