BIOSEGURIDAD Y ESTRÉS

ZV
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10 de enero de 2021
/
12:40 am
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BIOSEGURIDAD Y ESTRÉS

RESULTA comprensible que los expertos, vía televisión, recomienden casi todos los días las precauciones que las personas de diversas edades deben adoptar para evitar contagiarse del nuevo virus mundial que sigue circulando por doquier. Y sobre todo para que los asintomáticos protejan a los niños y a sus familiares de edad avanzada, en caso que posean un mínimo de conciencia y de sentido común. Basta con salir a la calle y observar con detenimiento para enterarse que muchas personas caminan sin mascarillas y que se pegan demasiado, unas de otras, cuando hacen filas, como a medio metro de distancia. En algunos casos, rozan los pechos con espaldas.

Por regla general los más cuidadosos en practicar las medidas de bioseguridad han sido los integrantes de la clase media en la capital. Pero según algunas informaciones correspondientes a los meses de octubre y diciembre del año recién pasado, los lugares en donde se registraron más contagios son los siguientes: Hato de Enmedio, Colonia Kennedy, Nueva Suyapa, Cerro Grande (Zonas Uno, Dos y Cuatro), Centro América Oeste y Aldea Mateo. Exceptuando Nueva Suyapa, las demás concentraciones demográficas corresponden a personas de clase media-media, con aceptable escolaridad y acceso a la información.

Las respuestas a las incógnitas que se podrían desprender de lo anterior, es que con tantas medidas de bioseguridad la gente cae con facilidad en estado de estrés o angustia. Para sólo traer algunos ejemplos se recomienda que las personas se laven las manos con suficiente jabón, cada vez que entran en contacto con otros individuos, sean conocidos o desconocidos. O cuando tocan documentos o dinero. Encima de eso deben secarse las manos con toallas sanitarias; o en caso contrario lavar la toalla normal cada vez que se utiliza. Y nadie tiene tantas toallas en su casa. Mucho menos en la calle.

A la par de los detalles antes mencionados, se suma el problema del uso de las mascarillas que, aunque sean de buena calidad como las “KN95”, no son nada baratas y tienden a provocar sensación de asfixia en muchísimas personas, con el agravante de las alergias que causan en el rostro como si tuvieran alcohol u otros bactericidas. Las personas de clase media que se ven en la circunstancia de estar encerradas durante muchas horas en sus oficinas con tales mascarillas, se marean, pierden el sentido de orientación y hasta entran en pánico. Y como si esto fuera poco, hace varios meses se remarcó que tales mascarillas se podían utilizar durante semanas enteras. Las más recientes informaciones instruyen que no se deben usar más de doce horas seguidas. Que hay que descartarlas. A tal grado que se requiere de un salario especial para la compra de mascarillas, toallas, jabones y otros insumos.

Pero las causas principales de los contagios más o menos recientes de estos segmentos de clase media-media, y de clase media-baja, son dos: Que muchos de estos pobladores son “micronegociantes” que deben salir a las calles para ganarse el sustento semanal y así poder alimentar a sus familias y pagar la renta. La segunda causa, la más perniciosa por cierto, es que un considerable porcentaje de los habitantes de las colonias mencionadas, son simpatizantes de una facción de la “izquierda” que sigue negando la existencia del “coronavirus”, y como creen todo lo que dicen sus dirigentes, violentan casi todas las medidas de bioseguridad, sin importarles las vidas de sus parientes. Aunque a veces lo hacen por el simple deseo de llevar la contraria, sin sentido alguno.

Desde luego que existe el estrés en todas las personas que por una u otra razón salen a realizar trámites, y compras indispensables. Los mismos médicos y enfermeras se ven sometidos a enormes presiones que conllevan a pequeños descuidos en centros hospitalarios en donde abundan las cargas virales. Es un fenómeno con el cual tenemos que aprender a lidiar hasta que desparezca la peste de la faz de la Tierra.

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