Por: Nery Alexis Gaitán
Las grandes pruebas que enfrentamos en la vida requieren grandes soluciones. Ya lo dice el dicho “a grandes males, grandes remedios”. Esa es la actitud de valentía que debemos tener todos los hondureños en este año que recién empieza.
Ya sabemos que de nada sirve “llorar sobre la leche derramada”, porque es infructuoso, lo derramado y perdido no se recupera. Así, los hondureños debemos aprender a no estar lamentándonos por todo; seguir adelante con gallardía debe ser la consigna constante en nuestro diario vivir.
Es cierto que los dos huracanes nos dejaron muy golpeados, pero no vencidos. Y que estamos enfrentando una pandemia que nos sigue agobiando; pero saldremos de ella con un mayor fervor por la vida.
A pesar de todos los males que hemos padecido, anteponemos la certidumbre de la esperanza porque es el camino para seguir construyendo la estabilidad familiar y por ende el rostro de la patria; ese país que todos soñamos ver desarrollado en donde toda su población tenga acceso a una mejor calidad de vida.
No somos ilusos, pero tampoco pesimistas; ver el vaso medio lleno es la actitud que nos impulsa a querer construir un mejor mañana para todos. Hacia adelante debemos dirigir nuestra mirada y el corazón debe estar presto para edificar desde hoy, la mejor versión de nosotros mismos para acceder a una vida de mayor calidad emocional y espiritual; todo lo demás vendrá por añadidura.
Sí, ya sabemos que hemos sufrido y que la tristeza continúa, pero eso no debe inmovilizarnos para hacer lo debido por nuestras familias y nuestra patria. El porvenir es nuestro, tenemos vida; y todo es posible si luchamos con fervor y nuestros esfuerzos son nobles. El bienestar común debe ser la prioridad; nuestros familiares nos lo agradecerán.
Pero reconstruir el país es una tarea nada fácil. Es trabajo de todos y cada uno debe hacer su parte. Para empezar, los gobernantes deben seguir implementando el proyecto de reconstrucción nacional; esa debe ser su prioridad. Sus augurios de que la economía crecerá un seis por ciento, no es imposible, pero requiere un arduo trabajo.
En este año de elecciones es urgente que todos los políticos demuestren su amor por Honduras y su gente. Ya estamos cansados de campañas políticas basadas en el descrédito y el odio hacia sus contrincantes. Urge una campaña basada en la fraternidad y hermandad nacional; los políticos, en vez de dividir a la sociedad, deben unir a la familia hondureña.
Asimismo, deben abogar por la paz y la democracia. Ya que es el camino del desarrollo; políticos que no estén interesados a ayudar a los hondureños y aportar para la reconstrucción del país deben ser ignorados en las urnas; es lo que merecen.
No es momento de que sigan causando daño a los pobres y, sobre todo, dilapidando los bienes nacionales como si fueran una hacienda de su propiedad. La corrupción debe eliminarse de una forma radical.
Los hondureños debemos exigirles mucho más a los políticos, ya que ellos trazan el rumbo del país en términos económicos, de salud, educación, etc. Es bueno recordarles que son servidores del pueblo y que han llegado a servir a la sociedad y no servirse solo a sí mismos y acumular fortunas con el dinero de todos.
Los hondureños siempre hemos sabido salir avante de las peores adversidades y esta vez, Dios mediante, no será la excepción. Lo que debemos hacer es no perder la esperanza, ser optimistas ante las circunstancias y dedicarnos a trabajar esforzadamente para sacar adelante a nuestras familias y al país.
Recalco, todos debemos poner nuestro grano de arena en la reconstrucción nacional. De todos depende que nuestras familias y el país prosperen.
¡Los hondureños merecemos una mejor calidad de vida!
