¿QUÉ OCURRIÓ?

MA
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9 de noviembre de 2020
/
12:25 am
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¿QUÉ OCURRIÓ?

¿QUÉ OCURRIÓ?. FINALMENTE fue Pensilvania que inclinó la balanza. Todavía POTUS no concede la elección. No ha habido comunicación alguna entre ambos. Insiste que montaron un fraude descomunal; que la contienda “no ha terminado”. Amenaza con impugnaciones y, a partir de hoy, pelear la elección en los tribunales de justicia. En un inicio la tendencia en los estados bisagra parecía favorecer la reelección. Sin embargo, en la medida que contabilizaban los votos por correo, se rompe el suspenso. Un retorno del rebalaje con la corriente de reflujo de las aguas. Esos votos por correo –a los cuales Trump calificó de la patraña demócrata para el fraude– en muchos lugares hicieron la diferencia. Los “votos rurales” –dirían con sorna– sin que sea exacto el paralelo. Más bien la ruralidad allá sigue siendo feudo del candidato republicano. ¿A qué obedeció, entonces, la oleada favorable a los demócratas de los votos por correo? ¿No sería que las denuncias repetidas de fraude de Trump, durante la campaña, a la votación por correo, tuvo un efecto bumerán? ¿Desalentando a los republicanos sufragar usando ese mecanismo anticipado?

¿A qué se atribuye la derrota? Sin duda, como en tantas otras cosas que suceden, nada es imputable a un solo factor. Digamos, disculpar la pérdida atribuyéndola a la pandemia y a su manejo. Sí, posiblemente ello afectó. Sin embargo la retórica de Trump de culpar a los demócratas de no querer abrir el país para impedir la recuperación de trabajos perdidos y la reactivación económica, fue como música a su base conservadora. Descartar la ciencia, privilegiando la superstición, para no usar mascarillas, asegurando que el virus está bajo control, que ya vienen las vacunas y la salida a la crisis está a la vuelta de la esquina, no deja de ser algo que todo decaído quisiese que fuese verdad. Culpar a los tratados de libre comercio, como a otros países de llevarse las fábricas norteamericanas, es bálsamo para muchos sectores industriales. Alabar el uso de mecanismos controversiales de explotación para abastecerse de crudo y acabar con la dependencia de OPEC; dar rienda suelta al consumo pese a la contaminación, arguyendo que el cambio climático es ficción, cala en el estilo de vida de algunos. Culpar a los inmigrantes ilegales de robar empleos a los nacionales y propagar el delito y a China por la peste. Crear adversarios imaginarios, tanto internos como externos, para explotar los temores del ser humano exacerbando la psiquis electoral, funciona.

Pero solo, hasta cierto punto. Los gurús, del análisis político, siguen siendo James Carville y Stan Greenberg. (Los conocemos. Tuvimos el privilegio de contar con su asesoría durante nuestra campaña política). Biden gana el voto popular con 5 puntos de ventaja –no los 10 que anticipaban los demás encuestadores boca abiertas– y 306 votos el Colegio Electoral. Según Carville y Greenberg, vaya ironía, precisamente por un sentimiento mayoritario de antítesis a la retórica inflamatoria. Gracias al cambio demográfico de los sectores claves que deciden. La generación de los millennials y los Gen Z; los sectores urbanos y suburbanos, inclinan los resultados a favor de Biden. Apasionados de la causa del cambio climático. El peso de los hispanos, menos en la Florida, influenciado por el factor cubano. La creencia generalizada entre los norteamericanos que la inmigración beneficia al país por el duro trabajo que aporta no que lo perjudica despojándolos de sus empleos, de viviendas o cuidados de salud. Sí, orden y seguridad, pero no violencia ni ultraje. La percepción, que las mujeres con menos oportunidades que los hombres no exigen trato igualitario como favor especial. La acentuada impresión que el racismo y la discriminación son inaceptables. Y que ello impide el avance de las minorías y de los afroamericanos. No hay temor que el país esté al borde del socialismo y sí hay convicción que debe gravarse más a los ricos para expansión de los servicios sociales. Cierto desencanto por la división entre estados rojos y azules, y mayor deseo de verse a lo interno –y con mayor presencia de liderazgo mundial– como los Estados Unidos de América. Lo anterior no es la totalidad de razones que expliquen lo que ocurrió. Solo una pincelada. Una perspectiva, a vuelo de pájaro.

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