¿QUIÉNES DAN LAS LECCIONES?

ZV
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25 de septiembre de 2020
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12:00 am
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¿QUIÉNES DAN LAS LECCIONES?

ALGO que llena de inmensa satisfacción es la información que horas tempranas recibimos del ministro de Educación, respecto a su iniciativa “Leyendo en Casa”. “Ya van 6,433 niños inscritos”. El concurso –para estudiantes que cursan del primero al noveno grado en centros educativos gubernamentales y privados– fue la segunda cosa que se le ocurrió al funcionario, presionado por el incesante machacar en editoriales. Deplorando la decadencia de ciertos valores de antaño, pilares en el desenvolvimiento evolutivo de los pueblos. Entre ellos, el abandono de los buenos hábitos de la lectura que ha provocado una degradación de la superación personal y una merma en la calidad educativa del individuo. Pocos han aprovechado la exuberancia de recursos disponibles virtud de los vertiginosos avances tecnológicos de los últimos tiempos en la comunicación. Para el cultivo intelectual y cultural.

El analfabetismo –decíamos en el capítulo introductorio de Los “Idus de Marzo”– pasó a ser una limitante de una mayoría que no sabía leer ni escribir, a una ironía de quienes, aun sabiendo hacerlo, nada sustancioso leen, y nada valioso escriben”. La primera reacción del ministerio a la lluvia de editoriales, fue una propuesta de abrir bibliotecas en algunas ciudades del país. Buena idea –les dijimos– solo que el problema no consiste en habilitar lugares donde haya libros, si no hay quienes los quieran ir a buscar. La tarea consiste en inducir en gente que no lee, ni tiene apetito por cultivarse, el interés de leer. Otro aspecto de la formación que, con el pasar de los años, ha pasado a segundo plano, es lo relativo a la cultura cívica. Érase una vez –lamentábamos en otro artículo– en épocas remotas, un majestuoso reino de ilusión que atesoraba valores imperecederos: Amor a la lectura, respeto a las personas, apego a la ética, admiración a lo propio, más allá de cualquier rastrera sensación de embeleso por lo ajeno. Se educaba por vocación y se aprendía por ansiedad de saber. El civismo como el deber ciudadano, era calidad inherente de la personalidad; no demandado de nadie como obligación. Queriendo comprobar si la falla a que se alude es inherente al sistema educativo, o a la dejadez de padres de familia en los hogares o abulia de los alumnos, LA TRIBUNA –desde su portal digital– lanzó un concurso para las Fiestas Patrias. Los niños, auxiliados por sus madres o maestros, podían inscribirse enviando un video. Sorprendente, tanto el interés suscitado por el concurso, como el contenido. Recibimos un torrente inesperado de piezas grabadas. Cada una de ellas muestra admirable de talento.

El sistema registró una visualización inusitada de lectores. De los miles que ingresaron a la página, unas 2,689 personas intentando participar. Se recibieron 488 videos por la plataforma y 120 por WhatsApp. Tarea infeliz la del jurado calificador seleccionar 10 finalistas entre todos esos extraordinarios trabajos. Continúa la votación masiva del público para elegir los primeros lugares. Un alto porcentaje doméstico, pero han votado de muchos lugares de afuera, incluyendo Estados Unidos, México, Guatemala, España, Colombia y Perú. Ambos concursos, evidencian el entusiasmo de los menores. Su inequívoco afán de apostarle a la excelencia. Nada cohíbe su voluntad de aprender, de compartir, de revelar sus virtudes. Desde el fecundo proceso de aprendizaje hasta alcanzar ser ciudadanos útiles; factores de cambio de la sociedad. Como la piedra en estado natural cincelada hasta forjar la hermosa obra artística. Poner alma y corazón al servicio de Honduras. No es, entonces, indiferencia de la niñez. Ni tampoco dejadez de padres amorosos con sus hijos. O falta de empeño de todos los maestros. No es esa la génesis del problema. Los alumnos, adecuadamente motivados, responden con ahínco. Más bien esta ha sido una lección de los niños a los adultos. Como reproche al descuido. Que malogra la esencia primigenia del recurso más precioso que tiene el país. El valor humano, cual preciosa materia prima, que debe modelarse con amor, esmero, atención especial, desde las tempranas edades. La actitud basura, la conducta nociva, el menoscabo de los valores, son vicios del sistema y mácula de la sociedad. Es obra de los mayores eludiendo su responsabilidad e incapaces de dar un mejor ejemplo.

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