El huracán Eta se fue, ¿qué sigue?

MA
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11 de noviembre de 2020
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12:55 am
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El huracán Eta se fue, ¿qué sigue?

Adán Hilario Suazo Molina
Coronel de Aviación ®

Eta es más que un fenómeno meteorológico, es como una nueva versión de una película, que se exhibe en lapsos de aproximadamente cada veinte años, solo cambia de nombre y se adapta a la época; llámese Fifí, Mitch o Eta; en esencia el guion es el mismo, las mismas improvisaciones, se cometen los mismos errores, la reacción es tardía, etc., el pueblo quien es el protagonista principal, es cual al final paga toda esta suma de desaciertos cometidos.

Los escenarios por supuesto han cambiado, la necesidad por un lado, la improvisación y pésima dirección, ha permitido el crecimiento de asentamientos en zonas proclives al desastre, aún conociendo el riesgo se autorizan desarrollos habitacionales de toda escala social, solo por la ambición y el favor de los propietarios de la tierra. Por muchas leyes y reglamentos que existan relacionados al medio ambiente y urbanismos, se continúa transitando por los atajos y evadiendo lo justo y correcto. ¡Maldita burocracia dicen unos, yo diría maldita corrupción!

Ha sido imposible construir instituciones sólidas, que enfrenten situaciones como la actual, pero con profesionalismo, desarrollando planes preconcebidos, sencillos, entendibles y efectivos, en donde cada cual sepa qué hacer y hacia dónde ir. Siento mucho aceptarlo, pero desde hace nueve meses que comenzó la pandemia, pareciese, que el liderazgo y gestión ha corrido por parte de algunos medios de comunicación y periodistas que bien aprovechan la distorsión para levantar perfil político; bien se ha dicho ¡espacio vacío, alguien lo ocupa!
Los intentos por construir instituciones interinstitucionales efectivas, para solucionar el problema de emergencias nacionales, causadas por desastres naturales o generados por el ser humano, han sido muchos, es más hay un marco legal y un organismo de características funcionales, pero a la hora de su empleo no brinda los resultados esperados.

Escasas horas de que la tormenta pasó, aún con el agua al cuello, ya aparecen los aprovechados, opositores y resabidos, culpando, señalando y despotricando, sobre un asunto en el que todos somos culpables, en una y otra forma, total ¡acción u omisión es la norma!

Qué bueno fuera, que uno de estos aldabonazos, nos centrara permanentemente en nuestro quehacer y desde nuestro entorno hagamos lo necesario para corregir dichos errores; hemos observado, una labor casi imperceptible de la mayoría de las alcaldías del país, quienes muy cómodamente se tumban en la hamaca a esperar por el auxilio gubernamental, sin entender que ellos son su propio gobierno, son tan inútiles que ni siquiera tienen la visión de organizar las fuerzas y agrupaciones de su municipio para solventar lo esencial; Codem, le llaman pero pueden decirle como quieran, lo importante es organizarse; no solo estar esperando la famosa transferencia de fondos.

Sabíamos de antemano y se siguió minuto a minuto la trayectoria del huracán, pero todos solo fuimos espectadores, quienes debieron alertar y preparar el salvamento, socorro y rescate, lo hicieron tarde, y quienes debieron evacuar a tiempo tampoco reaccionaron, no se ha creado una cultura sólida en la población a este respecto, sin duda hay que educar al pueblo sobre todo lo que compete a sus deberes y derechos cívicos, la prevención es de suma importancia.

Hoy estamos en plena campaña política, en medio del COVID-19 y los efectos de Eta, y razonando a grandes rasgos: es necesario elegir nuestras autoridades, debemos preservar la democracia. Esto es por parte de nosotros los electores, pero: ¿qué de parte de los políticos?; ¿cuál es la oferta de liderazgo que se vislumbra?; ¿será que podamos esperar ¡líderes! o solo simples agitadores?

Comprendemos que nadie tiene la varita mágica o la lámpara de Aladino para transformar Honduras y volverla una potencia regional, tan solo aspiraríamos a la mínima expresión de honradez y amor patrio, alguien sin compromisos ni ataduras, antisectario y que gobierne con los mejores e idóneos, no con los activistas más cercanos.

Al final, el equipo hace el trabajo, pero las fallas las carga el jefe. La lógica elemental nos dice, si tenemos instituciones como: las FF AA, Policía Nacional, Cuerpo de Bomberos y Cruz Roja, quienes son especialistas en labores relacionadas al control y manejo de desastres naturales, y con una amplia estructura territorial, ¿para qué inventar? El concepto interinstitucional es de mando y control, no debe ser operacional y nicho para que se adjudiquen exorbitantes pilas de recursos, susceptibles a ser dilapidados o empleados en engrosar una pesada burocracia. ¡Cada quien en su campo, evitaría improvisaciones! Lo que obliga a pensar: ¡deberemos seguir viendo la misma película hasta nuestra extinción!

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