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IMPARABLE la guerra de aranceles entre China y los Estados Unidos. Aunque ahora el conflicto no solo es comercial ya que escala a otros sectores de la actividad económica. Es además una pelea por el control tecnológico del ciberespacio y de las comunicaciones. A veces, pareciera una ofensiva y contraofensiva –contrario al beneficio mutuo que se deriva del intercambio y de la cooperación– para dañarse mutuamente. Con sanciones y represalias de uno y de otro lado. El gigante chino de las telecomunicaciones, Huawei –al que Washington acusa de espiar para Pekín– anunció una fuerte desaceleración en el volumen de su negocio a consecuencia de las sanciones estadounidenses. “Huawei es considerado líder mundial de la red 5G, una nueva norma de tecnologías móviles que deberá revolucionar internet”. “Suecia le excluyó de su futura red 5G, después de que Reino Unido hiciera lo mismo este verano”.
“En Francia, Huawei no será totalmente prohibido, pero los operadores que ya usan la marca contarán con autorizaciones de explotación limitadas en el tiempo, lo que debería forzarlos a cambiar de proveedor”. Huawei –aun cuando figura en una lista negra estadounidense para impedirle adquirir tecnologías «made in USA» indispensables para sus teléfonos– seguirá siendo un actor de peso mundial debido al importante número de patentes que posee en la 5G. “El grupo, con todo y el boicot, hasta hoy es el primer vendedor mundial de smartphones”. En China, ocupa una posición inigualable con el 72% del mercado. Sin embargo, pese a las zambullidas, efecto del conflicto comercial y de la pandemia, China será la única gran economía del mundo que crecerá en 2020 en medio de la pandemia, con una expansión estimada del 1,9%. «La actividad se normalizó con más velocidad de lo esperado después de que casi todo el país se reabriese en el mes de abril. India, en comparación, sufrirá un hundimiento económico del 10,3%. Japón se contraerá en un 5,3% y Rusia del 4,1%». El presidente chino, Xi Jinping, en velada advertencia a Estados Unidos, ha dicho que «el chantaje, los bloqueos y la presión máxima no llevan a ninguna parte» y que «China nunca se acobardará ante las amenazas, ni será sometida». Recién el gobierno norteamericano anunció nuevas medidas restrictivas tomadas contra medios de comunicación chinos: Yicai Global, Jiefang Daily, Xinmin Evening News, Social Sciences in China Press, Beijing Review y Economic Dail, presentados por las autoridades estadounidenses como «misiones extranjeras».
Como evidencia que lo expresado por Xi Jinping no es solo otra amenaza, China anunció “que adoptará medidas de control sobre otros seis medios estadounidenses presentes en su territorio, en respuesta a acciones similares impulsadas por Estados Unidos contra organismos de prensa chinos”: “La cadena de televisión ABC, el diario Los Ángeles Times y la emisora Minnesota Public Radio deberán aportar una lista con el nombre de sus empleados, sus bienes inmobiliarios y sus operaciones financieras en China. La medida también afectará a la página web Bureau of National Affairs (BNA), la revista Newsweek y la agencia Feature Story News. Tiempo atrás las autoridades chinas expulsaron de su territorio a corresponsales de destacados medios estadounidenses, como el New York Times, el Washington Post o el Wall Street Journal. Este gigantesco choque, con los vacíos generados –aparte del daño que hace en el ámbito general– abre un espacio de oportunidades. Bien podría ser aprovechado, con cierta habilidad, por los que no tienen vela en ese entierro, en beneficio de sus intereses nacionales.
