REMACHAR EL CLAVO

ZV
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14 de enero de 2021
/
12:45 am
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REMACHAR EL CLAVO

CAPITALINOS Y EL AEROPUERTOLO DOMÉSTICO Y LA SOLIDARIDAD

TRISTE observar el video subido a la página digital de LA TRIBUNA. Muestra tres personas auxiliando una señora, a la que cargan con todo y silla de ruedas, ya al borde del colapso. La bajan del vehículo en que se condujo hasta el centro de triaje. Cuando ya la gravedad de su padecimiento requería ingresarla a un hospital. Posiblemente a las abarrotadas salas de cuidados intensivos, no a esos centros de atención temprana donde el paciente debe ir cuando siente los primeros síntomas a que le realicen las pruebas clínicas que detectan el contagio. ¿Qué hacer para crear mayor conciencia en la población sobre la práctica que debe observar en el cuidado propio, de su familia y personas cercanas? Si muchos, incluso, andan en la calle exponiéndose y contagiando, con la jeta pelada. Es una actitud indolente. Reacios a cumplir las recomendaciones de bioseguridad. Las más divulgadas: el uso de mascarilla, el lavado de las manos y demás hábitos de buena higiene y el distanciamiento social.

Desgraciadamente todo ello no es otra cosa que una deplorable extensión de las mismas actitudes irreverentes de siempre. De contrariar disposiciones de las autoridades, irrespetar la ley y de convivir a la diabla en anárquico desorden. Más que invertir en paliativos materiales lo que hay que cambiar es conductas equivocadas y actitudes nocivas. Solo a punta de martillar hasta remachar el clavo. Para ello es necesario patrocinar campañas masivas de comunicación que eduquen. Que hagan mella en los tercos comportamientos colectivos. Si no se tiene la disciplina que experimentan otras naciones a las que les ha ido mejor lidiando con la peste, hay que recalcar en forma reiterada hasta influir al interior de la sociedad. Para que se reviertan esos procederes enrevesados. Cualquiera podría suponer que la diferencia es entre naciones desarrolladas y subdesarrolladas. Pero no es así. Muestra evidente es que los Estados Unidos sea el país que más contagios y más muertes reporta como consecuencia de la pandemia. ¿Y a qué obedece esa desgracia en el país más poderoso del mundo, que cuenta con laboratorios científicos, universidades de prestigio, medicina estelar y la tecnología más avanzada del mundo? Obvio. La narrativa promulgada desde la casa de gobierno –desafiando recomendaciones de expertos y de sus propios asesores sanitarios– desalentando a usar mascarillas –ya que hacerlo no era cosa de “machos”– y que las medidas de confinamiento eran pura necedad. Las redes sociales han sido instrumentales no solo en propagar falsa información –total desorientación promoviendo curas inservibles y una pilastra de datos para confundir ingenuos e ignorantes– sino en impulsar esa equivocada conducta.

Aquí, desde un inicio, sugerimos tomar la pauta de lo que Taiwán hizo bien. Ello es: la detección temprana “Invirtiendo en pruebas masivas y rastreo de contactos rápido y efectivo”. Otras provisiones de los taiwaneses: “Las autoridades activaron el Centro de Comando Central de Epidemias de la isla, que se estableció a raíz del SARS, para coordinar entre los diferentes ministerios”. “Aumentaron la producción de mascarillas y equipos de protección para asegurarse de que hubiera un suministro constante de EPP”. En lo que concierne al ámbito nacional, también sugerimos –en vez de recurrir a los turcos– habilitaran las instalaciones del Centro Cívico, dotándolas del equipo necesario para convertirlas en centro hospitalario. Lo sumamente indispensable para tratar médicamente los efectos de la pandemia. ¿Qué hacer ahora? Lo que antes dijimos. Usar racionalmente los escasos recursos disponibles en la efectiva atención al público. Pero sin descuidar el estado de ánimo. Hacer conciencia en la población, para que se proteja. A no ser negligente. Ello solo se logra a través de la comunicación masiva en los medios convencionales –ya que las redes sociales sirven para difundir desde información equivocada hasta basura lesiva– cubriendo distintos aspectos. Cuando toque el período de la vacunación, el proceso y los operativos requerirán de mucha orientación. Como aquí los empresarios que ponen recursos para estos menesteres son los mismos pocos de siempre –ya que en su inmensa mayoría, atentando contra su interés propio de mantener la economía activa, se hacen los papos– hay que encontrar fuente alternativa de patrocinio. Tampoco se puede contar con las transnacionales que vienen a explotar el mercado nacional porque lastimosamente, muchas de estas compañías operan con mentalidad de enclaves. Cero solidaridad. Debe recurrirse a los bancos internacionales gestionando que aporten parte de estos recursos. Hasta hoy las multilaterales no han respondido ni con la prontitud ni con la suficiencia debida a la crisis. Así que todavía tienen chance de reivindicarse.

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