«Desde los siente años he trabajado en el crematorio municipal, recolectando plástico y cartón, fue decisión mía y de mis hermanos hacerlo para ayudar a nuestros padres, así pude criar a mis hijos también y sin pena y con mucho esfuerzo me logré integrar a las labores en el carro recolector, estoy solo colaborando y aprovecho para sacar lo plástico, latas, cartón o papel para vender”, contó.
“Tuve la oportunidad de tener un contrato, pero solo firmé un mes y como no me dijeron que era todos los meses que tenía que firmar pues lo perdí, pero sigo luchando y sí agradecería que me ayudaran con un contrato formal para darle el sostén a mi familia, tengo tres hijos, de 20, de 16 y una niña de nueve años que también viene aquí al crematorio a recolectar plástico y latas», detalló.
«Estudié hasta cuarto grado en la Escuela María Teresa Mata de la Concepción, pero en casa era más urgente el ingreso económico y junto a mis padres trabajamos siempre, mi padre era carpintero y hacía sillas o bancos, cuando había poco trabajo pues tenía unos burros para halar leña del cerro; este trabajo es cansado, pero la necesidad de trabajar y de llevar alimento a la casa nos sostiene», afirmó.
Sebastiana pide una oportunidad de empleo en el área de recolección de desechos de la alcaldía municipal y mientras es parte de esos números de extrema pobreza, sin oportunidades, pero con motivación y una sonrisa sincera que genera solidaridad en su faena en el carro recolector de la basura. (CR)
