Entre la pesadilla y el dolor el espíritu solidario está presente

ZV
/
29 de noviembre de 2020
/
12:38 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Entre la pesadilla y el dolor el espíritu solidario está presente

El pastor César Armando Ávila, entrega a una señora de la tercera edad un donativo de alimentos y ropa.

Autor: Luis Alonso Gómez Oyuela
Email:[email protected]

DANLÍ, El Paraíso. “No despertamos de la pesadilla”. Este fue el titular de este rotativo en una edición especial del 5 de diciembre de 1998. Ahora los titulares han sido diversos en esta otra pesadilla que jamás pensamos volver a vivir. Mitch, según los reportes en aquel momento trágico dejó 6 mil seiscientos muertos, 11 mil novecientos noventa y ocho heridos, 8 mil cincuenta y dos desaparecidos, 1,393,669 damnificados, 2,100,71 evacuados y 233, 703 casas dañadas. Lo de Eta y Iota, aún no ha sido cuantificado. Entre Mitch y los dos últimos fenómenos, existe una gran diferencia. En 1998 el gobierno, el pueblo y la comunidad internacional nos ayudaron a levantarnos. Lo esencial y hay que decirlo, el gobierno sustentaba credibilidad entre los cooperantes internacionales.

Damnificados de Yamales, reciben ayuda alimentaria.

Hasta el momento de escribir este reportaje, los hondureños no logramos salir del trauma. En pocas palabras, es una tragedia nacional a la que el pueblo está haciendo frente con verdadero estoicismo. No solo se trata de reconstruir un país en ruinas, hay que reconstruir vidas, quizá la tarea más difícil ante una realidad palpable donde hay miles de familias afectadas psicológica, moral y económicamente. Todo lo perdieron. Lo trágico es que tierra adentro, los daños son irreversibles en varias comunidades rurales con la pérdida de viviendas a consecuencia de los deslizamientos de tierra, la infraestructura vial destruida.

En lo que respecta a la zona suroriental, departamento de El Paraíso, el municipio de Trojes es el más afectado. Centenares de familias sufrieron los embates de la tormenta. En la comunidad de Río Arriba los fuertes vientos derribaron techos dejando a la intemperie y bajo la pertinaz lluvia a varias familias. Un alud de agua y lodo destruyó varias viviendas en Santa Fe, afortunadamente no hubo pérdidas humanas. En la comunidad de Planes, siempre en el municipio de Trojes, la aldea quedó parciamente destruida por un alud de agua y lodo.

Vecinos de El Terrero, escuchando al pastor Allan Flores.

Las constantes lluvias en la zona mantienen en constante zozobra a los pobladores. Un vecino de la comunidad de Santa Fe, dijo haber escuchado una fuerte explosión minutos antes del deslizamiento, “sentimos que tembló la tierra y de pronto el cerro reventó en agua y lodo, gracias a Dios logramos escapar. Una familia en la comunidad de Río Arriba, dijo: los fuertes vientos arrancaban árboles de tajo, los techos de las casas volaron, el terror se apodero, de todos, pero aquí estamos con vida reconstruyendo nuestras viviendas ayudándonos mutuamente, expresó Carlos Oyuela.

La urgencia actual es reparar las carreteras para que la ayuda llegue a los damnificados. La gran mayoría son pequeños caficultores, gente luchadora que trabaja para subsistir, que necesitan ayuda económica, víveres, atención médica. Muchas familias están afectadas por problemas en la piel, entre otras patologías; hongos en los pies y manos. El dengue y enfermedades gastrointestinales por el consumo de aguas contaminadas, ya que la totalidad de acueductos fueron destruidos.

Imagen para ilustrar las secuelas de la destrucción del Mitch en Morolica en 1998.

Junto el pastor de la Iglesia Evangélica Fuente de Vida y miembros del Consejo de Oriente, el pasado miércoles se hizo entrega de ayuda consistente en víveres, ropa y material de higiene en Santa Fe, Planes, El Portillo y El Terrero, en esta última comunidad, fueron beneficiadas 60 familias, en su mayoría personas mayores. En otros sectores los jefes de familia se desplazan a pie para recibir las raciones porque no hay acceso a sus comunidades. Lo importantes es que las entregas de alimentos están llegando a la gente que lo necesita en forma individual. La atención es de carácter humanitaria y Dios está utilizando a los pastores para esta misión humanitaria, en consecuencia, las ayudas son asignadas a la mayoría de gente pobre sin condiciones de ninguna naturaleza.

Una señora mayor en la comunidad de El Terrero, cuando recibió la ayuda se le rodaron las lágrimas, “gracias, aquí nadie había venido, solo confiamos en Dios y miramos al cielo todos los días para que salga el sol y deje de llover”. Un anciano junto a su nieta, esbozó una gran sonrisa de satisfacción, “vivimos del trabajo diario, ahora no hay empleo, nadie nos contrata, las cortas de café están paradas porque no hay forma de sacar el café de las fincas, esta ayuda, viene de Dios y no de los políticos, gracias”, repetía con insistencia.

Entregando ayuda a los damnificados de El Terrero y otras comunidades.

El panorama es sombrío, esto es solo el comienzo de un largo camino hacia la recuperación. La gente no solo necesita comida, necesita esperanza para vivir y confiar en la misericordia de Dios y la generosidad de las personas que nos han confiado esta misión. Sin embargo, como pastores tenemos una deuda con Dios, dar más amor al prójimo para cumplir la misión que nos encomendó.

Es importante destacar la gran labor realizada por la Iglesia Católica en varias comunidades, caso específico en las comunidades de Santa María, Jamastrán, donde los daños fueron cuantiosos por el desbordamiento del río Guyambre que arrasó la totalidad de cultivos de granos básicos, dejando a su paso varias familias damnificadas.

Gracias a Dios el espíritu de solidaridad todavía existe. A ninguno de los beneficiarios, se les pide la tarjeta de identidad e ideología política y religiosa. Solo son seres humanos necesitados de ayuda en las circunstancias actuales. Es solo del comienzo de una larga jornada de reconstrucción humana.

Parte de las 60 familias beneficiadas por la Asociación de Iglesias Centroamericanas y un donativo anónimo.
Expresión de alegría al recibir la ayuda alimentaria.
Reconstruyendo sus viviendas azotadas por la tormenta.
Esta señora lloró de gratitud.
Más de Dominicales
Lo Más Visto