Las inundaciones del Valle de Sula

MA
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18 de noviembre de 2020
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12:27 am
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Las inundaciones del Valle de Sula

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Las inundaciones son producto de fenómenos naturales que no podemos impedir y que son parte del proceso vital de autoregeneración.
El ciclo del agua se inicia cuando, la que se halla en estado líquido en la superficie terrestre (que está siendo modificada por efecto del cambio climático), se evapora y asciende para formar nubes, las nubes son condensadas por el cambio de temperatura y caen en forma de lluvia para surtir ríos, lagos y mares.
Aunque el volumen del agua en la naturaleza es constante, lo que cambia es la forma en que cae. Si lo hace con normal intensidad, de hasta 30 mm en 1 hora, a lo largo de varios meses, los ríos no desbordan ni causan daños; más de 60 mm se considera torrencial.

Pero cuando las nubes llegan a acumular grandes cantidades de agua, como en el caso de la formación de huracanes, y se precipitan con desmesurada intensidad, de hasta 700 mm, las inundaciones de las planicies son inevitables y los onerosos bordos nada pueden hacer.
Son muchas las causas que modifican el equilibrio del ciclo del agua, y pueden tener múltiples orígenes; modificación del medio, cambios morfológicos, meteorológicos, etc.

Pero las inundaciones no solo provocan destrucción, también fertilizan y regeneran los suelos, lo que beneficia la producción en el agro. Egipto fue rico y poderoso, por la gran cantidad de cereales que cosechaba, gracias a la fertilización que dejaban en sus tierras las crecidas del río Nilo. Pero los egipcios aprendieron a convivir con su río; se dice que un rey sacrificaba prisioneros en su nombre, para que no faltaran las habituales inundaciones.
Si nosotros sabemos que cada 15 ó 20 años va a darse una inundación en un sitio, ¿por qué, entonces, tenemos que elegirlo para construir allí una fábrica o nuestra vivienda?

Sí, es cierto que el hombre no puede cambiar la mecánica de la naturaleza, también es cierto que es capaz de construir obras que controlen y mitiguen los daños. Con represas y un apropiado manejo de las cuencas, el hombre no solo puede controlar los caudales, sino que aprovechar su potencial para la generación de energía eléctrica, suministro de agua a los hogares e instalar sistemas de riego.

Las alternativas que se presentan son: 1. O nos resignamos a perder tantas vidas y reconstruir lo mismo cada 20 años, o 2. Nos decidimos a enfrentar inteligente, honesta y técnicamente la situación.
Al Valle de Sula (aunque el oriente y sur del país también son víctimas del fenómeno), son dos los grandes ríos que lo irrigan y cada cierto tiempo lo inundan: El Ulúa y el Chamelecón.
El caudaloso río Ulúa, está alimentado por 6 afluentes principales, cuyas cuencas son las que lo nutren y lo vuelven poderoso: Higuito, Jicatuyo, Grande de Otoro, Comayagua, Mejocote y Sulaco. El Chamelecón por 2: el Blanco y el Chamelecón

Ahora bien, la magnitud de los caudales de estos afluentes es tal que una sola represa no es suficiente para evitar las inundaciones del valle; algunos requieren 2 y hasta 3 represas.
Después del huracán Mitch, el expresidente Zelaya, “comandante vaquero” de la revolución del siglo XXI, contrató de manera directa con la firma Odebrecht la construcción de las represas Los Llanitos y Jicatuyo, obras que la burocracia y la corrupción solo usaron para beneficio propio. 10 años después de aquel frustrado intento, nada se ha hecho.

Hace 5 años, el dos veces Presidente actual declaró que se estaba dando inicio a la construcción de la represa El Tablón, con la inversión de empresarios nacionales ahí presentes, lamentándose que no se hubiera construido hace 50 años. Hoy vemos que aquellos empresarios hicieron otros negocios con la administración, y que el gobernante está por terminar su segunda gestión, pero de represa… nada.
Supongo que necesitamos otra clase de gobernantes (y de inversionistas), unos que lleguen con el compromiso verdadero de servir al país y no a servirse de él. La pregunta es: ¿Los podremos encontrar? Depende de nosotros, que somos los que los escogemos.

Carlos E. Ayes
Tegucigalpa, M.D.C.

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