DE LA PRIMERA A LA SEGUNDA

MA
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13 de octubre de 2020
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12:25 am
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DE LA PRIMERA A LA SEGUNDA

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LA ironía de la competencia en las carreras electorales es que todos los que participan creen que ganan hasta que pierden. Esa, además, es la táctica del oficialismo minoritario con la oposición. Diseminarla en grupos ilusionados que pueden ganar hasta que, tarde, descubren que ganó el otro gracias a la dispersión. Decíamos que hay que observar con atención el caso boliviano –con tantas coincidencias al hondureño que a veces pareciera repetición de lo mismo– sobre todo por el valor del aprendizaje, ya que allá hay segunda vuelta. La modalidad boliviana es que en la primera tanda, quien salga arriba si no saca 10 puntos de diferencia sobre el que le sigue, van a balotaje. Eso fue lo que descarriló el continuismo de Evo. Pudo durar más que cualquiera de sus otros compañeros de viaje. Se mantuvo por varios períodos y pretendió reelegirse cambiando la Constitución a conveniencia. Durante el último envión, con un fallo judicial botando un referendo que perdió que le impedía continuar.

Hasta que le salieron chuecos los cálculos. No le cuadraron los números que ocupaba para no tener que ir al repechaje, la vez pasada. Cerrada la votación, una vez que comienza el escrutinio, la tendencia lo coloca corto de obtener la diferencia suficiente para evitar el balotaje. De repente, se cae el sistema, se va la luz. Se corta la transmisión oficial de resultados y a la mañana siguiente el ansioso público, en voz de la doña del Tribunal Electoral, se entera que Evo es ganador en primera vuelta. La calle se calienta. La misión de observadores de la OEA canta el fraude. Cuando estallan los disturbios los uniformados le transmiten al mandatario que mejor renuncie porque no andan con ánimo de reprimir. Renuncia, se va a México amparado por su aliado a denunciar “golpe de Estado”. Entre tanto el gobierno interno, que debió durar solo el corto tiempo hasta las elecciones, se alarga. Tiene que lidiar con la pandemia y se desgasta. El partido MAS, del depuesto Morales –ahora en la oposición– se beneficia del descontento. El bloque contra Evo se divide. Cada facción lanza candidaturas presidenciales. Se repite el mismo escenario anterior. Un bloque fraccionado con varios candidatos presidenciales, abren la posibilidad al partido de Morales de ganar la primera vuelta. Áñez, golpeada por el manejo del interinato, retira su candidatura presidencial. No es suficiente. Todavía el bloque opositor a Evo sigue fracturado. A una semana de la práctica de comicios, “Tuto” Quiroga se sale de la contienda. Dice que en aras de evitar que el partido de Evo gane la primera vuelta. Sin embargo todavía quedan cinco grupos compitiendo de los cuales cuatro son de la alianza contra Evo.

La campaña electoral, nada de propuestas, toda de ataques, incidentes violentos. Presiones que se bajen otras candidaturas contrarias a MAS para no dispersar el voto que permitiría el retorno de Evo al poder. Todavía hay muchos. Ni “Tuto” ni otros pesan mayor cosa en el equilibrio. El peso lo tiene Camacho –cuya salida sí inclinaría la balanza– tercero en los sondeos. No solo los errores tienden a repetirse sino los disparates. El exdirigente cívico, líder de la poblada Santa Cruz, “podría paradójicamente convertirse, con la dispersión del voto, en el causante de la vuelta de Evo al poder, después de ser él quien lideró su salida”. Resurgen las suspicacias. Mesa –que disputaría la presidencia con el candidato de MAS en un balotaje– años atrás fue uno de los actores responsables del ascenso de Evo al poder. Sustituyó al depuesto Sánchez de Lozada. Cuando los cocaleros, con trancas de carreteras, acosaban su gestión, con dobleces de apaciguamiento terminaba transando con ellos. Evo jugó sus cartas políticas astutamente hasta conseguir arrinconarlo. Finalmente, amedrentado por la crisis que sobrevino en las postrimerías del período, renunció a la presidencia. El sistema político debilitado sucumbió. Eso ha dado pie a conjeturas que Evo y Mesa hasta podrían aliarse. Pero la mayor incertidumbre es si habrá paz social después del proceso comicial. O si las posiciones irreductibles de facciones irreconciliables continuarán siendo factor disociador de convulsión.

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