Consideraciones estratégicas sobre una campaña política perdida

MA
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9 de noviembre de 2020
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01:23 am
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Consideraciones  estratégicas  sobre  una  campaña  política perdida

Otto Martin

Consideraciones estratégicas sobre una campaña política perdida. A pesar de que es de todos conocido que en política los cambios se producen minuto a minuto e inclusive segundo a segundo, en realidad los planteamientos iniciales de una campaña son los que generalmente deciden el resultado final.

Si un candidato basa su campaña en el tema “seguridad”, por ejemplo, tratará de relacionar seguridad en todo lo que ocurra, se trate de seguridad o no.
Desde luego que los temas no se escogen al azar, se seleccionan aquellos que más importancia tienen para el país y los votantes.

Muchos recordarán que el expresidente Clinton durante su primera campaña tenía un rótulo en su oficina que decía: “Es la economía estúpido”, para recordarle que al hablar todo tenía que relacionarlo con la economía, muy mala en ese tiempo.

El presidente Trump desde el comienzo de la campaña que lo llevó a la presidencia, se presentó como un “outsider” (alguien ajeno al sistema político) capitalizando el resentimiento que el pueblo la mayoría de las veces tiene contra sus gobiernos.

Ofreció “limpiar el pantano de Washington”, al que acusó de ser totalmente podrido y corrupto.
La estrategia le funcionó. Pero el asunto fue más allá; estando en el poder y quizá por instinto político o a lo mejor ignorancia, dedicó gran parte de su tiempo a criticar a las mismas instituciones del Estado.
El FBI, la CIA, la propia Oficina de Control de Epidemias, la querida y popular Oficina de Correos y otras no relacionadas como la prensa en general y, particularmente, periódicos como los venerables The New York Times, Washington Post y las cadenas de televisión ABC, CBS, NBC, CNN, etcétera.

Cualquiera que se encontraba al alcance de su “Twitter” recibía toda clase de críticas de un hombre acostumbrado a insultar, remedar, colocar apodos a diestra y siniestra, incluyendo mandatarios extranjeros.
Como sucede con todo populista -de izquierda o derecha- se hizo de una base de simpatizantes incondicionales, tan fuerte que una vez se atrevió a declarar que “podría asesinar un hombre a balazos en la Quinta Avenida y no perdería ni un voto”.

Su camino a la reelección estaba casi decidido, hasta que llegó el COVID-19.
Desde el principio se negó a reconocer su importancia, llegando a decir que “por milagro desaparecería”, desoyendo el consejo de sus propios expertos en epidemias y, estoy muy seguro, de sus estrategas políticos.
Se aferró a su criterio aun cuando la pandemia entró de lleno en los USA y los contagiados y muertos sumaron decenas de miles, en lugar de haber hecho del COVID-19 un tema nacional: “Compatriotas, nos enfrentamos a la amenaza más grande desde Hitler, estamos en guerra pero unidos vamos a triunfar”.
Biden, inteligentemente y con mayor experiencia política, se colocó como enemigo del COVID-19 y, con cada muerto o infectado, sus posibilidades subían.

Pero hubo algo más, los que creyeron en la posición de Biden sobre el peligro de contagio, decidieron votar por adelantado, por correo, por temor a infectarse en las líneas de votación, Trump muy equivocadamente se puso en contra del voto por correo.

A toda velocidad llegamos al día de las elecciones. Aunque inicialmente en algunos estados claves Trump llevaba ventaja, llegando al extremo de declararse ganador apenas empezó el recuento, la gente de Biden sabía que los votos por correo serían los últimos en contarse y que esos votos serían suyos.
Gritos, pataleos y rabietas, la Casa Blanca tiene que haber sido un infierno para los asistentes de Trump, aún más terribles cuando el barco empezó a hacer aguas el miércoles pasado y días sucesivos y no digamos ahora, que se ha confirmado el triunfo de Biden.
Desde luego que el COVID-19 no fue la única razón de la derrota, el deterioro de la economía tuvo que ver (pero pudo haber culpado al CV-19, cierto?).

Consideraciones finales:

Ha prevalecido el respeto de muchos norteamericanos al orden y a sus instituciones, gente normal que busca guía y liderazgo en tiempos de crisis y que no está acostumbrada a vulgaridades en un presidente.
No va a ser fácil lograr que Trump abandone la Casa Blanca, la va a pelear en todas las cortes posibles. Ojalá que a pesar de la mayoría republicana en la Corte Suprema, prevalezca la democracia; que el ganador sea aquel que en realidad sacó más votos y no el que más mintió, amenazó e insultó.

Creo que los Estados Unidos superarán la prueba del populismo y mantendrán un sistema que les ha funcionado y ha sido ejemplo democrático en el mundo durante más de doscientos años.

Nota: Es fácil escribir lo anterior después de conocer los resultados. Sin jactarme mucho debo decir que yo vaticiné lo que ha ocurrido en varios artículos desde la aparición del COVID-19.

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