Hondureños se reinventan en la economía informal

El primer efecto de la pandemia en el país ha sido la paralización, de allí se vino el desempleo. Pero Los hondureños tienen algo especial, se han reinventado como economía informal.

Kimberly Figueroa (35), es una de las muchas personas a las que la pandemia del COVID-19 ha obligado a salir a las calles para vender algún tipo de equipo de bioseguridad y obtener un dinero extra.

Esta capitalina que es madre soltera, trabaja como parte del personal de aseo de la Alcaldía Municipal del Distrito Central (AMDC), pero no todos los días va a su trabajo, por lo que en los días libres vende mascarillas en las calles.

“Los días que no voy a mi trabajo, vengo a vender mascarillas, no todos los días son buenos, pero siempre vendo algo y ya me sirve el dinero. Desde que empezó esto el dinero alcanza menos”, lamentó Figueroa.

Bajo un ardiente sol, las horas pasan mientras esta luchadora mujer ofrece sus mascarillas en el bulevar del Norte de la capital, donde la competencia es mucha por los precios, la calidad y diseños.

En un día donde las ventas son buenas puede llevar unos 300 lempiras a su casa, con los que comprará más producto y queda algo de ganancia para comprar el maíz de las tortillas que su madre venderá.

“Antes mi mamá molía tres medidas de maíz, y vendía las tortillas, pero ahora no se venden y no hace todos los días. Con el dinero que nos queda comemos y ajustamos para pagar el alquiler de la casa”, indicó la mujer mientras ofrece sus mascarillas.

Durante seis meses de la pandemia en el país, al menos en un 56 por ciento ha crecido el comercio informal en la capital, antes de la pandemia se hablaba de unos 15 mil vendedores ambulantes, se cree que ya se superan más de 24 mil los comerciantes informales.

La situación ha obligado a muchos hondureños a buscar diferentes formas de generar dinero para poder llevar comida a sus hogares.

“Yo vengo a vender porque lo necesitamos, todo está caro y uno no puede solo estar en la casa con lo poquito que tiene, y yo tengo un niño y mi mamá, y tengo que buscarle a la vida”.

“Al inicio se vendía más, las ventas no están buenas. La situación es bien difícil y aquí todos estamos buscando vender un poquito, hay muchos que antes vendían otra cosa y ahora venden este tipo de cosas, porque el hambre solo se quita con comida, y para eso hay que tener dinero”, recalcó Figueroa.

Cada dos tres metros a lo largo del bulevar del Norte, hay cada puesto de venta de diferentes productos, algunos que ya vendían desde antes de la pandemia y otros que por la pandemia se convirtieron en parte del sector informal de la economía.

Muchos de los vendedores son jóvenes que están a la espera de alguna respuesta en un empleo formal y otros que se han visto obligados a dejar sus estudios y buscar una forma de ayudar en la casa mediante la venta en la calle.

Según la Asociación de Nacional de los Trabajadores de la Economía Informal de Honduras (Anatreinh), el número de vendedores ambulantes en la capital ha aumentado al menos en un 50 por ciento.

Ahora se ha vuelto normal observar familias completas en las orillas de los bulevares, entradas de las colonias en sus carros o carretas ofreciendo desde frutas hasta ropa.

Muchos de ellos porque han sido suspendidos o despedidos de sus trabajos y como una vía para mantener a sus familias, se ven obligados a integrarse a la economía informal. (DS)