Lino y “Linito”: Padre e hijo revelan sus secretos musicales

ZV
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19 de diciembre de 2020
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01:30 am
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Lino y “Linito”: Padre e hijo revelan sus secretos musicales

“Linito” con su padre.

José Lino Alberto, que junto a sus hermanos convirtió a “Los Hitsong” y después con sus hijos a “Zona Kaliente” en bandas nacionales de referencia, rememora sus casi 50 años de carrera. Todo comenzó jugando a ser músico y la influencia de su padre, un músico nato de la zona sur que tocaba violín y guitarra. Con su inseparable trompeta como recuerdo, el artista se ha retirado a sus negocios personales pero su legado continúa a través de sus hijos, herederos naturales de la vena musical de “Los Hermanos Alberto”, como se iniciaron en los años 70.

¿Cómo le nace la música?
Es algo que uno lo trae en la sangre, desde niño andaba con un instrumento que le llamaban la caña.

¿Cómo era ese instrumento?
Lo hacíamos con latas de jugo y le introducíamos un alambre de amarre para que se mantuviera sonoro, ahora le dicen la güira. Con mis hermanos, armamos todo el conjunto con latas de jugos.

¿Tenían un nombre?
Nos llamábamos Los Hermanos Alberto porque era un grupo familiar, compuesto por mis hermanos, tíos y primos. Mi papá lo fundó cuando llegamos a Los Llanitos, Marcovia, desplazados de la guerra de 1969 del Llano de Jesús, Goascorán.

¿Su papá era músico?
Mi papá tocaba guitarra y violín; mis hermanos: René, violín; Andrés, contrabajo; Pedro, guitarra; Julio, la conga y yo, la caña.

¿Cobraban?
Claro, 50 lempiras el contrato. Nos hicimos bien famosos por toda Honduras.

¿Se llenaban esas galeras?
Eran llenazos, cuando llegaban Los Hermanos Alberto era una sensación, con el tiempo pasamos de ser un grupo de cuerda a electrónico, entonces, cambiamos el nombre a Los Supersónicos y después a Los Hitsong.

¿Por qué se separó de Los Hitsong?
Con mis hijos tomamos la decisión de formar Zona Kaliente, con mejores talentos musicales para otro gusto, cien por ciento con la tecnología, luces con consola, sonidos digitales y pantallas led.

¿Sigue al frente de Zona Kaliente?
Estoy retirado, lo manejan mis hijos, tengo un negocio que se llama Zona Musical donde vendo instrumentos musicales.

¿Qué recuerdos guarda de la música?
La música ha sido mi vida, me da tristeza cuando veo ir a mis hijos a tocar, pero ya terminó mi ciclo.

¿Alguna anécdota?
Son tantas. Anduve por todo Honduras, Centroamérica, Estados Unidos, era un mercado bueno, pero se vino abajo porque, me parece, los grupos jugaron con las visas, se quedaban muchos músicos allá.

¿Le dolió dejar a Los Hitsong?
Ahí pasé parte de mi vida, pero son cosas de la vida, nadie es eterno en una institución y más que mis hijos querían escalar. Cuando me dijeron si me iba con ellos, les dije me quedo, pero al ver que se iban, me fui con ellos.

¿Quedó en buenos términos con sus hermanos?
Claro que no les gustó, porque yo era el que manejaba todo, los contratos, trataba con los músicos, mantenía en orden la administración.

¿Cómo se la ha ingeniado en esta pandemia?
Aquí nos hemos dado cuenta que la vida no es de “coyol quebrado, coyol comido”, que uno debe guardar para mañana, como tengo el otro negocio, soy como el mono, agarrado de dos ramas.

¿Y a sus colegas qué tal les va?
Terrible porque esto nadie lo esperaba, es un momento difícil para todos.

¿Qué espera para el 2021 en el plano musical?
Mientras no salga la vacuna, vamos estar mal, la economía está a medio vapor y este rubro de los dueños de las discos, bares, músicos está súper dañado.

¿Conoció a su esposa por medio de la música?
Fíjese que la conocí cuando estudiábamos en el colegio, yo soy perito mercantil.

¿Pero tenía fija la entrada con Los Hitsong?
(Se ríe a carcajadas) mire, qué cosas, casi no le gustaba salir a las fiestas.

¿Se echa sus cervecitas?
De vez en cuando es bueno sin caer en la borrachera porque al cuerpo no solo hay que darle trabajo.

¿Muchas novias en sus tiempos de músico?
Muchas en mi juventud, era famoso por el grupo, pero al final escogí a la mejor como esposa.

Lino Jr.: “Una balacera terminó la fiesta en la segunda canción”

Lino Alberto Jr. forma parte de la tercera generación de músicos de la familia. Con 36 años, 31 de los cuales los ha pasado en los escenarios, el artista confiesa cuánto extraña al público. “Me he sentido como una mascota encerrada”, dice al tiempo que subraya la situación económica que enfrenta uno de los sectores más afectados por la pandemia. Sus inicios fueron al lado de su padre y sus tíos en Los Hitsong, la popular banda del Choluteca.

¿Su primera canción en el escenario?
En 1989, cantando canciones de Pablo Ruiz, Jordi y como mi voz es alta, también cantaba las de Laura Pausini y Selena.

Además de vocalista, ¿también toca instrumentos?
Le hago de todo, piano, bajo, batería y ahora el audio y la producción, sonido en vivo y montaje.

¿Cómo ha logrado posicionar a “Zona Kaliente”?
Ha sido un reto desde el 2006, nadie nos conocía, veníamos de Los Hitsong, una marca de respeto, pero la gente nos ha aceptado nacional e internacionalmente.

¿Cómo han sobrevivido la pandemia?
Catastrófico, pero, a la vez, ha sido un momento para la ingeniería musical, como yo le llamo, estábamos tan confortables, ninguno tenía otro ingreso que no fuera la música, pero, ahora, casi todos hemos emprendido otro negocio.

¿En su caso?
Hemos estado grabando a iglesias, produciéndole a particulares, emprendimientos de ventas en línea, aprendiendo a vivir con lo poco porque lo importante es tener salud.

¿Y los otros músicos?
Muchos cantantes tienen un negocio, su restaurante, otros andan cantando serenatas y en cumpleaños de manera personalizada.

¿Han recibido apoyo del gobierno?
Hasta ahora, nada del gobierno a pesar que somos el medio de las alegrías, se han olvidado de nosotros. Todavía estamos esperando que nos llamen.

¿Es difícil ser artista en Honduras?
Bastante porque luchamos contra un extranjerismo grande, necesitamos consumir lo nuestro. Los extranjeros solo cantan 45 minutos y nosotros hasta las 2:00 de la mañana. En otros casos, ni siquiera saben quién es Polache, Guillermo Anderson o Pilo Tejeda.

¿Cómo ha sido el confinamiento sin cantar?
Me he sentido como esas mascotas encerradas, recientemente estuvimos en una boda con 60 personas, fue lindo vernos en el escenario de nuevo que hasta se nos salieron las lágrimas.

¿Le funcionó la voz?
No es lo mismo cantar en casa de mentiras y desde marzo sin cantar, las cuerdas vocales necesitan calentarse.

¿Se transforma en el escenario?
Totalmente, la música ha sido toda mi vida.

¿Qué se siente cantar sin público?
Es totalmente deprimente, la conexión con el público es pura adrenalina.

¿Le han sacado un susto en esos pueblos?
Ya tiempos que no, la última fue en 1998 en El Cubulero, cuando cantábamos esas rancheras sacaron esos pistolones y comenzó una balacera.

¿Les desbarataron una fiesta?
Hemos pasado de todo, una vez, en Olancho, solo cantamos dos canciones porque se armó una balacera adentro y la Policía suspendió la fiesta.

¿Por qué fue la balacera?
Porque un muchacho descubrió a la novia bailando con otro.

¿Algún incidente con las fans?
Me han besado en el escenario, piropos, me dejan el teléfono, pero siempre en el ámbito del respeto y amistad.

Muchos músicos son bolos, ¿afecta el espectáculo?
Ese es un reto para los músicos, por mi parte, en mi banda, no digo que sean santos, pero somos sanos y muy profesionales, el que falle se va de la banda, es la regla de mi papá.

¿Ganan bien?
Depende de lo que necesita el cliente, tipo de conciertos, pantallas led, luces, todo eso suma, pero en promedio un montaje grande anda en valores menos de 100 mil lempiras.

¿Cuántas noches de desvelo?
En días normales, dos eventos por semana, pero en diciembre, hasta 20 presentaciones.

¿Tienen sus propios temas?
Claro, los últimos lanzamientos son “Honduras querida”, “Yo quiero más” y “Ya te olvidé” con varios músicos amigos, todas en You Tube.

¿Por qué no andan bailarinas?
Queremos que la gente disfrute la música, las bailarinas distraen, a veces, en una boda, se distrae el novio y se enoja la novia. Tampoco estoy en contra de ellas, al contrario, son tremendas profesionales, aunque el público a veces no las respeta como se lo merecen.

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