PAHO, salud, OEA y democracia

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9 de enero de 2021
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12:06 am
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PAHO, salud, OEA y democracia

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Por: Leonidas Rosa Bautista

Los acontecimientos en la gran nación del norte, en cuanto a su sucesión presidencial, en camino a resolverse por la estatura moral, patriotismo y visión de sus más connotados líderes del histórico bipartidismo de esa nación, para bien del futuro de las Américas, lo que me hace reflexionar en tiempos de pandemia sobre vivencias en mi paso por la OEA, que involucran la salud y la democracia.

La Organización Panamericana de la Salud es una institución respetada y respetable de nuestro sistema interamericano, encargada de promover la salud de los habitantes de las Américas, una gestión que ejecuta con alto grado de eficiencia y transparencia, al grado que la OMS recoge sus experiencias como modelo de gestión y le asigna los recursos para su gestión, agrego que PAHO incluye en su estructura directiva la totalidad de las naciones de las Américas, incluyendo Cuba, que participa activamente.

En ese escenario se informa, por ejemplo, que nuestra América ha superado en salud las enfermedades conocidas como infectocontagiosas: sarampión, tosferina, viruela, poliomielitis, sífilis, lepra, cólera, tuberculosis, etc. Logró, mediante un gran esfuerzo de vacunación y educación sanitaria, que ha permitido que estas enfermedades que antes azotaban inmisericordemente nuestras poblaciones ya no representan un riesgo mayor, aunque queda mucho por hacer en saneamiento ambiental y educación sanitaria en general, y sin involucrarme o referirme a la pandemia actual, que será para otra ocasión.

Actualmente las enfermedades que diezman y afectan a millones de ciudadanos en nuestra América, y que deben atender los sistemas de salud de las Américas, son las (insisto, este escrito no excluye la pandemia COVID-19, que como enfermedad altamente transmisible tiene al planeta de rodillas, sino sobre las enfermedades no transmisibles) o sea enfermedades no contagiosas como diabetes, cáncer, hipertensión, infartos y otras variedades que la biotecnología y la ciencia en general les siguen buscando cura sin descanso, pero que actualmente son incurables en la mayoría de los casos, sin embargo quienes padecen esas enfermedades pueden llevar una vida de calidad; es más, tener una larga vida si toman medidas preventivas tan sencillas como ejercicio, dieta y medicación adecuada, evitar el sobrepeso, ingesta de alimentos no recomendados y así cuidándose preventivamente con disciplina espartana, llevar una vida con calidad, no tienen cura pero se sobrevive felizmente. De allí que la medicina preventiva alcanza un nivel de imperiosa necesidad, y de nuevo requiere educar a la población.

En ese mismo templo de salud se hizo referencia a otro tipo de enfermedades, las sociales por ejemplo, la violencia doméstica que demanda una estructura de jueces, fiscales, investigadores, que consumen presupuestos que podrían ser ahorros si los ciudadanos no usaran la violencia, y cómo evitarla mediante la prevención, con educación, sencillamente esa escuela de violencia en el hogar es la escuela de violencia en la sociedad que solo se corrige con educación, igual con prevención, seguros que un accidente de tránsito no es un accidente, hay un descuido o una acción humana de por medio, con prevención nos ahorramos el trauma social y el de la violencia, y a ese estadio de prevención llegamos por la educación.

Lo anterior me permite concluir con las enfermedades de la democracia o mejor dicho el Estado de Derecho, y más directo el Estado Constitucional de Derecho, evitando que la patología de la democracia se concrete en golpes de Estado, dictaduras o corrupción. Antes bien, previniendo las patologías como lo ha pretendido la Carta Democrática de la OEA, una gran idealista idea que descansa en el reino de las ilusiones, porque preferimos actuar como jueces ante los hechos consumados y malos jueces, como se ha evidenciado en casos concretos en nuestra América, en lugar de actuar como consejeros, amigables componedores y diplomacia correctiva al presentarse los síntomas de la patología social, mediante sistemas de alerta temprana y de nuevo la prevención entra en el caso, por la educación cívica con ciudadanos conscientes de sus derechos, pero fundamentalmente de sus obligaciones correlativas, como es respetar el derecho de los demás.

He sido copatrocinador de la idea de fundar una Oficina Panamericana para la Educación (OPE), con las mismas características de eficiencia y control, que la OPS, que ayude por la educación a construir una América, no solo pobladores sino ciudadanos respetuosos de la ley, el Estado Constitucional de Derecho, los derechos humanos, el medio ambiente, comprometidos con el bien común y la ciencia. Es momento de avanzar, ¡manos a la obra!

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