La Palabra de la Academia Hondureña de la Lengua: El léxico compartido entre Centroamérica y México

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15 de noviembre de 2020
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12:45 am
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La Palabra de la Academia Hondureña de la Lengua: El léxico compartido entre Centroamérica y México

Dilia Celeste Martínez
Máster en Español como Lengua Extranjera

En principio, podríamos considerar a Centroamérica como una zona dialectal sin tener que incluir a México, pero resulta necesario debido a las muchas características que también tiene en común con los dialectos de El Salvador, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá.

Para poder hablar del léxico compartido entre México y Centroamérica, nos situamos en el siglo XIX cuando comienza el interés por estudiar la relación que había desarrollado el español en contacto con las lenguas indígenas. Esto significó el inicio de la era dominada por la teoría del sustrato, la cual sostiene que el español de América ha sido fuertemente influido por las lenguas indígenas.

Quesada Pacheco (2008:19) afirma que de todas las lenguas amerindias fue el náhuatl la que más interés causó en los estudiosos de la época:

Esta tendencia, que bien se podría llamar nahuatlista o nahuatista, se intensifica a partir de la segunda mitad del siglo XX con las publicaciones de estudios como los de O. Schumann (1987) para Guatemala, P. Geoffroy (1982 y 1987) para El Salvador, V. Arroyo (1953) para Costa Rica, y C. Mántica (1989 y 2000) para Nicaragua. El interés por el sustrato indígena llegó a ser tan intenso, que varios defensores de esta tendencia llegaron, por una parte, a ver el español centroamericano como un castellano forrado de voces y giros lingüísticos de origen náhuatl; y por otra, a creer que el contacto fue anterior a la conquista española y, en consecuencia, el caudal de voces náhuatl en el español es herencia precolombina.

Ahora bien, respecto al plano léxico actual del español de esta zona, Moreno Fernández (2017:59-60) destaca que muchos vocablos de esta zona deben su existencia en español al contacto entre con las lenguas indígenas. Otros, siendo de origen hispano, han tenido un desarrollo específico. De las voces compartidas por mexicanos y centroamericanos hay bastantes ejemplos, sin necesidad de recurrir a los indigenismos comunes. Nos muestra algunas de esas voces:

Banqueta ‘acera’, ‘vereda’; cajeta ‘dulce de leche’; catrín ‘bien vestido, engalanado’; chamaco ‘muchacho; niño, novio’; charola ‘bandeja’; chile ‘pimiento, guindilla’; farolazo ‘trago de bebida alcohólica’; gracejada ‘payasada’; lepero ‘soez, ordinario’; metiche ‘entrometido’; refundir ‘perder, extraviar’; saber ‘soler’; sarniento ‘sarnoso’; timba ‘panza, barriga’; timbre ‘sello postal’; ticano ‘depósito de agua’; trincar ‘apretar, oprimir’ […] en el campo de los indigenismos, la lengua originaria que más voces ha aportado al español a lo largo de la historia ha sido el náhuatl. Hay muchos nahuatlismos que son de uso corriente solamente en México o América Central.
Este tipo de cambios léxicos son la consecuencia del contacto entre lenguas, y el resultado son estas voces incorporadas al español desde las lenguas amerindias. En este caso de léxico en común en el español de México y Centroamérica mencionamos como principal referente al náhuatl, aunque no es el único.

Referencias bibliográficas:

Moreno Fernández, F. (2017). Las variedades de la lengua española y su enseñanza
(2da ed.). Madrid: Arco/Libros.
Quesada Pacheco, M. (2008). «El español de América Central ayer, hoy y mañana».
Boletín de Filología, 43(1), 145–174.

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