Tremendo dolor e impotencia se vivieron este miércoles en el último adiós que le dieron varios compañeros de labores al motorista de “rapiditos” ultimado por “gatilleros”, cuando era trasladado desde la capital hasta el departamento de La Paz, en una numerosa caravana de autobuses y otros vehículos.
Miguel Adolfo Lara Ramos (33), conocido con el cariñoso apodo de “Pequeño Lulú”, fue ejecutado el martes anterior por unos jóvenes sicarios en un tramo del anillo periférico, al noroeste de Comayagüela.
Lara Ramos en vida siempre manifestó el deseo de ser sepultado al lado de su padre, en el cementerio de La Paz, por lo que sus dolientes y amigos hoy le cumplieron esa petición funeraria.
Alrededor de las 7:00 de la mañana, el ataúd con el cuerpo del conductor fue trasladado hasta el plantel de autobuses ubicado en la zona de El Carrizal de Comayagüela, lugar donde era esperado por decenas de conductores, cobradores y despachadores de unidades de transporte.
Por media hora, el cadáver de Lara Ramos fue velado en la terminal de autobuses capitalina, donde llegaba a diario para recoger pasajeros desde hace unos diez años.
“Él no era malo, Dios sabe que no era malo y era un buen compañero de hogar, buen hijo, buen hermano”, reiteraba sumamente desconsolada la mujer del extinto Lara Ramos, al momento que sostenía una pequeña hija de ambos, frente al féretro del conductor asesinado por miembros de la pandilla 18.
“MUY TRISTES”
Por su parte, otro motorista del transporte público indicó que “nos sentimos muy tristes porque era un hombre muy humilde y trabajador, ayer fue la mala suerte que le tocó a él”.
“Sentimos miedo, porque no sabemos por qué le quitaron la vida, porque tampoco podemos decir que son maras, nosotros no sabemos nada”, repetía otro “busero”, que trabajó en la misma ruta, donde perdió la vida violentamente el famoso “Pequeño Lulú”.
“Hoy nos hacemos presentes para darle el último adiós, al gran amigo, compañero y hasta familia de trabajo, ya que era un hombre luchador como nosotros que a diario luchaba por el pan de cada día”, insistía el empleado del rubro transporte, con lágrimas en su rostro.
Posteriormente, el féretro fue subido a un automóvil y lo transportaron en caravana hacia un
camposanto de la ciudad de La Paz, La Paz, donde descansará el desafortunado “busero”, junto a la tumba de su padre. (JGZ)
