Biden y Centroamérica

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27 de noviembre de 2020
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12:29 am
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Biden y Centroamérica

Por: Álvaro Sarmiento
Especialista Internacional en Comercio y Aduanas

Biden y Centroamérica. Dicen que los números no mienten y los economistas parecemos tener una especial “fe” en las estadísticas, aunque sean un poco engañosas, pero en el caso del interés y conocimiento del Joe Biden, sobre Centroamérica y muy especialmente sobre los países del Triángulo Norte (TN) Honduras, Guatemala y El Salvador, es bastante notorio. EL vicepresidente Biden visitó oficialmente Guatemala en junio del 2014. Después en marzo del 2015 nuevamente a este país donde dialogó con gobernantes del Triángulo Norte para ratificar el apoyo al Plan de la Alianza para la Prosperidad y tocó puntualmente el tema de la Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG) en Guatemala y su potencial creación en El Salvador y Honduras. Un testimonio fotográfico bastante paradigmático de esa visita, es el recibimiento en el Palacio Nacional por parte del presidente Otto Pérez y la vicepresidenta Roxana Baldetti, hoy día en prisión, acusados en parte por investigaciones de la propia CICIG. La tercera visita en enero del 2016 durante la toma de posesión de Jimmy Morales como presidente de Guatemala. El común denominador de todas esas visitas fueron las reuniones con los presidentes del Triángulo Norte y seguramente los temas se repitieron, migración, seguridad, comercio y lucha contra la corrupción.

Aunque las comparaciones son odiosas, pueden ser útiles, el presidente Trump únicamente realizó una sola visita a un país latinoamericano, Argentina, durante una cumbre del G20. Tampoco es un secreto que la doctrina de política exterior con Latinoamérica los últimos cuatro años, ha estado bastante alejada de las prioridades en Washington.

Es poco probable que el pensamiento del vicepresidente y del presidente Biden y su perspectiva e interés sobre Centroamérica se modifique. Aunque las prioridades de EUA seguirán siendo otras.

Es un hecho que la política exterior de los EUA, el país más poderoso del mundo y nuestro principal socio comercial sufrirá cambios importantes a partir de enero próximo. El conocimiento personal (sin interlocutores) sobre la realidad regional, los males endémicos, el resultado poco significativo de ciertas acciones de los últimos años por ejemplo en la parte migratoria seguramente provocarán un “golpe de timón”, para el Triángulo Norte.

La “doctrina Biden” parece estar orientada a una alianza estratégica para mejorar sustancialmente las condiciones de vida en nuestros países, como un imán que retenga y evite el fenómeno migratorio. Seguramente, una iniciativa como la de “Plan de la Alianza para la Prosperidad” tendrá su relanzamiento o algo parecido.

Pero todos estos esfuerzos externos, tendrán pocos frutos, en la medida que las condiciones de inseguridad y debilitamiento del estado de derecho, y el reiterado irrespeto/desconfianza en las instituciones del Estado sigan por el mismo rumbo. Los disturbios que vivimos en Guatemala recientemente, instrumentalizados o no, se alimentan de un descontento generalizado, donde el rechazo hacia los tres poderes del Estado es una bomba de tiempo contra la república. Nos disponemos a convertir a nuestros países en caldo de cultivo para que surja un pseudo caudillo, un mesías, que bajado del cielo (o más bien del mismo infierno), prometa y convenza a los catrachos que es el salvador de todos los males, incluido el de la COVID-19.

Recordemos que la raíz de los problemas no está en los actores, más bien en el sistema, lo que invita a pensar seriamente en modificar la Constitución para devolver a cada uno más soberanía y limitar sustancialmente el poder gubernamental. Mientras tanto es conveniente prepararse frente al “golpe de timón”.

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