En todas las iglesias del país se ofician misas en sufragio del alma de sor María Rosa Leggol

MA
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20 de octubre de 2020
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01:17 am
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En todas las iglesias del país se ofician misas en sufragio del alma de sor María Rosa Leggol

Luego del lamentable deceso de un personaje de la talla de sor María Rosa Leggol, con un decidido compromiso por la niñez y sectores vulnerables, los hondureños lloran su partida, por lo que en todas las iglesias del país se ofician misas en sufragio de su alma.

En Tegucigalpa, en la basílica menor “Nuestra Señora de Suyapa”, con transmisión en vivo por Suyapa Medios, hasta el sábado 24 de octubre, se ofician las misas de novenario a las 8:00 de la mañana, el 25 de octubre, a las 6:30 de la mañana. El lunes 26, el fin de novenario será a las 8:00 de la mañana.

En la capilla de la Virgen de la Asunción de sor María Rosa, se celebrarán misas presenciales, con capacidad limitada, a las 11:00 de la mañana, concluyendo el 26 de octubre.

Habrán misas vía zoom, a cargo del padre Maximiliano Orellana, pero con invitación previa, a las 8:00 de la noche, en sufragio del alma de quien en vida fuera sor María Rosa Leggol, quien nació el 22 de noviembre de 1926 y falleció el 16 de octubre, dejando la vida terrenal, pero ascendiendo a la gloria celestial.

Comenzó su vida espiritual a los seis años, cambiando la vida de más de cien mil personas a través de las Aldeas Infantiles SOS y posteriormente en la Sociedad Amigos de los Niños, afirmando con modestia que “no me deben nada, no son de mi propiedad, no los compré”.

En una de las últimas entrevistas que concedió dijo que hacía 15 años le habían dicho que más de 87 mil personas habían recibido su manto protector: “No quiero saber más de números, me apena que en la calle hayan tres veces más esa cantidad”, expresó.

De espíritu alegre, de convincente palabra, acompañada de su inseparable crucifijo, comenzaba su día a las tres de la madrugada, para luego recibir misa una hora más tarde.

Después comenzaba a atender a todas aquellas personas que la buscaban y sin mucho preámbulo las atendía, siendo una facilitadora por excelencia, que con humor y mucho sentido común, resolvía cualquier situación que se presentaba en su día a día.

Según afirmó el cardenal Óscar Andrés Rodríguez, al finalizar la misa de cuerpo presente, oficiada en la basílica de Suyapa, se comenzará un proceso de beatificación, para la excelsa sor María Rosa Leggol.
La beatificación está dirigida a una persona que hizo en vida obras llenas de virtuosidad y de misericordia y que goza de la felicidad en el paraíso.

Esta misionera de la caridad, celebró 72 años de vida espiritual, realizando obras de gran impacto social como inaugurar escuelas, colegios, hospitales, casas refugios, entre otros, siempre enfocada en los huérfanos y madres solteras, a quienes no separaba de sus hijos.

Sus vástagos espirituales la acompañaron hasta el último momento y la recuerdan como esa persona que los colmó de amor y protección, por lo que sienten el compromiso de continuar sembrando la semilla de la misericordia, que ella les inculcó.

Su proyección humanitaria comenzó ejerciendo la enfermería, en el Hospital La Policlínica de Comayaguela, que fue un paso previo a su ordenación en el convento San José de Milwaukee, Wisconsin, Estados Unidos.
Pero ya desde los seis años de vida, sintió el llamado de ayudar a los más necesitados, desde su propia horfandad, siendo este el nervio y motor que la impulsaría hasta el día de su muerte.

Mujer de fuerza, de amor a su prójimo, de caridad, pero sobre todo de perdón y misericordia, entregó su noble y bondadosa alma, a Dios, pidiendo que los hondureños no dejemos de orar y que jamás perdamos la fe, en ninguna circunstancia.

Esta madre espiritual de más de 187 mil personas, partió al cielo dejando una inmensa huella terrenal del amor de Dios, abrazando a Cristo en el prójimo, y viviendo particularmente por y para sus amados niños.

Ahora contamos con una intercesora en el cielo, que cumplió su misión en la tierra, que siempre hizo la voluntad de Dios a través de una vida consagrada a Él y con su máxima de vida: “Vivir por los niños”.

Que sus hijos espirituales reciban el bálsamo del consuelo, con la certeza de que sor María Rosa vivirá a través de sus obras y de su inmenso legado de amor y que su semilla de amor continuará dando frutos siempre.

Que descanse en la paz del Señor sor María Rosa Leggol.

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