442 aniversario de Tegucigalpa

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29 de septiembre de 2020
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01:26 am
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442 aniversario de Tegucigalpa

Jorge Valladares Valladares

Para el año de 1857 visitaba Tegucigalpa el explorador William V. Wells y previo a que se trasladase la capital de Comayagua a estos lares, la describía así: ¨Tegucigalpa, aunque no es el asiento del gobierno de Honduras, es la ciudad más grande y de más importancia en la República. Su población es hoy de 12,000 habitantes y se halla compuesta de una mitad entre ¨mestizos¨ y mulatos y otra mitad entre blancos, negros, cuarterones e indios. La ciudad que está regularmente trazada, tiene alrededor de dos siglos de existencia y fue conocida en los días de los primeros colonizadores españoles con el nombre de Taguzgalpa¨.

El explorador y aventurero norteamericano describe cómo la aristocracia española había migrado de estas minas tan ricas, por las constantes guerras civiles y el traslado del poderío español a Guatemala y Cuba. Interesantes descripciones de la vida provincial de aquella época en la que nuestra ciudad aún no tenía el título de Capital de la República, y que comenzara a habitarse allá por el año 1578 con el título Real de Minas de San Miguel de Tegucigalpa. No fue sino hasta el año 1880 que se convierte en capital de la nación en forma oficial.
Con estas breves citas de su historia, quisiera poner al día cómo se encuentra nuestra bella ciudad capital de cara al bicentenario como nación y en este momento difícil ante la pandemia.

No cabe duda las importantes inversiones en infraestructura de la actual administración municipal. Sin embargo existen serios desafíos de sostenibilidad urbana y de su rescate histórico cultural.
Respecto de Tegucigalpa como una urbe sostenible quisiera hacer mención de varios planes existentes que aún no se llevan a la práctica, como por ejemplo el Plan de Manejo del Centro Histórico, financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), el cual contempla inclusive el rescate del río Choluteca y sus diferentes afluentes, sistema de administración de deshechos y desde luego la puesta en valor, restauración y conservación de edificaciones emblemáticas de la ciudad que van desde la antigua Penitenciaría Nacional, hasta sus edificios, iglesias, plazas y monumentos. Si bien hay tímidos avances, es notorio el abandono del centro de la ciudad. En el marco postpandemia, sería estratégico abrir la ciudad hacia espacios de acceso a la historia y cultura.

En el plano de la movilidad urbana, desafortunadamente la inversión que se ha hecho es hacia el estímulo del transporte privado, en franca contravía de la tendencia global de transporte masivo, público, seguro y que evita contaminación y exclusión social. Además en las obras de infraestructura actual el peatón no existe.
Una ventaja enorme de Tegucigalpa es que aún conserva, con serias amenazas, rutas de parques ecológicos que van desde La Tigra, Parque Naciones Unidas, los parques del centro histórico, Juana Laínez, y rutas turísticas como Valle de Ángeles, Santa Lucía, Ojojona, etc., las cuales podrían ser integradas entre sí, con teleféricos, rutas ciclísticas, peatonales, etc. Con sitios de valor histórico y cultural. En esencia ese es el fin del plan de manejo antes citado. La ciudad recobraría esplendor, ecología y valor turístico.

En fin, la antañona Tegucigalpa, merece lo mejor de sus habitantes, el contexto de crisis de la pandemia, puede ser una gran oportunidad para verla con otros ojos, retomando planes que ya están elaborados. Hará falta un compromiso de invertir en su historia, su patrimonio con el mismo énfasis con el que hoy se invierte en vías de rápido acceso. Desde la Reforma Liberal no se aprecia el valor público de los espacios abiertos, hoy tenemos esa oportunidad y legado.

¨Bella, indolente, garrida. Tegucigalpa allí asoma. Como un nido de paloma en una rama florida¨. José Joaquín Palma.

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