Entre COVID-19 y huracanes

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20 de noviembre de 2020
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12:04 am
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Entre COVID-19 y huracanes

Por: Ángela Marieta Sosa
Especialista en derechos humanos
Entre COVID-19 y huracanes, “Honduras grita auxilio y llora sus pérdidas”. Los derechos humanos se han visto afectados y hasta extinguidos, los factores de riesgo social de las poblaciones en situación de vulnerabilidad se han multiplicado aceleradamente, a causa del COVID-19 y de los huracanes Eta e Iota, contexto propicio para la regresividad, y escenario en el que ahora se encuentra nuestra población, golpeada por la pandemia que generó y sigue causando muerte y falta de acceso a la salud, y los desastres naturales, que están socavando aún más, la economía y el avance en desarrollo alcanzado en este siglo.

Esta experiencia nos demuestra nuestra falta de prevención y gestión oportuna de riesgos, caracterizándonos por el inmediatismo y el reaccionismo, ¡en todo!, como dicen por el pueblo: “bomberos emocionales, apagando fuegos”, pero entonces, ¿qué hay del diagnóstico topográfico e hídrico?, ¿realmente conocemos la tierra que habitamos?, ¿pudimos prevenir todos los desastres que se están viviendo?, ¿pudieron reubicarse en zonas organizadas que contaran con servicios básicos, las personas que invaden riveras de ríos, en búsqueda de oportunidades de sobrevivencia?, ¿qué temas han sido prioritarios en la agenda urbana y rural?, ¿y quiénes sabíamos de los niveles de extrema pobreza tierra adentro, en los lugares más recónditos de nuestros municipios?…

Ciertamente, todos los hondureños, hemos tenido ante nuestros ojos una realidad, ¿y qué hemos hecho?, ahora, los ríos desbordados y los puentes caídos nos han puesto en bandeja la muerte, la pérdida de viviendas y objetos que costaron años y vida para adquirirlos, y nos grita todo lo que hemos dejado de hacer. Todos y todas, tenemos un grado de responsabilidad, nos mal acostumbramos a pedir justificándonos en una emergencia humanitaria, y muchos, en el río revuelto, hasta le quitan a los más necesitados las ayudas, no hemos aprendido a forjar nuestro futuro desde nuestros esfuerzos, todo lo debe dar un gobierno.

Aquí no solo los gobiernos son responsables, también nosotros, por nuestra falta de cultura de respeto a los derechos humanos, al medio ambiente y de prevención en nuestras decisiones diarias. Hemos obviado que “los pobres son muchos y por eso no podemos olvidarlos” (Poema Roberto Sosa), pero ahora, más que nunca, ellos “los pobres” nos lo recuerdan en cada semáforo, en cada retorno periférico, en cada autoservicio de comidas rápidas, conmoviendo o profundizando la aporofobia que muchos sienten por ellos.

Entretenidos, así nos pasamos la vida, detengámonos a pensar por un momento, otros le llamarán orar, otros meditar, ¡llámele como quiera!, pero es momento de hacer un “stop”, revisemos nuestro proceder, y tomemos mejores decisiones, seamos solidarios sí, pero fomentemos el empleo y no la mendicidad, busquemos trabajo asalariado, pero también busquemos el emprenderurismo, razonemos antes de actuar y dejemos a nuestros hijos e hijas legados de honestidad y fe, para que a pesar de las circunstancias, crean que todo puede cambiar con esfuerzo, perseverancia y una mente positiva.

Esta extrema situación en la que muchos países nos encontramos sumergidos es también una oportunidad para reestructurar con inteligencia y estrategia, nuevas estructuras urbanas y rurales amigables con el ambiente, a largo plazo invertir en el desarrollo sostenible y en una buena educación es un “buen negocio”, pues ya lo dijo Angela Merkel: “La falta de educación implica un costo elevado para los gobiernos”.

La falta de prevención es una de las debilidades estructurales de los países centroamericanos, Honduras especialmente, en su historia, no ha tenido inversiones significativas en infraestructura de aguas negras, acueductos, alcantarillados y muros de contención para fortalecer los causes de los ríos, si así fuese, las obras de mitigación hubiesen evitado estos desastres.

Es tiempo de restaurar y potenciar nuestras fortalezas, si Honduras en su mapa hidrográfico presenta veintiún ríos importantes, no deberíamos tener escasez de agua, y si tiene una topografía irregular deberían ocuparse las zonas de menos riesgo, y si su tierra es fértil, así como se talan árboles, se debe triplicar la siembra de estos. ¿Es tan difícil hacer lo correcto, y lo mejor para los demás?, ¿acaso el sentido común no es “común”?

Vendrán grandes oportunidades para enmendar el camino, Dios ilumine nuestras decisiones, para aprovecharlas como es debido y poder recuperarnos de este retroceso socioeconómico sin precedentes, que ha marcado nuestras vidas y la de nuestras futuras generaciones.

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