Política, la otra pandemia

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18 de septiembre de 2020
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12:16 am
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Política, la otra pandemia

Condiciones esenciales de buen gobierno

Por: Aldo Romero
Periodista y catedrático universitario

Aún Honduras no logra acercarse a la posibilidad de superar la crisis sanitaria generada por la COVID-19 y el país entra de nuevo a una de sus temporadas más críticas y difíciles, la campaña proselitista, una época oscura que cada cierto tiempo, con intervalos muy cortos por cierto, es utilizada por los políticos de turno para redimir su imagen, para salir de cacería como lobos hambrientos en busca de los votos que satisfagan su necesidad de poder y control, para captar con discursos populistas la atención de una sociedad frustrada por los desaciertos de quienes le gobiernan hoy y la gobernaron ayer.

El llamado a elecciones primarias se da en un momento de grave dificultad para un país que sufre las consecuencias de la incapacidad gubernamental para enfrentar la pandemia como se debe, un sistema hospitalario colapsado, sin estrategia ni liderazgo coherente para aplanar la curva de contagios, sin rumbo definido en el proceso de reactivación económica y en medio de una escandalosa corrupción que trasciende fronteras.

La pandemia de la COVID-19 dejará sin duda repercusiones históricas en todos los ámbitos, si ya de por sí la crisis estructural era insostenible en sectores prioritarios como salud, educación, empleo, inversión pública, seguridad ciudadana y otros, ahora lo es mucho más, quienes aspiran a gobernar esta nación deben estar claros que recibirán un Estado en crisis, empobrecido a lo interno y altamente endeudado a lo externo.

La gran pregunta es, ¿a quién le entregamos el país? Dejando claramente establecido que los que están no deben ni tienen el respaldo ético y moral para seguir, también es cierto que quienes aspiran llegar no han mostrado hasta ahora los méritos suficientes que les avalen para dirigir los destinos de una nación que más que políticos oportunistas y ambiciosos requiere de estadistas visionarios, enfocados, con amplios conocimientos y experiencia en la gestión pública.

Es decir que en las circunstancias actuales lo que la nación necesita son hombres y mujeres analíticos, conocedores de la realidad política nacional y de las verdaderas necesidades de la sociedad en sus diferentes entornos. Individuos transparentes, honestos, capaces y preparados política e intelectualmente para llevar a cabo planes de desarrollo realistas a corto, mediano y largo plazo.

Desafortunadamente para el país lo que veremos en el transcurso de los próximos meses no serán propuestas ni estrategias, tampoco respuestas concretas sobre cómo enfrentar los principales problemas, por el contrario, seremos sacudidos por la misma política barata y vacía a la que nos han acostumbrado en las últimas décadas y ahora agudizada por la absurda pero rentable costumbre de crear e inscribir partidos políticos de maletín o de USB.

En síntesis, la campaña electoral que hemos iniciado será una verdadera perturbación social, por un lado, un gobierno deficiente, irrespetuoso de las leyes, que ha mostrado muy poco interés por la vida y la salud de las personas y por otro una jauría política despiadada cuya principal motivación es la venganza y el control del poder, evidencia de ello es la imposibilidad de acuerdos para una verdadera reforma electoral.

El panorama entonces no podría ser más desalentador en un país cuyos ciudadanos han sido formados en permanentes crisis sociales y educados para votar por caudillos faltos de propuestas y soluciones, expertos en convencer con canciones, rasgos corporales y folklorismo, pero eso sí, maestros en los arreglos a conveniencia, en privado y también en público, así entra Honduras a la pandemia de la política.

@aldoro/[email protected]

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