El artículo No. 272

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23 de septiembre de 2020
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01:09 am
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El artículo No. 272

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Cnel. (R) FAH
Francisco Zepeda Andino

Todas las naciones del sistema internacional tienen algún tipo de estatuto o disposiciones formales que regulan el funcionamiento ordenado del Estado. En América, la mayoría de países han promulgado una Constitución Nacional instituida bajo diferentes formas, (elecciones, decretos o comisiones). A nivel mundial existen una variedad de formas bajo las cuales se rigen determinadas sociedades. En Israel no hay una Constitución como tal sino las Leyes Fundamentales o Leyes Básicas (13), que funcionan y legislan en forma separada y complementaria. En el caso de una monarquía constitucional como Inglaterra (Reino Unido), no tiene un documento constitucional único y desde la Revolución de 1688 prevalece la Doctrina de la Soberanía Parlamentaria basada en leyes, sentencias judiciales y tratados.

En Honduras, la Asamblea Nacional Constituyente de 1982, afirma, “decretamos y sancionamos la presente Constitución para que fortalezca y perpetúe un Estado de derecho…” y en sus artículos No. 272-293, Capitulo X, de la Defensa Nacional, define todo lo relativo a las Fuerzas Armadas, y las califica como “una Institución Nacional de carácter permanente, esencialmente profesional, apolítica, obediente y no deliberante”.
Los preceptos “Institución Nacional” y “permanente” no son una dádiva o concesión de presidente constitucional alguno. Son unos de los principios torales en una democracia republicana representativa. Su sustitución o intento de sustitución por una “milicia popular”, Guardia Nacional u otra organización pretoriana, tendrá una respuesta responsable del pueblo hondureño y su brazo armado.

El carácter profesional de las Fuerzas Armadas en una valorización justa no se puede siquiera cuestionar. No existe un sector de la sociedad que reciba una mayor cantidad de actualizaciones o incrementar capacidades como lo es la formación militar y se extiende de cadete hasta general. Desde “pequeños” se nos enseña elementos esenciales que nos preparan para asumir diferentes funciones, como don de mando, principios gerenciales, liderazgo, conducción de recursos humanos, planificación estratégica, procesos en la toma de decisiones, disciplina y muchos más, aparte de las especialidades disponibles en la carrera militar. Muy atrás han quedado las épocas de los comandantes de armas o mayores de plaza políticos y los que obtenían sus ascensos o posiciones en al fragor de las guerras civiles.

Aun cuando no parezca importante el administrar recursos humanos lo es. Solo debemos recordar los frecuentes fracasos de profesionales y políticos accediendo a una posición ministerial y estos pueden ser consecuencia de no haber tenido bajo su mando y supervisión a un grupo determinado de personas y mucho menos cientos o miles de ellas. En el mejor de los casos han regulado, coordinado y dirigido el trabajo en su clínica, bufete u oficina de uno a tres empleados.

La institución armada es apolítica y eso lo podemos afirmar con la contundencia de la experiencia personal del que escribe. Cuando ingresamos a la Fuerza Aérea Hondureña como cadetes de vuelo hasta nuestro retiro 32 años después, jamás se nos preguntó si teníamos alguna inclinación político-partidista o se nos impartieron órdenes contrarias a esa línea de accionar del órgano militar y así se actúa en variadas posiciones de responsabilidad nacional. Vale la pena resaltar que una de las mejores relaciones del instituto armado y el Poder Ejecutivo fue con los presidentes liberales Roberto Suazo Córdova (QEPD) y José Simón Azcona (QEPD). Así que achacar a las FF.AA. un sesgo hacia el Partido Nacional no resiste ni el preliminar examen.
Organismo “obediente y no deliberante” es el principio determinado para el estamento militar hondureño sujeto a mayor cantidad de cuestionamientos u ofensas.

Dependiendo del interés particular o de grupo, los detractores vinculan cualquier acción a un específico propósito con tinte partidista. Puede ser que la verdadera razón del alegato sea más cercana al hecho de haber estado fuera del Presupuesto Nacional por un largo período de tiempo, acceder al mismo para colmar ambiciones económicas y no a una convicción democrática.

Continuará.

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