Alma de artista “Como pez en el agua“

MA
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21 de octubre de 2020
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01:03 am
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Alma de artista “Como pez en el agua“

De tal palo tal astilla

En uno de esos viajes aéreos que parecen ser eternos, tuve la oportunidad de escuchar un audio libro completo que revolucionó mi manera de pensar acerca de la educación. La verdad es que hacía mucho tiempo yo venía sintiéndome incómoda en cuanto al hecho de que cada vez cargan más a los estudiantes en las escuelas con asignaturas, proyectos, trabajos, etc., al punto que muchos de nuestros niños y jóvenes ya padecen de estrés por sus clases.

¿Estoy en contra de la educación? ¡Jamás! Pero me pregunto si en una carrera loca de superación se han perdido los parámetros correctos; ahora son casi dos décadas de estudios formales en la vida temprana de un individuo, y muchas veces solo para toparse con una realidad en donde no hay trabajo, qué ironía ¿verdad? Pero fuera del tema del tiempo y la excesiva carga académica, hay otra cosa aún más importante para analizar, y es que cada ser humano nace con capacidades, inteligencia, talentos y características muy particulares y únicas, sin embargo, los centros educativos evalúan a todos de una misma forma y califican a los estudiantes bajo dos parámetros: “correcto o incorrecto” cuando muchas veces hay cosas subjetivas en la vida que no se pueden medir con tanta simpleza.

Existe también aquella idea que las ciencias exactas son “superiores” a las otras, y que un alumno es más inteligente que otro si sus calificaciones son más altas, o si son buenos en matemáticas. No saben cuánto daño se les hace a esas tiernas plantitas con tallitos suaves y frágiles que sienten que no encajan en esos estereotipos… ¡Cuánto impacto negativo en la autoestima de tantos!

Les contaré a manera de ilustración que tuve una compañera que era una computadora parlante, todos los exámenes en los que la memorización era la clave, ella no bajaba su nota de cien por ciento; pero en una ocasión me tocó cursar en compañía de ella, una de esas asignaturas en donde el maestro decía que podíamos hacer el examen con el libro de texto abierto, pues él lo que quería evaluar era nuestro razonamiento y aplicación de los conocimientos a circunstancias definidas… mi casi perfecta amiga, apenas pudo pasar la clase en esa ocasión.
También tuve un compañero que prácticamente era un genio en contabilidad, administración, programación, en fin, en todo destacaba; el profesor ni había terminado de hacer una pregunta cuando él respondía a la perfección, para mí siempre fue un enigma por qué él no tenía promedios excelentes en sus calificaciones. Con el tiempo comprendí ambos casos, y es que hay personas que sobresalen oralmente o en razonamiento, pero no en escritura y memorización y viceversa… el problema es que casi en su totalidad los exámenes son escritos, entonces, ¿podríamos decir que la evaluación es justa?

El concepto que el audio libro del que les platiqué al inicio introdujo en mi mente es que todos tenemos un “elemento” en el cual somos buenos y nos sentimos cómodos; algunos sueñan con trabajar en un laboratorio, otros quieren cultivar la tierra, a unos les ilusiona cantar, otros alucinan con las matemáticas, algunos desean crear, otros aprender… y así la lista es enorme, pero nuestros sistemas educativos cortan con la misma tijera a todos, ¡qué tragedia! ¿No les parece? Y evaluar a cada uno bajo los mismos parámetros es como poner a un mono con un pájaro en una competencia de vuelo… ¿por quién apostarían ustedes?…

Yo sé que este tema es súper complejo porque habría que cambiar totalmente la forma de calificar y es un verdadero reto personalizar el asunto, pero pienso que por lo menos los maestros deberían estar claros acerca de estas cosas para no traumar de por vida a muchos que estarán condenados a llevarlos en sus pesadillas hasta la vejez.

Me encanta pertenecer al afortunado grupo de formadores en el área del arte; me fascina salir del “correcto o incorrecto” al “interesante, genial, único” amo saber que en el arte también se pueden dar lecciones de vida a los estudiantes, llevándolos a entender que no hay una sola respuesta a un problema si no que ¡el cielo es el límite! En el arte no hay aplazados, solo expresiones individuales de valor incalculable; como dicen por allí, en el arte, un defecto puede convertirse en un efecto…

Como padres, tenemos que poner atención a nuestros hijos; muchos tenemos almas de artistas, de científicos, de exploradores y en fin, de un sin número de vocaciones en nuestras manos, hay que exponerlos a diferentes escenarios para que ellos descubran su “elemento” solo así podremos orientarlos a una profesión en la que se sientan “como pez en el agua”.

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