Convivir irremisiblemente con el enemigo llamado COVID-19

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25 de septiembre de 2020
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12:06 am
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Convivir irremisiblemente con el enemigo llamado COVID-19

Convivir irremisiblemente con el enemigo llamado COVID-19, Por: Mario E. Fumero

Nos enfrentamos a una disyuntiva que tiene riesgos, pero es necesaria, ya que no nos queda más remedio que aceptar el coronavirus, porque este vino para quedarse, y aunque para muchos puede representar un riesgo de muerte, es necesario vivir preparados para hacerle frente, y no dejar que este nos venza y nos acorrale.

No podemos darle la espalda a la realidad. La vida tiene que seguir su curso, igual que la producción de alimentos y las diversas empresas productoras y procesadoras de productos básicos, así como la necesidad de activar la educación y los servicios públicos, solamente que ahora tendremos que enfocar todas estas acciones con ciertas limitaciones y precauciones, pero el peligro está presente, y tenemos que enfrentar la crisis económica que es un daño mayor que el que causa la pandemia. La peor desgracia que podríamos tener, y que puede causar más muertes, es la hambruna y los trastornos mentales debido a vivir encerrados, siendo libres.

El COVID-19 tristemente es un enemigo que tenemos que aceptar y con el cual tendremos que convivir por largo tiempo, y no queda más remedio que tomar todas las medidas de bioseguridad y precauciones para sobrevivir y salir de esta pandemia, la cual tenemos que enfrentar porque de lo contrario, la nación y las familias sucumbirían económicamente.

Es cierto que el COVID se propaga rápidamente, y que es inevitable el contagio a corto o largo plazo, porque muchos asintomáticos nunca se enteraron de que están infectados, pero sin saberlo, infectarán a otros, que sí sufrirán los síntomas. Sin embargo, he reflexionado seriamente en las consecuencias de esta pandemia, y he analizado las estadísticas de muchos países de acuerdo al índice de población existente, así como en las radicales medidas tomadas respecto al confinamiento, y he llegado a la conclusión que de nada vale confinarnos, si el virus vive con nosotros, y tendremos que adaptarnos a ello para convivir, y hasta donde sea posible, evitar el contagio.

Al analizar las estadísticas que se manejan en Honduras respecto a los infectados por la pandemia, se evidencia que hay que multiplicar las cifras potencialmente, ya que las pruebas que se hacen no son suficientes, y existen muchos asintomáticos que están regando la enfermedad por todo el país, sin embargo, hay una realidad que no podemos ignorar, ya que las estadísticas actuales hablan. De 100 personas que se infectan, 80 serán asintomáticos, o sea, no se darán cuenta apenas, y saldrán de la enfermedad sin enterarse que la tuvieron. De esos 100 unos 20 tendrán síntomas, y de ellos, unos 10 se pondrán delicados de salud, y posiblemente, unos 3 ó 4 morirán, pero no hay que ver la muerte como una tragedia, porque siempre no tendremos que morir, solamente que el virus hará estragos en las personas que tengan el PH bajo.

Según informe del Centro de Virología de Moscú, las personas con un PH mayor de 5.5 se vuelven inmunes al COVID-19, por lo que se hace necesario consumir alimentos alcalinos que nos ayuden a subir el nivel de pH para contrarrestar el virus. No cabe duda que el sistema inmunitario es vital para que el virus no nos lleve a la muerte, ya que las defensas del cuerpo le permite mantener la homeostasis o equilibrio interno frente a agresiones externas, es por ello que personas de 80 a 90 años han sobrevivido al COVID, mientras que jóvenes aparentemente sanos, han sucumbido. Nuestra forma de alimentarnos es vital para tener un PH alto, y unas defensas biológicas óptimas. Así que en esa área tenemos que educar al pueblo.

Tendremos que volver a la normalidad tomando todas las precauciones posibles, porque no podemos seguir viviendo con miedo, al fin y al cabo, nuestra vida está en las manos de Dios, y moriremos cuando así Él lo determine, y no vamos a dejar que una pandemia nos llene de angustia, depresión y desesperación. No podemos darnos el lujo de que el virus nos tenga presos, hambrientos y con una economía destruida. Es tiempo de volver a la normalidad, pero con inteligencia y cuidado, encomendando nuestras vidas a la soberanía de Dios, porque lo que va a pasar, pasará, tarde o temprano, ya que nacemos para morir y encontrar en la vida terrenal, la verdadera vida eterna.

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