Sin ton ni son

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31 de diciembre de 2020
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12:04 am
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Sin ton ni son

Que Dios nos agarre confesados

Por: Rodolfo Guillermo Pagán Rodezno*
*Abogado y Notario
Máster en Derecho Empresarial

A pocos días de terminar un año tan complicado para el país como lo ha sido el 2020, por razones de sobra conocidas, como la pandemia ocasionada por la COVID-19 y los devastadores efectos de los huracanes Eta e Iota, situaciones que han ocasionado una gran cantidad de muertos y afectados por una u otra razón, así como un terrible impacto en la economía, sin dejar de mencionar que dejaron en evidencia nuevamente las enormes falencias en el sistema de salud, en la gestión de desastres naturales, y en la gestión de cualquier tipo de crisis o emergencia, debido a la improvisación, falta de decisiones oportunas y el nombramiento de personas sin las competencias requeridas, entre otras razones.

Tampoco se pueden obviar los reiterados casos de corrupción ocurridos especialmente durante la pandemia, como la compra de los tristemente célebres hospitales móviles, los que a más de 9 meses desde su adquisición, todavía no entran en funcionamiento; la adquisición de ventiladores mecánicos de los cuales aún no se reciben 138 según el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA), o la compra de insumos médicos a precios sobrevalorados, y cuyos presuntos responsables deambulan tranquilamente, son flamantes aspirantes a ser reelegidos como diputados o son premiados con nombramientos como embajadores para representar al país en el extranjero; sin perjuicio de que los tribunales aprovechan la ocasión para liberar de responsabilidad y dejar en libertad a los implicados en los distintos casos de corrupción, por lo que también es necesario revisar la labor de los fiscales en la sustanciación y manejo de los juicios.

Aunque dicen que las comparaciones son odiosas, es inevitable hacer referencia a lo ocurrido en países vecinos, como en El Salvador, cuyo presidente Nayib Bukele, a pesar del malestar de algunos pocos hondureños afines al partido de gobierno y de los cuestionamientos que se le realizan en su propio país, se ha ganado la simpatía y el agradecimiento de la inmensa mayoría del pueblo hondureño, debido a la asistencia humanitaria enviada durante la emergencia en Honduras y por las 252 casas entregadas a sus compatriotas afectados, según reportan los medios, aplicando su famosa frase de que “el dinero alcanza cuando nadie se lo roba”, mientras en el país no se pasa del “no están solos” pero que en la realidad no es más que una ilusión, a la vista de los reclamos realizados por muchas de las personas afectadas en el Valle de Sula y de otras regiones igualmente afectadas, en el sentido de que poco o nada han recibido como ayuda a pesar de que Honduras se sigue endeudado a niveles nunca antes vistos en la historia, bajo el pretexto de la emergencia.

Debido a todo lo anterior, evidentemente que en los años venideros deberán de redoblarse esfuerzos para reconstruir el país, para lo que se requiere la participación de todos los sectores, aunque lastimosamente el gobierno, que debería ser el encargado de liderar el proceso, día a día pierde credibilidad y legitimidad, por las decisiones tomadas “sin ton ni son”, ya que pareciera que su único plan es causar conmiseración y extender la mano internacionalmente; o pedir el sacrificio de todos, pero al final de cuentas es el que menos se sacrifica, así como por la falta de transparencia en el manejo de los recursos, de ahí que las elecciones del próximo año adquieren una mayor relevancia para el futuro del país, aunque según lo visto hasta ahora, hay muy poco de dónde escoger.

Que Dios nos ampare.

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Twitter: @rpaganr

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