Pisando un terreno peligroso

ZV
/
12 de septiembre de 2020
/
12:16 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Pisando un terreno peligroso

Por: Mario E. Fumero

La Confraternidad Evangélica de Honduras ha negociado con el gobierno la posibilidad de que se le facilite ayuda a los pastores de la tercera edad y pobres mediante un bono y otros derechos, algo que en algunas situaciones puede ser aceptable, pero envuelve grandes riesgos, ya que cuando la iglesia se asocia con los poderes dominantes, no importa de qué ideología sea, corre el riesgo de ser instrumentalizada, como ocurrió en el pasado cuando el catolicismo romano aceptó prebendas de los gobiernos mediante un concordato.

Es cierto que existen pastores humildes en los campos, que están completamente desprotegidos de todos los derechos laborales y de seguridad social, pero estos factores ocurren también con los campesinos y gente humilde de la tercera edad, los cuales tienen los mismos derechos. La crisis de muchos pastores evangélicos radica en que muchas iglesias son independientes, y no cumplen con la seguridad social de sus pastores, y las grandes iglesias no apoyan a los humildes, porque no están bajo su cobertura u organizaciones, además existe una clara falta de visión solidaria de los cristianos hacia los más desposeídos.

Una gran mayoría de los pastores evangélicos gozan de muchos derechos, y maneja grandes recursos, y no se justifica la ayuda del estado para ellos, sin embargo, debe hacerse algo para ayudar a los más necesitados de las zonas humildes, sean estos pastores o no. Los líderes religiosos deberían hacer algo a través del esfuerzo de las grandes iglesias, para apoyar a los pastores de la tercera edad sin la intervención del estado, el cual debe actuar de forma pareja con todos.

En el pasado los evangélicos condenaron el concordato del estado con la iglesia católica, el cual consistía en que el gobierno le daba presupuesto a la iglesia y sus sacerdotes. Hoy la iglesia evangélica está tomando el mismo camino, buscar del estado beneficios, sin pensar en los riesgos que esto puede representar en gobiernos futuros, porque no cabe duda, que el que da el dinero, pone las condiciones y maneja a las personas.

El estado tiene la obligación de garantizar la libertad de culto, apoyar las obras sociales que la iglesia realicen, como comedores, clínicas, centros de niños y de rehabilitación, pero no debe sostenerse en ningún momento el aspecto religioso en las personas, ya que deben ser los miembros de las iglesias los que sostengan a sus pastores, y en caso de que sea una iglesias pobre, el estado debe garantizar una seguridad social igualitaria, no solamente para los pastores, si no para la gente humilde que trabajando en la agricultura o en el trabajo informal, no goza de los derechos sociales.

Hay tres cosas que según el derecho universal deben existir en una sociedad justa: la salud, la educación y la jubilación para aquellos que no cotizaron, por lo cual el estado debe proveer una alternativa igualitaria, no solamente para los religiosos, sino para todos aquellos que han ejercido una función laboral y no han podido cotizar al Seguro Social.

La Confraternidad Evangélica tiene que pensar muy bien lo que hace, pues al aceptar derechos especiales, puede cometer el grave error de quedarse atada a intereses políticos, además un gran porcentaje de los evangélicos no están de acuerdo que la Confraternidad tome partido en situaciones conflictivas, como la que actualmente estamos viviendo. No negamos el derecho de ayudar a los pastores humildes, como a todos aquellos que viven en los campos y han trabajado, pero debemos evitar vendernos y entregar nuestra progenitura a los intereses dominantes.

Aceptar el apoyo del estado en los líderes de la iglesias tiene muchos riesgos, y aunque necesitados de la ayuda, se podría crear un conflicto ideológico y político que puede ahondar más la división existente dentro de los movimientos evangélicos, principalmente en el aspecto político, ya que es incompatible el papel de la iglesia con la alianza política, según el mandato de Cristo, pues no podemos servir a dos señores, y de forma absoluta debe haber una separación entre la iglesia y estado, porque son dos reinos diferentes, y aunque el reino de Dios debe respetar al reino del estado, no debe casarse con éste, ni comprometerse más allá de los límites establecidos por el mismo Señor Jesucristo.

[email protected]
www.contralaapostasia.com

Más de Columnistas
Lo Más Visto