Superar los miedos, pero sin relajarse

MA
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29 de septiembre de 2020
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01:19 am
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Superar los miedos, pero sin relajarse

La necesidad de neutralizar la infodemia

Coronel José Antonio Pereira Ortega

Más vale quien sabe curar sus errores antes que sus enfermedades. Benjamín Franklin.

Resulta impensable creer que ya pasó la pesadilla del coronavirus SARS-CoV-2, que produce la enfermedad identificada como covid-19, denominación otorgada por la Organización Mundial de la Salud y que se traduce así: CO por coronavirus, VI por virus, D por disease que se traduce como enfermedad y 19 por el año en que se identificó el brote del virus. Explico esto, porque hay entre nuestro pueblo mucha confusión llamando a la epidemia coronavirus, y este es el virus que produce la enfermedad COVID-19.

En cualquier caso, todos debemos compenetrarnos que la nueva epidemia está presente y que junto a las otras de existencia previa no se puede desestimar, en especial si se toma como base los mortales y severos daños a miles de personas de diferentes estratos y edades, afectados en su salud física y mental, con daños económicos que hay que erogar para su tratamiento y tampoco dejar de considerar los efectos físicos y psicológicos sufridos por sus familiares.

De tal forma que no se puede denegar, ni siquiera especular que no hemos sufrido capítulos de miedo y hasta temor, una situación que debe tomarse como normal si se toma en cuenta algunos factores que son evidentes y suficientes para entender manejar los miedos y superar los traumas derivados de este miedo:

• El miedo es una emoción básica en los humanos.
• Se aumenta cuando la vida está en peligro, convirtiéndose en temor.
• La incertidumbre por lo desconocido de los efectos del virus.
• Los daños colaterales derivados del largo encierro por la cuarentena.
• La incertidumbre por los actuales y futuros daños en lo económico social.
• La saturación emocional provocada por los encierros y constante incertidumbre.

Igualmente, es importante que nos demos cuenta de lo necesario que es, dar vuelta a la página y dar los pasos necesarios pero seguros para vivir una nueva normalidad, que se inicia con la convivencia segura en todos los ambientes del desarrollo humano y social, no podemos ceder espacios a ese malévolo virus.

En paralelo, las autoridades centrales y municipales, deben trabajar en generar programas de concientización a la población de las áreas rurales, puesto que mucha gente duda de la existencia del virus y los daños reales que causa la enfermedad en especial en las áreas de producción, donde todavía existe una resistencia a tomar las medidas preventivas sugeridas ya divulgadas como: el distanciamiento entre personas, el uso de mascarilla, higiene personal en lavado de manos con jabón y buscar asistencia si tiene síntomas, evitando la auto medicación como solución, deben entender que eso no es seguro, eso es tarea de personal médico. Esta situación merece un enfoque especial porque en esas áreas se producen muchos alimentos necesarios en la dieta alimenticia del hondureño, no se puede descuidar y dejarlos a su suerte.

En consecuencia y dándonos cuenta que la capacidad del Estado esta disminuida, medidas por las acciones poco efectivas del gobierno, que carga con la responsabilidad por el mal manejo de las acciones de prevención y contención del contagio, empeorada esa capacidad por las desacertadas decisiones en el manejo de los exiguos recursos, ha sembrado más dudas que certezas y por consiguiente poca esperanza de reivindicación, a corto o mediano plazo, y que debemos resolver en conjunto unidos pueblo y gobierno.

Estas condiciones, nos obliga a tomar medidas urgentes como pueblo, volviendo necesario que los ciudadanos nos ocupemos de esa carga y tomemos responsabilidad compartida en las acciones contra la COVID-19, para lo cual debemos empeñarnos al máximo por el peligro que nos acecha, tanto en lo individual y colectivo, mientras se produzca a corto plazo una solución que garantice una real reducción de los contagios y parar las muertes de los infectados con severidad.

Visto así, con actitud positiva y con la esperanza que el gobierno pueda reivindicarse, también nosotros como pueblo debemos adaptarnos, no temer al manejo del miedo al regreso a la normalidad con aperturas graduales, tener la confianza en Dios y en nosotros, considerando que aun y con desventaja, podemos ser la diferencia, hacer esfuerzos todos y cada uno, sumar voluntades a nivel de nuestros hogares, nuestros vecindarios, aldeas, caseríos, en las áreas rurales y en los grandes centros urbanos, promover organizarse de manera funcional con medidas estrictas en la aplicación de medidas activas y pasivas con cero tolerancia en especial las ya conocidas:

1. Usar mascarilla siempre cuando salga y en la casa si hay algún contagiado.
2. Mantener distanciamiento seguro desde 1.5 a 3 metros.
3. Lavarse las manos con agua y jabón, reforzando también el uso de gel a base de alcohol.
4. Evitar automedicarse. Esta es una práctica peligrosa, la acción retardada puede ser fatal.

Concluyo enfatizando que para lograr los objetivos se debe actuar rápido, sin vacilaciones y enfocado seriamente, con disciplina, perseverancia, orden y convicción que en este propósito está en juego la vida, ello vale la pena.

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