Parado sobre el lodillo en medio de la calle principal de la colonia La Frontera, en San Pedro Sula, Etson Ruiz, observa la devastación tras el paso de las tormentas Eta e Iota.
Con mucha nostalgia, aseguró, que no existen las palabras para describir lo que se siente tras haber perdido todo el esfuerzo de varios años de trabajo, porque cada cosa que tenía en su casa la compró con mucho sacrificio y verlo convertido en escombros es muy decepcionante.
Camas, muebles, roperos, sillas y electrodomésticos dispersos por todos lados es el panorama que se visualiza en cada una de las calles de esta colonia.
De unas 500 familias aproximadamente siete llegan una vez a la semana con mucha dificultad por el difícil acceso para ingresar a sus viviendas que continúan llenas de lodillo y escombros, las calles en iguales condiciones, situación que lamentan y a la vez claman por ayuda.
Desde el mes de noviembre, esta colonia no cuenta con energía eléctrica ni agua potable porque los daños son de gran magnitud, los pobladores continúan a la espera del apoyo para retornar a sus viviendas.
El joven Ruiz continuó relatando y dijo que desde la primera tormenta no había regresado y al llegar aún no podía creer el desastre y que no estará listo para habitar en poco tiempo porque se requiere de maquinaria para remover todo.
“Fue muy rápida la inundación, pero el desastre que quedó ya lleva más de dos meses y por lo que veo no se ha hecho nada. Es una situación muy complicada que hasta deja traumas en la vida de los que hemos experimentado esa catástrofe que hasta este día nos ha dejado clamando por ayuda para regresar a nuestros hogares”.
Ruiz dijo que tuvo la oportunidad de salirse un día antes de que se inundara su casa, pero solo se llevó su vehículo y un poco de ropa, el siguiente día vio que estaba muy soleado y decidió regresar, pero no se imaginó que a las pocas horas de haber ingresado comenzó a llover y de pronto tenía el agua hasta el pecho.
EN MEDIO DEL LODO
Mientras tanto, Lourdes Meléndez se enfrenta con la necesidad de no tener ropa, su alternativa es buscar en medio del lodo algunas prendas que considera que le pueden servir después de lavarlas.
“Somos ocho personas en mi casa y ni si quiera la ropa pudimos sacar, estamos rentando un pequeño cuarto y es muy incómodo dormir en un colchón con un montón de gente, no tenemos nada, así que vine a sacar ropa de la que quedó prácticamente convertida en lodo, pero la necesidad me obliga a hacerlo y tal vez lavándola nos sirve”.
Meléndez también aseguró que si no llega maquinaria a la zona será muy difícil volver a habitar el lugar porque con esfuerzo propio no han podido realizar limpieza en las calles, asimismo dijo que la falta de agua y energía les imposibilita tratar de sacar algunas de las cosas que aún están adentro de la casa.
“Da mucho dolor porque hace tres años que me vine a vivir aquí compré camas, muebles, refrigeradora, televisores y estaba alegre con mis cositas porque fue producto de mi trabajo y ahora ya no puedo ni trabajar porque cuido a mi esposo que le dio derrame”.
Óscar Martínez, otro de los vecinos de la colonia dijo que tiene cinco años de vivir ahí y que cuando compraron la vivienda les dijeron que no era zona inundable por lo que estaban confiados en que el agua no llegaría ni les ocasionaría daños.
Asimismo, dijo que estaba sorprendido porque el agua llegó de forma repentina por lo que no tuvieron la oportunidad de sacar las cosas, pero considera que lograron salvar sus vidas que es lo más importante.
Por otra parte, Kenddy Castellanos, comentó que La Frontera es una de las zonas más vulnerables porque solamente con el agua lluvia de la primera tormenta se inundó por completo, luego con el rompimiento del bordo que tienen cerca se volvió catastrófico. (JC)
