ASALTO AL CAPITOLIO

ZV
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7 de enero de 2021
/
12:53 am
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ASALTO AL CAPITOLIO

CAPITALINOS Y EL AEROPUERTOLO DOMÉSTICO Y LA SOLIDARIDAD

LOS políticos tercermundistas no tienen ya nada de que apenarse. La cereza sobre el pastel, después de semanas enteras de instigación a no aceptar el resultado electoral, fue el espectáculo violento escenificado en el Capitolio. Después de una encendida arenga presidencial, ofreciendo los mismos alegatos pormenorizados del supuesto fraude electoral, la turba envalentonada agarró rumbo a las instalaciones legislativas, para tomárselas por asalto. La policía impotente no pudo retener la embestida. Los indignados manifestantes rompieron varios cordones de seguridad, hasta que escalando paredes y rompiendo ventanales consiguieron ingresar al hemiciclo legislativo. Varios se introdujeron en las oficinas de los representantes y se retrataron sentados en sillas detrás de los escritorios. Un protestante incluso, levantando el puño, se tomó una selfie sentado en la butaca del presidente del Senado.

La alcaldesa de Washington, ante el desorden desatado por la turbamulta, declaró el toque de queda. Todo el caos –que puso en riesgo incluso la seguridad personal de senadores y congresistas congregados en el salón– obligó a suspender la sesión. Varios de los diputados denunciaron un “intento de golpe de Estado”. “Una turba irrumpió en el Capitolio de Estados Unidos para revertir una elección –subió en su Twitter uno de ellos– ‘un golpe en marcha’”. “Esto es anarquía –escribió otro– es un intento de golpe”. El representante Marc Pocan fue más allá: “El presidente está incitando el terrorismo doméstico”. Dentro de los primeros incidentes de lesiones reportados, una mujer herida de bala, que paramédicos condujeron en una camilla a recibir asistencia hospitalaria. Horas antes, el senador republicano y excandidato presidencial por ese partido, Mitt Romney, viajando en avión rumbo a Washington, fue objeto de acoso por un puñado de enfurecidos pasajeros quienes, profiriendo varias groserías, no paraban de gritarle: “traidor… traidor”. Son tales los niveles de inflamación emocional provocados por la retórica presidencial en sus seguidores que muchos de ellos explotan en una actitud agresiva contra quienes consideran enemigos políticos. Incluso a los mismos miembros de su propio partido, con vitriólicas amenazas de acabar su carrera política si no muestran ciega fidelidad. Sobre la certificación de las dos cámaras de los resultados del Colegio Electoral, el hijo del mandatario colgó el siguiente mensaje en su cuenta digital: “Trabajaré personalmente en derrotar a todo senador o congresista que no se pare contra “el fraude”, van a ser disputados en su próxima elección y van a perder”.

Incierto, después de los brotes insurreccionales ocurridos, qué incidentes más graves podrían suceder. Incitados por el delirio de desmontar la democracia y el Estado de Derecho. En una carta pública diez exsecretarios de Defensa estadounidenses –que sirvieron presidentes de ambos partidos políticos– han pedido al Departamento de Defensa y las Fuerzas Armadas “abstenerse de cualquier acción política”. El presidente Biden exigió al inquilino de la Casa Blanca “cumplir con su juramento, defender la Constitución y comparecer en televisión nacional exigiendo el fin del asedio”. “Detenga –le dice a Trump– el asalto de sus seguidores al Congreso”. “Nuestra democracia está bajo ataque sin precedentes”. “Nos está viendo todo el mundo. Nos está viendo el resto del país. Estoy en shock, nuestro país ha sido un faro de democracia y la democracia es algo muy delicado que hay que proteger”. Las acciones de estos extremistas –dijo– no simboliza quienes somos en los Estados Unidos.

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