Kattán, orgullo nacional

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9 de octubre de 2020
/
12:03 am
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Kattán, orgullo nacional

Por: Juan Ramón Martínez

Oí hablar de Kattán, por nuestro hijo menor, Juan Fernando, que cursaba su primer año escolar en la “Federico Froebel”. Repetía frecuentemente, la expresión, mi “amigo Kattán”. Nunca dijo su nombre. No le dimos importancia. En la medida en que, en las conversaciones familiares, en cada anécdota, sacaba a relucir este amigo, me urgió la curiosidad. Especialmente cuando Alicia Girón, doméstica que nos ayudó, porque Nora y yo trabajamos para poder sostener el nivel medio de nuestra familia, descubrió en la lonchera de “Juanfer”, restos de comida que no le había puesto en la mañana. Al preguntarle, contestó que cambiaba loncheras con su “amigo Kattán”. Este, hijo de mexicana, estaba aburrido de la comida que le preparaban y a Juanfer, le pasaba lo mismo. De modo que “mi amigo Kattán” pasó a formar parte del anecdotario familiar. Incluso en una reunión de padres de familia, Nora y la mamá de Kattán se conocieron. Con el paso de los años, esta amistad se debilitó y en este momento, no se comunican, porque ambos tienen intereses diferentes. Kattán inventa mundos nuevos, con palabras propias y ajenas: mientras “Juanfer”, construye nuevas casas en Toronto, Canadá.

Muchos años después, supe que “mi amigo Kattán”, se llamaba Rolando. Lo vi en la municipalidad de Tegucigalpa, efectuando importante actividad cultural, con Salvador Madrid. Apoyados por Lorenza Durón. Y además de publicar libros –cosa inusual en las autoridades hondureñas– Kattán empezó a viajar, ya en la empresa privada, forjando relaciones con poetas del exterior, intercambiando invitaciones, repitiendo lo que había hecho en su primera amistad con Juan Fernando. En una oportunidad, me invitó para la visita de Montero, que después el PSOE nombraría director del Instituto Cervantes y su esposa, la novelista Almudena Grandes. Efectuó el acto cultural más importante que he visto en la Casa de la Cultura, en un país donde esta no es importante para las autoridades. Para entonces, ya había sido incorporado por Marcos Carías Zapata como miembro de la Academia Hondureña de la Lengua y, derivado de ello, correspondiente de la RAE. Allí conocí a su padre y a su madre, en el discreto acto en el que, junto a Kalton Brulh –que tampoco conocía– leyeron sus trabajos de incorporación. Entonces, recordé la anécdota que compartimos con los padres de mi “amigo Kattán”. Celebramos la anécdota y Kattán, me preguntó por Juanfer, indicación que no mantuvieron viva la amistad del pasado. Estableciendo otras que, les son útiles para sus proyectos vitales. Kattán es hombre de objetivos definidos y usa las relaciones amistosas para lograrlos. Es un poeta, en el pleno uso de la palabra.

Ahora, me enorgullece, que haya recibido –el primer hondureño que es objeto de honor tan destacado– el Premio Casa de las Américas de Poesía, edición XX, por su libro, “Cisnes Negros”, en los que Kattán, en forma original, inventa nuevos mundos, apalancado en visiones filosóficas ajenas. Es decir que hace una poesía, en donde lo intuitivo o referencial, es sustituido por un constructivismo inteligente, propio de un orfebre que encuentra en la poesía, más que inspiración, joyas preciosas, fruto de lecturas e investigaciones. En una cena con el director de la RAE, sugirió que inventáramos palabras, mezclando expresiones cotidianas con voces latinas. Le expliqué que ese no es nuestro papel. “No inventamos palabras, sino que las recogemos, en la medida en que el pueblo las usa”. Como poeta ha tenido esa libertad y el jurado ha valorado su originalidad.

Su premio me ha llenado de orgullo y satisfacción. Cuando un hondureño triunfa, estoy seguro que honra a Honduras y nos da prestigio. Y en este caso, la satisfacción y el orgullo son mayor, porque es el segundo premio que recibe un miembro de la AHL. Antes, Marco Antonio Campos, mexicano “miembro correspondiente”, recibió ese premio por, “Viernes en Jerusalén”. De modo que, no puedo disimular el orgullo que siento, no solo como académico, que mi “amigo Kattán”, haya recibido el segundo premio más importante, después de Roberto Sosa, cosa que le coloca en el pelotón delantero, que enorgullece a sus colegas. Que animará a las nuevas generaciones para que confirmen que, Honduras tiene talentos como Rolando Kattán, que, con su poesía y su habilidad para relacionarse, los hondureños podemos darle mucho al mundo. Felicidades, “amigo Kattán”. Congratulaciones, querido colega.

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