Aquellos diciembres…que nunca volverán

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5 de diciembre de 2020
/
12:27 am
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Aquellos diciembres…que nunca volverán

Tradición. Piernas de cerdo, pavos y pavipollos horneados. (Servicio que ofrece la empresa Banquetes para el 24 y 31 de diciembre)

Como dice la vieja canción. Un ayer. Puertas abiertas toda la noche recibiendo la alegría de vecinos. Calles de barrios y colonias que cerraban para carnavales y darle la bienvenida a Navidad y nuevo año.

Más atrás así eran. Fiestas populares en el Hockey Club, Zombie, Centro Social Universitario, Club de Leones. En el Duncan Mayan y Country Club para los más “encopetados “, entre otros sitios. Se extendían hasta altas horas de la madrugada.

¡Hola! amables lectores donde se encuentren. Año para el olvido el que se nos va. Ahora más que nunca nuestra gente recuerda tiempos idos para esta temporada.

Aunque el espíritu comercial navideño ya se deja sentir en el ambiente, muchos pasaremos con sentimientos encontrados. Por un lado, tratando de abonar al alma contrita, la satisfacción que aún tenemos familia y amigos -aunque limitados- con quien compartir. Y otros que lo han perdido todo.

En el recién pasado diciembre, quien para imaginar que se venía un año desastroso. Y dimos el “feliz Navidad y Año Nuevo” con la costumbre ya matriculada.

Pero…

Ventas. Provenientes del interior, mujeres campesinas venían a vender musgo y otros implementos para el arbolito. Aquí, en el desaparecido mercado Los Dolores.

RETROCEDAMOS UN TANTITO

Un ayer. El calendario marca que ya será 24. Tempranito, casi todos los niños de los barrios han sido bañados. Sus padres los hacen lucir sus mejores galas para recibir el nacimiento del Niño Dios.

En las casas hay música. La “chiribisca” (rama seca que nos mandaban a cortar al Picacho) ya está vestida con los foquitos multicolores. El pesebre esperando. El ambiente con olor a aserrín y pino esparcido, besa el suelo de tierra de las viviendas.

Doña Juana, igual que sus amigas, tienen el fogón a “todo meter”, cocinando la pierna de cerdo, nacatamales, torrejas….

Por su parte doña Andrea entra y saluda a su vecina. Viene a invitar a los muchachos para que no “dejen de visitar su hogar que habrá pachanga hasta el amanecer”. Todo es alegría.

No llegará doña zozobra. Las puertas están abiertas para todos. Calles de barrios y colonias que cerraban para carnavales en Navidad y nuevo año.

Los tiempos cambian. La nostalgia es la que abraza. Hoy, no esperan a San Nicolás. Ya no creen. Algunas maestras y amiguitos les han dicho que no existe, privándolos de la fantasía y la alegría de aquella niñez del pasado.

No entró porque no hay chimenea. No les dejó los juguetes solicitados porque “se han portado bien”. Sus corazoncitos ya no palpitan bajo el encanto mágico de la inocencia.

Lo nuestro. Aunque muchos ricachones traen los adornos navideños de “afuera”, son más los catrachos que prefieren las artesanías de la temporada hechas por manos hondureñas.

ASÍ ERAN

Más atrás, las fiestas populares en el Hockey Club, Zombie, Centro Social Universitario, Club de Leones. En el Duncan Mayan y Country club para los más “encopetados “, entre otros sitios. Se extendían hasta altas horas de la madrugada.

Se bailaba al son de los muchos grupos musicales que existían en Honduras. Sin ningún temor del regreso a sus hogares.

Las costumbres y tradiciones navideñas son la mejor manera de recordar nuestra historia y cultura. La de nuestros antepasados. Experiencias que van de generación en generación.

Todos debemos comprender el verdadero significado de cada una de ellas. De esta forma poder transmitirlas a nuestros descendientes. Y que no mueran.

Para muchos esta temporada no es más que una fecha especial para divertirse, comprar o vender mercaderías y regalos. No debemos olvidar que todas ellas poseen un significado religioso y espiritual. Es la fecha en que se realizó el milagro del nacimiento del Hijo de Dios, hecho hombre.

Entre las que se realizan durante las fiestas de Navidad y Año Nuevo en Honduras están: El árbol de Navidad/ elaboración del nacimiento/ posadas/ pastorelas / villancicos/ desaparición y búsqueda del Niño Dios/ celebraciones religiosas en iglesias.

También fiestas y reuniones familiares o comunales / compra de “los estrenos” / comidas y bebidas / elaboración del monigote del Año Viejo/llegada de los Tres Reyes Magos el 6 de enero.

Aquí quedaba el Zombie Club. Se dice que en los sesentas se armaban las fiestas decembrinas a puro rock and roll. Hoy edificio Midence Soto.

EN OTROS LADOS

Ya sabemos que es lo que comemos aquí en estas fiestas pascuales. Cerdo al horno, pavo o pavipollo relleno, gallina, tamales, torrejas o torrijas, rosquillas y ayote en miel.

Una fiesta familiar es la que se vive en México. Son muy populares las “posadas” donde las piñatas y artesanías alegran las reuniones que se dan en torno a las mesas. Comilonas. Enchiladas, tamales, bacalao, carne y pavo asado. Para brindar, es tradicional el ponche de frutas.

Y por hoy hasta aquí. Hemos dejado otra HUELLA imborrable en el pedregoso camino de un ya largo trajinar.

Hockey Club. En décadas pasadas en esta zona operó un sitio para bailar llamado Jockey Club. Hoy conocido como callejón Uhler.

QUE DIOS NOS CUIDE A TODOS.

Comentarios y más a: [email protected] Lean estos reportajes en mi muro en FB. (Carlos Arturo Matute)

MEJORES TIEMPOS VENDRÁN…

A todos, directa o indirectamente nos ha afectado lo sucedido este año para el olvido. Menos a algunos políticos corruptos (no todos por suerte, porque hay honrosas excepciones) que se han aprovechado de la desgracia de una pandemia y de dos huracanes para hundirnos más en el fango.

Manos sucias se habrían apropiado indebidamente de lo que significaría asistencia en nuevos hospitales, medicinas, comida y alivio para los más necesitados. Burócratas que en sus lujosas oficinas reciben sin tardanza jugosos sueldos sin esforzarse siquiera. Y mucho menos pensar donar una parte a sus hermanos en desgracia.

Total, hoy vivimos encontrados sentimientos navideños. Aún así, como el viento libre de cadenas, aflora el sentimiento de paz y concordia entre familia y amigos para discretamente darle la bienvenida al nacimiento del Niño Dios.

Y ahí está. En el rincón de un hogar, el arbolito con sus lucecitas de esperanza. Y el pesebre esperando colocarlo tiernamente en la víspera. Como otro comienzo. Un renacer de esperanzas y fe que nuevos horizontes vendrán para los buenos. Que somos más.

Muchos se las ingeniarán para comer su piernita de cerdo, tamalito, torrejas. Otros esperan que se las brindemos para paliar sus sentimientos y abonar a que se alegre su marchitado espíritu. La Navidad es paz, unión y solidaridad. Que mejor para la reflexión espiritual.

Qué pena. Muchos seudo líderes han pasado por alto todo ello. Han quedado al desnudo en estos tiempos en que más se les necesitaba para ayudar a los que siempre han mentido. Castíguenlos. No boten su voto en próximas contiendas electorales.

A pesar de todo, queremos elevar una oración al Altísimo y decirles que no dejemos que desfallezca nuestra fe. Que Dios nos ayude a salir adelante. Que Él no castiga a sus mejores guerreros. Los prueba.

Y para el que trabaja honestamente y se esfuerza, mejores tiempos vendrán…

Antiguo Duncan Mayan. Preferido en un ayer para estas fiestas con música en vivo.
Tronazón. Al igual que todos los años, la prohibición de quema de pólvora queda en papel mojado. El estruendo de cohetes y morteros se deja oír en toda la capital el 24 y 31.
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