Hablemos de Arte: Crear y Creer

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1 de diciembre de 2020
/
12:33 am
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Hablemos de Arte: Crear y Creer

Keyla Morel

Se dice que la creatividad es la capacidad de generar nuevas ideas o conceptos, de nuevas asociaciones entre ideas y conceptos conocidos, que habitualmente producen soluciones originales. La creatividad es sinónimo del pensamiento original, la imaginación constructiva, el pensamiento divergente o el pensamiento creativo; es, en síntesis, una habilidad típica de la cognición humana. Su importancia radica en que es fundamental en el progreso y bienestar social; la capacidad que tenemos de cambiar las cosas y las personas a través de la creación es clave para encontrar soluciones a los retos que se nos presentan cada día para mejorar nuestra vida, nuestro entorno y por consiguiente nuestra sociedad.

Estuve leyendo un poco acerca del tema y es muchísimo lo que podría resaltar como datos curiosos, por ejemplo: los hombres más creativos tienen un índice de “femineidad” más acentuado que los que no lo son, esto lo determinan mediante algunos test psicológicos, y eso ¿Por qué será? Bueno, por lo general son más sensibles e intuitivos que sus compañeros, características que, por naturaleza, son más comunes en las mujeres; lo anterior no debe confundirse jamás con temas de ideologías de género, creo que en mezclar una cosa con la otra es que muchas veces se cometen errores graves de criterio.

También otro dato interesante es que las personas más creativas entran en uno de dos grupos: los científicos y los artistas, sin embargo, los que más rienda suelta dan al pensamiento imaginativo son los artistas, pues los científicos, muchas veces son un poco “cerrados” y son también muy respetuosos de reglas y jerarquías de autoridad. Algo que también me pareció muy revelador, fue saber que las personas más creativas, por lo general no tienen una vida social muy “frondosa” por decirlo de alguna forma; ellos enfocan su energía y tiempo en crear y como consecuencia, las relaciones humanas por lo general no son su fuerte, aunque muchas veces son quienes mejor pueden darles sentido a muchas cosas existenciales, pues suelen tener un análisis más profundo en casi todos los aspectos de la vida.

Escuché a un especialista en temas de superación personal citar a una eminencia en el campo del pensamiento humano, cuando dijo que el avance más importante en el siglo XX era el hecho de comprobar que todo lo que un hombre puede imaginar, eso mismo puede realizar… interesante ¿no?

Todavía recuerdo cuando estaba pequeña y miraba programas en los que las personas se comunicaban por medio de relojes y cómo yo quedaba asombrada pensando que eso solo podía ser producto de la imaginación de un creador de contenido de ciencia ficción, y hoy en día, ya estamos viviendo una era en la que son posibles esas, y mil cosas más. Hay mucho de lo que ahora disfrutamos gracias al genio creativo de personas que se atrevieron a soñar en grande y contra todo lo establecido y socialmente posible y correcto. Me pregunto qué habría pasado si estos inventores, creadores, artistas y científicos hubieran vivido en ambientes restrictivos, o por ejemplo, en medio del hambre, desnutrición y guerras ¿Qué habría pasado? Entonces podemos ver el asunto desde otro ángulo y pensar ¿Cuántos genios potenciales han pasado sin pena ni gloria por nuestro planeta por no tener las condiciones necesarias para su desarrollo? La utopía en todo esto, es querer arreglar al mundo entero desde nuestra pequeña palestra; pero algo que sí es completamente posible para cada uno de nosotros es permitirnos y permitir a las personas a nuestro alrededor, desarrollarse como libres pensadores; es irónico, pero una de las grandes preocupaciones de los estudiosos de la sociedad, es que el mundo se convierta por decirlo así, en un planeta de “Zombis” adictos a la tecnología e incapaces de crear nada; ni en el ámbito científico ni relacional.

El arte, la lectura, los experimentos, la oratoria, los juegos, incluso la cocina, es lo que estimula nuestro proceso creativo como especie; es básicamente (junto con nuestra parte espiritual) lo que nos diferencia de los animales. Hoy vivimos en un mundo en el que todo viene empaquetado y “listo para consumir”. Me pregunto cuántos niños todavía tienen la dicha que tuve yo de recostarme por las tardes con mis hermanos en una cama grande y dar rienda suelta a la imaginación mientras mi mamá nos contaba un cuento (a menudo inventado) uno tenía que imaginarse a los personajes, su vestimenta y características en general, éramos una generación de cerebros sanos y fuertes.

Volvamos a darle la importancia que merece a nuestra capacidad de crear y de creer… recuerden: si lo podemos imaginar, lo podemos lograr, y como dijo Jesús, si lo podemos creer “al que cree todo le es posible”.

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