El mal manejo de los riesgos ambientales

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16 de diciembre de 2020
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01:26 am
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El mal manejo de los riesgos ambientales

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Óscar Lanza Rosales
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El mal manejo de los riesgos ambientales. En la primera parte de este artículo dije, que después de los destrozos de los huracanes Eta e Iota, han desfilado por los medios, los principales actores vinculados a la protección del ambiente hondureño, dando soluciones teóricas a esa problemática, después de haberse mantenido silenciados desde el Mitch en 1998. Mencioné a los empresarios del norte, denunciando a los políticos que no han hecho nada desde el gobierno de Maduro; a los ingenieros forestales, que siguen con la tarea pendiente de organizar la explotación racional del bosque; la ironía del postgrado en gestión de riesgos de la UNAH, desvinculado de la vulnerabilidad ambiental real que vive el país, por enfocarse demasiado en la teoría y olvidándose de la investigación y de su proyección a la sociedad que los financia.

Cité a Copeco, que según los expertos, sigue operando en forma deficiente desde el Mitch, por su politización y la carencia de recursos calificados, para hacerle frente a estas grandes emergencias.
Frente a Frente tuvo otro programa interesante con los profesionales ambientalistas: Jorge Salaverry, Héctor Portillo, Juan Pablo Hernández, David Mejía y Eduardo Ordóñez.

Recordaron los problemas de mal manejo de las cuencas, el azolvamiento de los ríos, el abandono de las casas de madera con polines, la falta de protección de las áreas protegidas, el avance de la frontera agrícola, la apertura de carreteras sin estudios, la agricultura de laderas, la elevación de la cota a 1,800 metros para la siembra del café y las aguas mieles que genera su procesamiento. Además que el núcleo de la Biosfera del Río Plátano ha sido invadido por cazadores, ganaderos y agricultores (políticos, diputados, exmilitares). Solo se conserva un pedacito de la biosfera. De las 5 comunidades Kawaca que había, ya solo hay una.
Un comentario al margen: En el pasado le delegaron a las FF AA cuidar esa reserva y lo que hicieron fue convertirla en haciendas de los coroneles.

Conclusiones y recomendaciones: con los huracanes hay que rehabilitar suelos y las zonas de amortiguamiento deben cumplir con las regulaciones; que las represas pequeñas son preferibles a las grandes. Que las campañas forestales han sido un fracaso y que no tiene sentido reforestar si se están deforestando los bosques primarios y de hacerlo, hay que hacer una reforestación inteligente. Que a los ganaderos hay que sacarlos de las áreas frágiles. Y que lo mejor es el manejo de cuencas.

Que ya no sigamos con más estadísticas y estudios, sino que hay que actuar con lo que ya se tiene.
Creo que también los colegios profesionales en general, tal como lo manda la Ley de Colegiación Obligatoria, deben ayudar al país en la solución de sus problemas, sumándose a este esfuerzo en reducir al mínimo el impacto de estos fenómenos naturales, principalmente los ingenieros civiles y arquitectos, cuyas obras son las que resultan con mayores daños, no se sabe si es por falta de mantenimiento o deficiencias en la construcción. Asunto en que ellos deberían ayudar a escudriñar, para conocer la verdad, del porqué se caen tantos puentes, se dañan tantos tramos de carretera y salen afectadas tantas residenciales.

Los hondureños ya no podemos seguir de limosneros con la cooperación internacional cada vez que suceden estos desastres naturales, si todos nos proponemos -principalmente el gobierno- de tomar las grandes decisiones en la prevención y reducir al mínimo su impacto.

Debemos aceptar de una vez por todas, que reducir la vulnerabilidad ambiental, es el primer factor que debemos considerar -de ahora en adelante- en nuestro proceso de desarrollo. ¿Cómo es posible perder tantas vidas humanas e incurrir en tantos daños materiales en miles de millones de dólares, con el Fifí en 1974, el Mitch en 1998 y ahora con el Eta e Iota? Grandes fortunas cada 23 años.

A los hondureños no nos gusta leer, y mucho menos cuando se trata de temas ambientales, pero que eso no sirva de excusa a los medios que les baja el rating, y a periodistas y escritores, que no los leen, para insistir e insistir, para que cambiemos de conducta y hacer lo que tenemos que hacer como país, para que ya no nos agarren de sorpresa estos huracanes de nuevo.

Ojalá que esta sea la última vez para que aprendamos la lección, y no nos cansemos de alzar la voz sin timoratas por la atención a esta vulnerabilidad ambiental, como lo hicieron Carlos Luna, Jeannette Kawas y Berta Cáceres, entre otros, que fueron asesinados por sus frecuentes denuncias del atropello a la naturaleza.

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