TONCONTÍN

MA
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18 de noviembre de 2020
/
01:04 am
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TONCONTÍN

GANADORES Y PERDEDORES

NOS escribe un asiduo lector. “Igual que en las crisis anteriores el capitalino aeropuerto Toncontín es el que está dando la cara”. “La carretera a Comayagua, no se sabe en qué condiciones estará” y si vaya a resistir los rigores de las tormentas que azotan el país. “El Villeda Morales inundado” hasta el pescuezo y posiblemente “inhabilitado en eventos como estos”. “Una sugerencia respetuosa; tocar este tema en alguno de sus editoriales y tal vez, podemos aún hacer conciencia en las autoridades que no se cierre Toncontín, independientemente que echen a funcionar Palmerola”. No deja de tener razón. Aparte que complace saber que todavía haya capitalinos amantes de su patrimonio queriendo preservar el aeropuerto de la ciudad. No solo porque al perder el aeropuerto la capital reduce su categoría, su prestancia de ciudad completa, sino también porque se esfuma toda la actividad directa y subsidiaria que la facilidad aeroportuaria genera.

Pasan ya varios años de aquella vez que, por un fatal accidente, decidieron cerrar Toncontín para ir a acomodar hangares aledaños a la pista de Palmerola –obras que nunca cuajaron– ofreciendo aquella distante localidad como alternativa aeroportuaria. Los kilómetros recorridos para llegar al destino –ida y venida– solo consiguieron atestar de vehículos la carretera. Dijeron que aquellos congestionamientos se resolverían con la construcción de una gran autopista de varios carriles. De allá para acá hubo mejoría a la infraestructura vial. Solo que una concesionaria extranjera que ganó la administración del negocio, todos los años incrementa el precio del peaje. De tal suerte que uno de tantos incrementos al costo del transporte va a sacar de competencia a Puerto Cortés. Que pese a toda la infraestructura portuaria, con lujo de carreteras de interconexión, que construyen los vecinos para montarle la competencia y sacar mercadería por el Atlántico, sigue siendo el puerto insignia de gran calado de la región. Si no es que lo amuelan los peajes, con costos prohibitivos de transporte terrestre de las mercancías. Pero no nos salgamos del tema. Una protesta de los maleteros inició la defensa de Toncontín. Luego la alcaldía municipal tomó el tema como bandera consiguiendo inflamar la opinión pública. La reacción de los capitalinos y la imposibilidad de improvisar soluciones en Palmerola, consiguieron la reapertura. El incidente provocó una remodelación de la terminal –a cargo de la concesionaria– y el alargamiento de la pista de despegue y aterrizaje. La concesión de aeropuertos en días recientes pasó a otras manos.

Siempre hay que agradecer la confianza que los lectores depositan en la influencia –poca por cierto– que tienen estos editoriales sobre los actores que toman las decisiones. La fe que guardan que un escrito vaya a producir el efecto milagroso de rebalaje. No queriendo desalentar al lector sobre la naturaleza de su propuesta –aunque cuando se antoja que “este macho es mi mula” las decisiones son irreversibles– intentamos cambiar la plática respondiendo así a su mensaje: “Pero si eso de conservar Toncontín, la municipalidad no lo defiende”. La respuesta no se dejó esperar: “Nosotros desde la Cámara –CCIT– tratamos por todos los medios, pero no hubo manera de lograr apoyo de la alcaldía”. Necio sería, de parte nuestra, continuar la conversación insistiendo en las razones. Optamos mejor por complacer la sugerencia y escribir el editorial. Sin la ilusión que vaya a tener algún resultado.

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