HABLEMOS DE ARTE: LA VIDA ES BELLA

ZV
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17 de noviembre de 2020
/
12:02 am
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HABLEMOS DE ARTE: LA VIDA ES BELLA

Keyla Morel

Como artista, veo con preocupación el futuro de nuestros niños en medio de tanta calamidad, pero no me preocupa tan solo su integridad física, sino también la emocional… ¿Qué futuro sentirán que tienen en nuestro país en medio de tanta desgracia? y ¿Qué de aquellos que nacen con la sensibilidad agudizada porque tienen almas de artistas?

Hace algún tiempo escuche una reflexión que de verdad me dejó pensando; alguien decía que los niños creen absolutamente todo lo que se les diga en su primera infancia, así, por ejemplo, si uno les dice que existe el ratón de los dientes o San Nicolás, ellos aceptan el hecho sin filtros de ningún tipo, simplemente reciben la información y la creen como cierta. Recuerdo ahora el caso de un amigo que me contaba que cuando estaba pequeño, sus padres le compraron una capa de Superman, y él, inmediatamente se la puso, se subió a un muro de unos dos metros de altura y saltó, pensando que podría volar… ¿el resultado? Sus dos brazos rotos y la más grande desilusión acerca de sus “súper poderes”.

Me pregunto qué les estamos diciendo a nuestros niños en estos tiempos; qué les contestamos cuando vienen a nosotros con sus inquietudes y sueños. Recuerdo también con una sonrisa en mi rostro lo que me contó alguien acerca de su nieta de seis años: resulta que la niña es sumamente inteligente y soñadora, ella le dijo a su abuelo que cuando fuera grande quería trabajar en la NASA como científica. Un día, viendo las noticias, observó una de las famosas caravanas hacia el norte que se organizan en nuestro país, ella, emocionada exclamó: “¡abuelito, guárdame cupo en la siguiente caravana porque quiero ir a la NASA!” ¡que inocencia tan pura! Pero… ¿Qué hacemos nosotros con esas mentecitas tan ingenuas y creyentes? ¿Qué les decimos? ¿Qué les hacemos creer acerca de la vida? Tal vez ustedes tuvieron la oportunidad de ver la película ampliamente galardonada “La vida es bella” dicha producción trata mayormente de como un padre protege y logra hacer sobrevivir a su pequeño hijo dentro del más cruel campo de concentración en el que maltrataban y les hacían la existencia miserable a sus ocupantes. En la historia, el padre muere, en la lucha por hacer que su hijo sobreviviera, pero lo que siempre me ha conmovido de la historia, es cómo el protagonista se preocupó a la par de la integridad de la vida física de su hijo, del estado mental del pequeño, pues siempre le hizo creer que estaban en medio de un juego; que todo era parte de la diversión y que al final de todo “La vida es bella”.

Yo no desconozco el nivel de las tragedias que estamos atravesando, pero tampoco desconozco la facilidad con que se puede hacer que una mente infantil pueda percibir las cosas como nosotros queramos que las asimilen; por lo mismo hoy les pregunto ¿Qué les estamos diciendo a nuestros hijos? Si ellos pueden creer que son capaces de volar con ponerse una capa ¿adivinen que creerán si les decimos que no hay esperanzas, o que ellos son incapaces de hacer nada en la vida? Justamente en estos tiempos de crisis debemos poner mayor cuidado de no llenar a nuestros niños con frustraciones y desilusiones que no les corresponde cargar. He tenido la oportunidad en estos días de interactuar con niños pequeños por tema de clases de arte, y se alegra tanto mi corazón cuando veo que ellos son receptivos y pueden transportarse por un rato a un mundo de lápices y papel y disfrutar el momento a lo grande a pesar de todo lo que sucede a su alrededor. Tratemos de hablar de tal forma que esas “pequeñas orejitas” nunca duden de su valor y posibilidades en la vida. Pienso que nuestro papel como formadores incluye el dar ánimo y crear un espíritu de lucha y valor a nuestros pequeños.

Termino citando un fragmento de una melodía del artista español Marcos Vidal, de una canción que le dedicó a su hijo al nacer, es justamente lo que yo les he querido transmitir a mis hijos, dice así: “Y en un mundo fiero, tu serás feliz, sabe Dios cuanto te quiero, y cuanto le hablo de ti…”.

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