María José era una talentosa jugadora de Rugby que llegó a ser integrante de la preselección de Honduras, sin embargo, cambió el deporte para tomar el silbato de árbitro.
“Solo jugué un corto año en Francia antes de viajar al extranjero para mis pasantías de maestría. Estuve en Centroamérica, en Tegucigalpa con las Brassavolas, luego en Nicaragua con las Panteras del Managua Rugby Club”, comenzó su relato.
“Al principio no había muchos jugadores y menos jugadoras, pero todos los y las que conocí eran apasionados y querían jugar a toda costa a pesar de la falta de campo, de balones, de equipo o entrenadores”.
“He conocido jugadoras que aprendieron las reglas y la técnica solo viendo partidos de Nueva Zelanda e intentando reproducir videos de rugby en YouTube. La ventaja es que con tan poco para jugar, se podía acceder más fácilmente a selección nacional”, señaló.
“Así que ahí me encontré, en los partidos de prueba en Nicaragua, mientras soy parte de la preselección de Honduras. Los partidos también se usaron para evaluar a los y las árbitro de la región entrenados por World Rugby en anticipación a los Juegos Olímpicos Centroamericanos.
“Para esa ocasión, tuvimos una cancha de buen tamaño en medio de un hipódromo y tomamos prestadas las camisetas de las chicas de fútbol americano. El nivel de los árbitro fue muy desigual. En el tercer partido de la tarde estábamos exhaustas, hacía mucho calor y humedad y no teníamos más jugadoras ni cambios: se sentía el agotamiento de todas. Pero aún quedaban árbitro.as que los jueces tenían que evaluar: no nos quedaba de otra que seguir jugando. Asoleadas y agotadas, regresamos al campo con disciplina, pero arrastrando los pies. Resultó ser uno de mis mejores recuerdos de rugby”.
También, narró que la árbitra que lo dirigió, Shantal Martínez, era de Panamá, “tenía más o menos mi edad y era muy pedagoga. A menudo nos guiaba, aunque éramos una selección, nuestro nivel no era muy avanzado, pero se mostraba inflexible en los gestos peligrosos. A medida que avanzaba el partido, el juego se hacía cada vez más intenso, más continuo y limpio”.
“Todas las chicas tenían el mismo sentimiento: no queríamos salir del campo. Fue entonces que comprendí cómo un buen arbitraje lo cambia todo: esta árbitra no estaba ahí para ser de policía, estaba ahí para hacernos jugar un buen rugby. Ella era la directora de orquesta del partido, y una buena directora de orquesta. Era una parte integral del partido, cuya actuación influyó mucho en nuestro juego y en cómo lo estábamos disfrutando. Aquí es donde entendí el papel de la árbitra, al que nunca había prestado atención para ser honesta”.
“Mi segunda revelación sobre el tema ocurrió cuando volví a Francia y en mi club en Senlis (RCS). La temporada casi había terminado, no jugaba los partidos, pero estaba ayudando con los entrenamientos. Dos semanas después de regresar a casa, acompañé a las chicas a una tarde de partidos, en rugby de 7, eran dos partidos cada domingo, en Ile de France”.
“Todos los equipos estaban presentes, los jugadores ya habían calentado, el terreno estaba lodoso como nos gusta, los espectadores eran pocos, pero ruidosos y entusiastas… en fin, todo estaba listo. Lo único que faltaba era la árbitra. Y pues, se sintió el vacío de su ausencia como una ruptura amorosa. Después de un momento de espera, una llamada telefónica y conversaciones entre los entrenadores, se repartieron los partidos y se encargaron del arbitraje”.
“Obviamente, las jugadoras se quejaban mucho más de lo habitual … No cuestiono el conocimiento de los entrenadores, que tuvieron la amabilidad de ayudar para que las chicas pudieran jugar. Pero el hecho de no contar con un árbitro entrenada, que tenga esa figura de neutralidad y conocimiento de las reglas tuvo una influencia real ese día en el ambiente del partido”.
“No pasó mucho tiempo para que los insultos surgieran de ambos lados de la cancha, y todas estaban tensas y furiosas. Segunda lección: el o la árbitro.a influye en la calidad del juego, ¡pero también en la del tercer tiempo”, puntualizó.
Rugby
El rugby es un deporte de evasión y contacto en equipo nacido en Inglaterra. Fue en ese país donde tomó su nombre a partir de las reglas del fútbol elaboradas en el colegio de la ciudad de Rugby (Rugby School) en el siglo XIX.
Sobre la forma de denominar en español al jugador practicante del deporte, el Diccionario panhispánico de dudas informa que «se usa con frecuencia en los países del Río de la Plata la forma rugbier con el sufijo -er propio del inglés para crear este tipo de derivados (aunque en inglés se usa, en este caso, la expresión rugby player).
La Real Academia Española utiliza la palabra “rugbi”, como “adaptación gráfica” del término inglés y recomienda la expresión rugbista para referirse al jugador, utilizando el sufijo -ista (como en futbolista, golfista, tenista, etc)».
