“Incerteza” del quehacer mundial

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14 de enero de 2021
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12:03 am
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“Incerteza” del quehacer mundial

Por: Segisfredo Infante

Jenófanes ha sido uno de los filósofos preplatónicos más desconocidos y tergiversados por varios autores de los siglos diecinueve y veinte. Especialmente por aquellos que han elaborado manuales y pasquines de “materialismo vulgar”, en donde se destacan solamente aquellas frases que convienen a la ideología. De su pensamiento se ha repetido aquello de que “si los bueyes, los caballos y los leones tuviesen manos y con ellas pudiesen dibujar y realizar obras como los hombres, los caballos dibujarían figuras de dioses semejantes a los caballos, y los bueyes a los bueyes, y formarían sus cuerpos a imitación del propio”. En realidad se trataba, más bien, de una crítica frontal al politeísmo antropomórfico y zoomórfico de aquella época, que él había observado en su propio país y en los múltiples viajes imaginados por el “Creciente Fértil”. De hecho Jenófanes es quizás el primer filósofo griego que plantea que el “Ser”, o el Universo, es “Uno”, y al mismo tiempo “Dios”, como una reafirmación abstracta del antiguo monoteísmo oriental, y una anticipación del panteísmo que veremos reaparecer en Baruch Spinoza.

Una de las cosas más atractivas del pensamiento fragmentado de Jenófanes, es que aparentemente introdujo una especie de principio filosófico bautizado como “Incerteza” humana, como problema ligado a los límites del conocimiento y a las prácticas políticas de los habitantes de la “polis” griega. Al parecer Jenófanes dudaba de la percepción de los sentidos físicos y de la razón misma. (Es también un precursor del escepticismo). Pero nunca dudaba de la unicidad del Universo, ni tampoco dudaba que Dios es divino, racional e inmutable. Parménides habría de convertirse en uno de sus posibles seguidores metafísicos más refinados. Y Platón y Aristóteles adoptarían algo de Jenófanes relacionado con la idea o noción de un Dios universal. También es quizás el primer filósofo que choca con la antigua concepción de los ciclos repetitivos de la naturaleza y de la “Historia”. Un postulado que varios siglos más tarde habrá de retomar, por la vía neoplatónica, el teólogo y filósofo cristiano Agustín de Hipona, cuando trasciende el mito de los ciclos inexorables y propone una historia hacia adelante, a la espera del segundo advenimiento de Jesús de Nazaret.

Pero lo más interesante, desde mi orillero punto de vista, es la noción anticipatoria de “Incerteza” del conocimiento humano, que unos veinticinco siglos después habrá de redescubrir el físico alemán Werner Heisenberg, mediante el famoso “Principio de Incertidumbre”, igualmente conocido bajo la etiqueta de principio de borrosidad o de indeterminación. No son cosas iguales. Pero son análogas en cuanto que tal principio relacionado con el comportamiento de las partículas elementales, trasciende de la esfera de la física cuántica, forzando las cosas, hacia el macromundo de la realidad política, económica y social. Así que hay un “ligamen” (una de las palabras favoritas de Ortega y Gasset) aunque sea indirecto, entre el filósofo Jenófanes, de la antigüedad, y el físico contemporáneo Werner Heisenberg, analogía que algunos deterministas rechazarán. (Este principio de “Incerteza” se lo atribuye Alcmeón al descreído panteísta Jenófanes, habida cuenta que de los preplatónicos apenas nos han llegado unos fragmentos; exceptuándose la mitad de la obra completa de Parménides).

“Incerteza”, o “Incertidumbre”, es lo que percibimos hoy en día en casi todos los rincones del globo terráqueo, tanto en la climatología, en la salud como en la historia política y económica de los últimos treinta años. Pues mientras redacto el presente artículo han ocurrido unos sucesos en Washington que estremecen el andamiaje político no sólo de los Estados Unidos sino del mundo democrático entero. El miércoles seis de enero del presente 2021, nuevos vándalos se tomaron las instalaciones del Capitolio con el fin de intimidar (y de ser posible aterrorizar) a los integrantes del Senado y de la Cámara de Representantes. Seguí los acontecimientos, vía televisión internacional, hasta la media noche de este miércoles histórico. Me llamó la atención que varios senadores recurrieron a las citas históricas para defender la “Constitución”. Uno de ellos se refirió a la antigua República de Roma. Los demás senadores citaron los nombres de algunos personajes históricos de Estados Unidos. Y subrayaron algunos incidentes. El más desafortunado fue un senador “equis” que quiso comparar la situación actual de la Metrópoli del Norte con una “república bananera”, perdiendo de vista que nosotros los centroamericanos nunca inventamos ninguna república de ese tipo. Fueron las compañías fruteras estadounidenses las que vinieron a Honduras en 1899 a iniciar el enclave y la política del banano, por lo menos hasta mediados de la década del setenta del siglo veinte. Esto significa que tal senador (o cualquier otra persona que lo repita) desconoce la historia de Honduras de los últimos cincuenta años aproximados, en que la nuestra se convirtió en una república cafetalera y maquilera. Como somos amigos genuinos de Estados Unidos (aunque ellos lo ignoren), sentimos una gran pesadumbre por los penúltimos acontecimientos.

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