REBROTES, DISCIPLINA Y MASCARILLAS

MA
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3 de noviembre de 2020
/
12:25 am
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REBROTES, DISCIPLINA Y MASCARILLAS

REBROTES, DISCIPLINA Y MASCARILLAS. A propósito de los rebrotes que sufren casi todas las capitales europeas, ahora que el gentío anda despavorido –unos atentos a las medidas de bioseguridad y otros con la jeta pelada– este sería el peor momento de bajar la guardia. Aquí, finalmente, han dispuesto sancionar a los que no anden puestas las mascarillas. Anuncian desde fuertes multas hasta trabajo comunitario al que agarren in fraganti con la cara descubierta. Vea no vaya a resultar esta disposición como todo lo demás. Normas consignadas en leyes, disposiciones que constan en los papeles como una obligación, sin responsabilidad de cumplirlas o voluntad de hacerlas cumplir. Increíble que muchas personas a estas alturas de los contagios reportados y de los compatriotas enterrados, piensan que esta enfermedad es guasa. Cada cual tiene derecho de hacer un trompo de su vida. Si su gusto es contagiarse para probar si resiste la enfermedad, está en libertad de hacerlo.

Lo que no tiene derecho de hacer por respeto a los demás, es poner en riesgo la vida de otros. Esta peste no evidencia síntomas de infección sino después de varios días. Cuando el contagiado comienza a toser, a experimentar calentura y acude al hospital, sus pulmones están bastante afectados. Algunos toleran el tratamiento; pueden curarse, pero para otros ya es demasiado tarde. Cada cuerpo asimila el virus en forma distinta. Muchos enfermos que sobreviven quedan con secuelas de la infección y con cicatrices colaterales. Así como el organismo de algunos aguanta y supera la enfermedad, otros no tienen igual fortuna. Infinidad de personas por su edad, sus condiciones físicas, el hecho que padezcan otras dolencias, corren peligro. No cuentan con un sistema inmunitario apropiado de defensas. No reaccionan igual y sus organismos son más vulnerables. Así que el uso de mascarillas, no solo es una forma de cuidar la salud propia sino un comportamiento decente de consideración y de humanidad hacia los demás Como aquí hay intolerancia a las leyes, resistencia a cumplir lo que es obligatorio, y propensión a la anarquía, cada cual hace como le place. Así como las calles son un caos y el desorden impera por doquier, igual el comportamiento alborotado de muchas personas. Hasta en lo atiente a su bienestar y seguridad personal. Los bajos niveles educativos, la falta de cultura general, impiden crear la suficiente conciencia en la colectividad. A manera de ejemplo tomemos el caso de los chinitos taiwaneses que han dado muestras de eficacia en el manejo de la pandemia.

Taiwán nunca ha tenido que promulgar confinamientos estrictos. Tampoco recurrió a restricciones drásticas a las libertades civiles. ¿A qué se debe el éxito en el control de la enfermedad? A la disciplina de su población y a la velocidad de actuar de sus equipos de emergencia. A la primer sospecha de casos de coronavirus en el vecindario trancaron las entradas y ejercieron una estricta inspección de quienes ingresaban a su territorio. “Las autoridades activaron el Centro de Comando Central de Epidemias de la isla, que se estableció a raíz del SARS, para coordinar entre los diferentes ministerios”. “Aumentaron la producción de mascarillas y equipos de protección para asegurarse de que hubiera un suministro constante de EPP”. “Invirtieron en pruebas masivas y rastreo de contactos rápido y efectivo”. En resumen. Según el exvicepresidente taiwanés, un epidemiólogo de formación: «El rastreo de contactos muy cuidadoso y las cuarentenas muy estrictas de los contactos cercanos son la mejor manera de contener al COVID-19». Ah, y allá todos andan con mascarillas. No se ve el hormiguero en la calle unos con caretas y otros contagiando con la boca abierta.

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