Biden no cambiará el libreto

MA
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14 de noviembre de 2020
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01:05 am
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Biden no cambiará el libreto

Esperanza para los hondureños

Héctor A. Martínez
(Sociólogo)

Tras la victoria de Joe Biden, sus seguidores apuestan a que el candidato ganador cerrará el libro de la historia norteamericana, y escribirá uno nuevo para borrar de una buena vez la imagen aborrecible de Donald Trump. Pero se equivocan: ese libro seguirá siendo el mismo, y a Biden le tocará agregar un capítulo más. El sistema social norteamericano no ha cambiado desde el siglo XIX -ni cambiará-, y ningún gobernante, por conservador o progresista que se proclame, podrá cambiar la esencia del espíritu de esa gran nación.

Una vez que Trump se largue de la Casa Blanca, los demócratas tendrán que encarar un rosario de problemas, entre ellos, esa incomodísima piedra en el zapato que para los gobiernos norteamericanos representan el asunto migratorio y el tema del narcotráfico, verdaderos dolores de cabeza para las administraciones en los últimos treinta años.

El problema de Biden no será el de reconstruir el país, sino el de lidiar con los conflictos sociales que, como el racismo y la xenofobia, retoñaron en la era de Trump y ahora están más vivos que nunca. En lista de espera se encuentran las demandas exigidas por los grupos radicales que apoyan el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo y la legalización de la mariguana, que harán de las cámaras legislativas, verdaderas arenas para gladiadores, si tomamos en cuenta que la norteamericana, es una sociedad de tradiciones bien arraigadas, de modo que resulta fácil imaginar las pugnas que surgirán en los próximos años.

Fuera de esos problemas que se resolverán con algunas reformas, Biden jamás pondrá en peligro la estabilidad -o el equilibrio social como le llaman los sociólogos funcionalistas-, ni permitirá que ninguna fuerza interna, o externa que provenga más allá de sus fronteras en forma de terrorismo, migración o narcotráfico pueda alterar el orden establecido. El éxito de los norteamericanos para lograr la estabilidad social ha sido la impecable coordinación de sus instituciones, que funcionan como una máquina perfectamente sincronizada para que todos los ciudadanos, sin distingo alguno, puedan tener acceso a los bienes y servicios ofrecidos por sistema, esto es, empleo, salud, educación, justicia y seguridad ciudadana.

El norteamericano de cepa pura no concibe una vida sin comodidades y sin seguridad, por eso el sistema, a través de sus instituciones, le ofrece todas las posibilidades para que pueda alcanzar el sueño de una vida confortable en la que puedan crecer sus hijos sin limitaciones de ninguna especie. Desde luego que, sin una economía sana, la estabilidad social jamás será posible; de modo que Biden deberá fortalecer el libre mercado, haciendo a un lado esa odiosa política económica basada en el intervencionismo estatal que tanto daño le ha hecho a los Estados Unidos desde la época del “New Deal” de Roosevelt. En resumidas cuentas, Biden deberá aceitar los engranajes para que la máquina social funcione correctamente.

Norberto Bobbio dice que la democracia jamás se degenera, sino que sus principios se adaptan a la realidad. Ni con Biden ni con ningún otro presidente habrá una inclinación hacia la izquierda, ni habrá una contaminación de los valores fundamentales norteamericanos que ponga en peligro la tan preciada estabilidad social, es decir, la paz, el confort y el sentido de la libertad. Es cierto que los demócratas son muy dados a “meter la pata” en sus decisiones, pero, al igual que los republicanos, son conscientes de que demasiada democracia no es saludable para ningún sistema social: saben hasta dónde pueden estirarse.

Biden no alterará el orden del sistema: el libreto del espíritu norteamericano es bastante claro como su antiguo y latinizado lema que aparecía en el sello nacional, y hoy en día en algunas monedas: “E pluribius, unum”: o, mejor dicho: “Aquí hay para todos, pero respetemos el uno”. Y estamos claros quién es exactamente ese Uno.

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