LA FOTO DE PORTADA: UN POEMA

ZV
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2 de enero de 2021
/
12:30 am
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LA FOTO DE PORTADA: UN POEMA

EL CONTAGIO Y LAS ALARMAS

HUBO discrepancia sobre cuál foto utilizar en la portada de fin de año de LA TRIBUNA. Para ilustrar la noticia del personaje del año. “Podría ser un montaje de varias fotografías” –fue una sugerencia– como acostumbra la redacción ofrecer al lector un pintoresco mirador calidoscópico. Pero no era asunto de hacer lo rutinario. Una sola foto debía recoger el temperamento del pedregoso año recorrido y simbolizarlo todo. Aun cuando los “héroes y heroínas” en la emergencia, sean hondureños y hondureñas, de una pluralidad de competencias, oficios y profesiones, que desempeñan diversas faenas. Mandamos al periódico una imagen tomada de algún portal internacional, para dar un idea de lo que buscábamos. Pasadas las horas de la tarde no encontraban nada. Enviaron opciones archivadas. Una de ellas, captó la atención. Con muchos rasgos similares a la idea que nos habíamos formado. Mientras más detallábamos en ella, mayor nuestra inclinación de utilizarla.

Solo que el jefe de redacción la descartaba arguyendo que “esa foto no da para llenar toda la plana, y solo cabe con una franja pequeña de ventanas abajo”. (O sea, el criterio de privilegiar el diseño y no el contenido). Pedimos opinión sobre esa –que a primera impresión saltaba a la vista– y otra que remitieron: Un grupo de practicantes de pie, con su equipo de protección individual (EPI), dos de frente y una de espalda –tapadas de pies a cabeza por la indumentaria protectora de astronautas– unidas en un fraternal abrazo. “La primera dice mucho, –escribe la gerente de Publicidad– pero la segunda, la del conjunto, dice más”. “Me gusta esa donde salen tres –explica– porque se mira que trabajan en grupo, denota unión, y en una guerra se lucha en grupo”. Buen argumento, pero una imagen nada distinta de muchas otras que el periódico ha usado en sus distintas notas informativas. Pedimos un diagrama de portada con la primera fotografía. La foto es un poema. No ocupa palabra alguna que agregue a lo que ya refleja la postura del cuerpo y el semblante de su rostro. Lo simboliza todo. Y no solo eso, representa a todos. A los personajes del año a que alude el titular; ello es a “los ‘héroes y heroínas’, trabajadores esenciales en las emergencias”. En la gráfica –en la perspectiva del fondo– se distingue apenas el vidrio y la llanta de repuesto empotrada en la parte trasera de un vehículo. La muchacha –o señora retratada– se ha quitado las gafas protectoras que sostiene en la mano enguantada, de su brazo derecho sobre el que descansa la frente.

Con los ojos cerrados; el pelo recogido tapado con el gorro verde; la nariz, la boca y el mentón cubiertos por la mascarilla blanca; el estetoscopio médico colgado alrededor del cuello; apoyada sobre el neumático. En inclinación reverente, como quien en silencio eleva una oración al cielo. El gesto de mayúscula tristeza; la pose escorada, corta de la genuflexión; el abatido semblante, bien podrían ser expresión de penitencia, de preocupación, de pesar, de fatiga, de frustración o de impotencia. Pero a la vez personifica –como reseña el “Tribunito dice: colocado al extremo derecho del enmarcado”– el valor en sus muchas acepciones. Tanto de valía como de coraje. De quienes fallecieron entregando todo. Espíritu, alma y corazón. Y lo más preciado: sus propias vidas salvando otras. Rescatando a decenas de ser víctimas terminales de esos números terribles de fatalidades. Los rostros conocidos y el de los más, de los desconocidos. Los grandes nombres y apellidos anónimos. Serviciales en la ayuda. Velando el dolor de los quebrantos. Asistiendo el apremio de las dolencias. Como par de compañía de íngrimos pesares u hombro de consuelo de penas insufribles. Socorriendo compatriotas expuestos al peligro. Auxiliando las necesidades perentorias. Atendiendo enfermos. Extendiendo la mano solidaria a los damnificados. Sin reparar en lo extenuante de agotadoras horas de trabajo. Han volcado espíritu y dedicación al cuidado de sus semejantes. Esa imagen de la portada de LA TRIBUNA de fin de año –parodiando en viejo adagio popular– vale más que cualquier puñado de palabras.

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