RUTA DE CONTENCIÓN

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18 de enero de 2021
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12:16 am
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RUTA DE CONTENCIÓN

SE fijan que les decíamos. De nada sirvieron los disuasivos plasmados en un comunicado emitido durante el cónclave que en días recientes sostuvieron autoridades migratorias del Triángulo Norte. Ninguna de las advertencias incluidas en el boletín –sobre los “niños escudo” o los detestables “coyotes”– sirvió para atajar a los marchantes que se organizaron para salir en caravana en pos del incierto destino. Pese a la explicación brindada por altos oficiales norteamericanos que “el esfuerzo es en vano; pierden el tiempo y el dinero, arriesgándose innecesariamente a los peligros del viaje, ya que no habrá cambio de política con la nueva administración”. El número de la decena de miles integrantes de la caravana divulgados por los cables internacionales procedentes de Guatemala, discrepa del recuento de la autoridad hondureña de los compatriotas que cruzaron la frontera. O allá en Guatemala se sumaron salvadoreños y gente procedente de otros países, o el gobierno guatemalteco –que antes atendía a sus hermanos centroamericanos con actos solidarios y brazos abiertos, pero hoy los recibe con gases lacrimógenos– infla datos, quizás, en aras de justificarse con los norteamericanos que realizan un extraordinario esfuerzo deteniendo las migraciones.

Cualquiera que sea el número de los que se fueron, y de los mil que aseguran ya despacharon, esas solo son las cifras del momento. Es otro el problema que no va a desaparecer con barnices noticiosos o escandalosos. Los flujos migratorios obedecen al instinto de supervivencia de gente que sale de sus países por distintos motivos. Por el golpe de los siniestros naturales en sus comunidades vulnerables, por temores a la inseguridad, por que no encuentran trabajos para el sustento personal y familiar, o por mejores oportunidades que creen poder encontrar en las sociedades de mayor abundancia. (Por supuesto que también hay otro matiz feo del problema. Los traficantes del dolor ajeno –los llamados coyotes– que explotan la calamidad humana, la ignorancia de personas desesperadas, alentando estas caravanas. Y esa no es la única amenaza de abuso a su necesidad o de la miserable explotación que sufren los peregrinos en su azaroso periplo. Muchos son presas de las redes criminales). Sin embargo, no se puede tapar el sol con un dedo. Improbable que vaya a detenerse la inercia migratoria con muros materiales. Colocando retenes en el camino o alambre de púas. Ni las murallas de concreto y hierro fortificadas con tendidos eléctricos. Ni los muros virtuales que el gobierno mexicano –después de la amenaza arancelaria de Trump– coloca, desplegado cientos de miles de sus guardias nacionales a detener, sin respeto alguno a los derechos humanos, peregrinos que atraviesan por su territorio.

Para devolverlos deportados o a los que cruzan la frontera norte solicitando asilo, a esperar –como “tercer país seguro”– en hacinados refugios de mala muerte, que los jueces norteamericanos resuelvan sus peticiones. Solo respondiendo a las fragilidades internas en los lugares de origen, dando respuesta al profundo problema en su raíz, es que habrá ruta de contención. No tapándole el ojo al macho, tampoco, como hizo AMLO repartiendo limosna al Triángulo Norte –aflojando $15 millones, para un proyecto de siembra de palos, al que le clavaron un nombre poético, dizque “sembrando vidas”– cuando lo ofrecido al inicio de su administración fue un supuesto “plan integral de desarrollo en integración” con sus vecinos del sur. A no dudarlo la nueva administración demócrata –según se desprende de las propuestas de campaña de Biden– tendrá un enfoque distinto al tema inmigratorio. Tanto de reforma a la ley de inmigración que permita un camino a la ciudadanía para cientos de miles indocumentados que dan valiosa aportación al sistema, de respeto a los “soñadores” –antes protegidos por regulación especial otorgada en pasadas administraciones demócratas– pero fundamentalmente de cooperación a sus aliados de la región centroamericana. Para contribuir al desarrollo de sus economías. De manera que provean el trabajo digno y las oportunidades de vida necesarias a sus connacionales. Como decíamos ayer, no son pocos los compatriotas que han quedado en la calle consecuencia de los golpes de la pandemia y de los siniestros naturales. Dar trabajo y generar fuentes de empleo es el mejor disuasivo.

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