No se lee padre…

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19 de enero de 2021
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No se lee padre…

Adiós 2020

Armando Cerrato
Licenciado en Periodismo

Aunque se escriban miles de letras a favor del personal médico y de enfermería del Instituto Hondureño de Seguridad Social y posiblemente de otros centros de salud, las autoridades del Ministerio de Salud y de la institución encargada de la salud de los obreros, el resultado es como echar sal en el mar.
Hace dos semanas escribí sobre las enfermeras y médicos del IHSS y posiblemente de los centros de salud del país, que se les ha suspendido inexplicablemente dos tiempos de comida (almuerzo y cena), y el transporte a sus respectivos lugares de domicilio y viceversa, por lo que este personal no brinda con eficacia y calidez los servicios a los derechohabientes, en el caso del Seguro Social y pacientes, en el caso de los centros de salud pública.
“Tengo hambre”, me dijo una enfermera en el IHSS, y no traje nada de mi casa porque no me han pagado aun, y me muero por una taza de café con pan; le pregunté por qué, y me dijo que les habían suspendido el almuerzo y la cena, además del transporte colectivo en el que se movilizaban antes del 31 de diciembre del 2020, y que inexplicablemente se les suspendieron estos beneficios.

Por ello es común que el personal que presta esta actividad, por la cual le pagan raquíticos sueldos mensuales, traten con cierta pedantería y hasta indiferencia al derechohabiente y pacientes que acuden a las diversas clínicas generales y de especialidades, en demanda de un servicio y no de un favor, como mucho de este personal cree y hasta ve a los pacientes con enojo y soberbia, como si el mismo fuese el culpable de los beneficios perdidos, y que los sindicatos respectivos habían conseguido en sus negociaciones colectivas y que no negociarán a tiempo, sabiendo que el derecho que no se pelea se pierde.

Médicos y enfermeras trasladan a veces a sus pacientes su disgusto, y algunas de ellas se niegan a terminar su trabajo, aduciendo que el mismo solo es en partes, y no van más allá de lo señalado en su contrato de trabajo, aunque sepan atender a los pacientes, que al no poder valerse por sí mismos necesitan del auxilio de personal que está especializado, se supone que por vocación de servicio, en ayudar al prójimo, aunque sea a cambio de un salario.

Tal es el caso de algunas licenciadas en Enfermería, que en el IHSS en la sección de hemodiálisis alegan que su trabajo solo es conectar al paciente y desconectarlo y no le quitan de sus fistulas y del cuello los catéteres en los cuales se conectan agujas para limpiar la sangre a través de un riñón artificial, proceso que dura 4 horas, y al final deben desconectarse las mangueras de los catéteres que previamente han sido introducidos en las venas mediante una canalización un tanto dolorosa.

Las licenciadas y las auxiliares en enfermería no terminan su trabajo, sellando las venas abiertas por los canalizadores, si el paciente no sostiene algodones haciendo digito presión sobre los agujeros, o si no tiene un familiar que lo haga, bajo el alegato que el trabajo de ellas solo consiste en conectar y desconectar, y a veces la mayoría de los pacientes son invidentes o terminan temblorosos después del proceso y no pueden sostenerse por sí mismos, y entonces las licenciadas y auxiliares de enfermería desconectan las mangueras de los catéteres pero le dicen al paciente que si no puede sostenerse solo, tiene que esperar a que llegue un familiar y hasta que el mismo llegue a la sala le van a quitar los canalizadores, y a veces por diversas cuestiones, especialmente de tránsito, los familiares llegan tarde y el paciente queda sentado con los canalizadores puestos, bajo el alegato de que hay muy poco personal disponible para sellarlo, cuando eso tarda de unos 5 a 7 minutos, aparte de que los parientes vienen de la calle y entran a un área que se supone está bien descontaminada, a tocar venas abiertas, corriendo el riesgo de contaminarse de cualquier bacteria o virus, pues la sala de hemodiálisis debe permanecer extremadamente descontaminada, máxime en este tiempo de pandemia.

La indolencia de las autoridades, especialmente del IHSS, que recoge millones de lempiras al año, al negar un plato de comida y transporte a sus empleados y muchos medicamentos a los derechohabientes es una muestra de inhumanidad y poco interés en la mejora de los servicios de la institución, desprecio absoluto a la calidad y profesionalismo de quienes son responsables de conservar la vida de decenas de miles de personas que a diario acuden en busca de salud a muchas áreas críticas, que por ningún motivo, trátese del problema que se trate, no son abandonados por el personal asignado a ellos, mientras otro personal con menos responsabilidad se paraliza o hace manifestaciones de protesta en la pelea por derechos adquiridos y que injustificadamente les son violentados sin ninguna explicación.

En otras áreas de la salud en este tiempo de pandemia, se retrasa el sueldo a personal de primera línea (médicos y enfermeras), contratados bajo el denominado Código Verde y al que el gobierno endulza el oído llamándoles “héroes de primera línea”, pero a quienes mantiene con los bolsillos vacíos y casi sin equipo biomédico de protección en salas atestadas de infectados por el mortal virus SARS-2, que produce la letal enfermedad de la COVID-19.

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