Ambición política en las iglesias cristianas

MA
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7 de octubre de 2020
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01:11 am
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Ambición política en las iglesias cristianas

Mario E. Fumero

Me sorprendió ver en la televisión la noticia de que un grupo de pastores, o mejor dicho un pastor en particular, lleno de ambiciones políticas desde hace muchos años, proponía la repetida y absurda idea de establecer un partido político enmarcado dentro de la ideología cristiana evangélica. Parece que no le es suficiente la cantidad de partidos políticos que tenemos actualmente, para que ahora la Iglesia, o mejor dicho alguno de sus líderes AMBICIOSOS, traten de inmiscuirse en los negocios de este siglo, como indicó San Pablo en 2 Timoteo 2:4.
La historia pasada y presente evidencia que no hay peor sistema de gobierno que aquel encabezado por una religión, sea cristiana, musulmana, budista o atea. La historia está plagada de ejemplos de cómo la Iglesia, al entrar al campo político, y pactar con los gobiernos o reyes terrenales, terminó corrompida y desprestigiada, incluyendo a los evangélicos.

La lucha evolutiva de la reforma protestante llevó a la práctica del pensamiento humano la libertad de conciencia, y basado en la Biblia, los líderes religiosos no pueden servir a dos señores, como indicó el mismo Jesucristo (Mateo 6:24), máxime adentrándose dentro de la política. Y para muestra tenemos el caso histórico del reformador Juan Calvino, el cual propuso una separación de la Iglesia y Estado, pero promulgó que el Estado tuviese en su práctica, los postulados de la Iglesia, cometiéndose grandes errores y atrocidades.

Nuestros próceres defendieron el Estado laico y la Iglesia Evangélica, históricamente hablando, y como consecuencia herencia de la Reforma, promulgó dos grandes principios: El primero era la libertad de conciencia, por lo cual cada persona tiene el derecho a pensar libremente, enseñando que el cristianismo no es una imposición, sino una elección. En segundo lugar, la Iglesia propone que su reino no es de este mundo, siendo por lo tanto un reino dentro de otro reino (Juan 18:36), y ambos son incompatibles, porque ¿qué compañerismo tiene la luz con las tinieblas, la verdad con la mentira y la justicia con justicia? (2 Corintios 6:14).

¿Cómo veo yo el transitar de un pastor, ministro o sacerdote en la política, predicando la Palabra de Dios? Lo veo semejante a un hombre vestido de blanco, que decidió caminar por el medio de un pantano lodoso, sin tener que mancharse la ropa. Esto es la intervención de pastores y líderes dentro del campo de la política.
¿Qué propugnan los pastores políticos? Una utópica idea de cambiar un sistema sin un encuentro con Jesucristo, y por medio de leyes. Ellos creen que desde una plataforma de poder podrán sanear la sociedad, sin transformar primero al hombre a través de la conversión. Tal idea es absurda e imposible, y contraria al libre albedrío de las personas, y a la libertad de conciencia.

Yo quisiera preguntarle al promotor de todas estas ideas, el apóstol Mario Tomás Barahona, ¿sobre qué base bíblica puede sostener la intervención de la Iglesia en política? ¿Por qué no mejor dedicarse a predicarles a los propios políticos corruptos, para que se arrepientan, y dejen de comprometer el evangelio con los negocios de este siglo? Si algún hermano desea ser político que lo sea, no hay pecado en ello, pero no hay que mezclar la religión con la política, porque es imposible mezclar la luz con las tinieblas, y el que tal cosa haga, está pervirtiendo la verdad del evangelio, y está cayendo en apostasía.

Tristemente las organizaciones evangélicas permanecen en silencio, tal parece que avalan que la Iglesia entre en política, aunque estoy seguro que la gran mayoría de iglesias y líderes religiosos no apoyan semejante disparate. Quizás dirán que no tengo derecho a hablar porque soy extranjero, y en cierto sentido sí, pero en calidad de ministro del evangelio y de la Iglesia, la cual no tiene nacionalidad, debo defender los principios de la Palabra, los cuales son universales. Espero que pensemos con ecuanimidad y actuando dentro de un marco correcto, para no dañar el testimonio de las organizaciones evangélicas más de lo que ya está siendo dañado.

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www.contralaapostasia.com

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