Su majestad…la excelencia

OM
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23 de enero de 2021
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12:27 am
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Su majestad…la excelencia

Una de las palabras más comunes que solía expresar en clase, era la de Excelencia, de hecho, siempre se los reclamé a mis pupilos retándoles para que lo fueran en todos los quehaceres que emprendieran. Miguel Ángel Cornejo se refiere a ella como aquello que se excede. “Excelencia –dice-, viene de exceso… así, el que da mucho más de lo que recibe es un ser excelente; es sinónimo de magistral, extraordinario, fuera de serie, de alguien que rompe con lo común y corriente”. Véase, “Una nueva Generación de Triunfadores” (1996. Editorial Grijalbo, S.A. de C.V. Pág. 85. México D.F.).

 

Del libro-agenda, “El Camino a la Excelencia”, del citado Cornejo y Rosado (1999. Editorial Grad. México), me interesa destacar el señalamiento acerca de la importancia diaria para mejorar la actitud que debemos tener hacia el cambio, repitiendo día a día acciones que muevan nuestra voluntad hasta convertirlas en hábito; el hábito en costumbre y la costumbre es cultura, lo cual, habrá de llevarnos al hábito de la Excelencia, la cual recorre la siguiente ruta: 1) Autoestima: Conócete a ti mismo. 2) Aprendizaje: ¿Qué puedo llegar a ser? 3) Visión: ¿Cómo deseo verme en el futuro? 4) Compromiso: Mi decisión de lograrlo. 5) Trabajo: Poniéndome en acción para alcanzar lo que deseo.

 

6) Calidad: Reflejo de mi persona. 7) Nosotros: Trabajando en equipo se logra más. 8) Liderazgo: El cemento emocional del grupo es la confianza. 9) Servicio: Sirviendo con una sonrisa. 10) Creatividad: Siempre habrá una mejor forma de hacer las cosas. 11) Coraje: Desafía tus limitaciones. Y 12) Excelencia. En el libro, “El Ser Excelente” (1996. Editorial Grijalbo. México D.F.), Miguel Ángel Cornejo se refiere a la excelencia como una vocación universal. “Todos los seres humanos –dice-, tenemos un sublime compromiso con el creador: la realización plena de nuestro ser”. Para ello, a lo largo de XIII consideraciones (Págs. 13 y 14) define el Ser Excelente de la siguiente manera: I. Es hacer las cosas, no buscar razones para demostrar que no se pueden hacer. II. Es comprender que la vida no es algo que se nos da hecho, sino que tenemos que producir las oportunidades para alcanzar el éxito.

 

III. Es comprender que con una férrea disciplina es factible forjar un carácter de triunfador. IV. Es trazarse un plan y lograr los objetivos deseados a pesar de todas las circunstancias. V. Es saber decir “me equivoqué” y proponerse no cometer el mismo error. VI. Es levantarse cada vez que se fracasa con un espíritu de aprendizaje y superación. VII. Es reclamarnos a nosotros mismos el desarrollo pleno de nuestras potencialidades buscando incansablemente la realización. VIII. Es entender que a través del privilegio diario de nuestro trabajo podemos alcanzar la realización. IX. Es crear algo: un sistema, un puesto, una empresa, un hogar y una vida. X. Es ejercer nuestra libertad y ser responsable de cada una de nuestras acciones. XI. Es sentirse ofendido y lanzarse a la acción en contra de la pobreza, la calumnia y la injusticia. XII. Es levantar los ojos de la tierra, elevar el espíritu y soñar con lograr lo imposible.

Y XIII. Es trascender a nuestro tiempo legando a las futuras generaciones un mundo mejor. Desde luego, mi pasión por el mundo cinematográfico pronto me llevaba a asociar el término con el título de más de alguna película, verbigracia, “Su Excelencia”, una regia comedia mexicana de 1967 dirigida por Miguel M. Delgado y protagonizada por Mario Moreno “Cantinflas”, Tito Junco, Miguel Manzano, Víctor Alcocer, Maura Monti y Sonia Infante, entre muchos otros.

 

El filme (que previamente tiene otras 2 escenas antológicas: la del nombramiento y destitución de embajadores, y la de las condecoraciones), cierra con un memorable discurso del genial comediante mexicano (llamado aquí Lopitos), pronunciado en su calidad de Embajador de “los Cocos” (México), en una especie de Asamblea General de Naciones Unidas, donde critica los modelos económicos socialista y capitalista imperantes en los tiempos de la Guerra Fría, y a los comportamientos de las superpotencias Unión Soviética (llamada en el filme Pepeslavia o colorados) y Estados Unidos (Dolaronia o verdes), exhortándoles a conseguir la paz y la libertad.

 

Veamos algunos fragmentos de este elocuente discurso: “Señores Representantes: estamos pasando un momento crucial en que la humanidad se enfrenta a la misma humanidad. Estamos viviendo un momento histórico en que el hombre científica e intelectualmente es un gigante, pero moralmente es un pigmeo”. “Debemos pugnar para que el hombre piense en la paz, pero no solamente impulsado por su instinto de conservación, sino fundamentalmente por el deber que tiene de superarse y de hacer del mundo una morada de paz y de tranquilidad cada vez más digna de la especie humana y de sus altos destinos”.

 

“Pero esta aspiración no será posible si no hay abundancia para todos, bienestar común, felicidad colectiva y justicia social. Es verdad que está en manos de ustedes, de los países poderosos de la tierra, ¡Verdes y Colorados!, el ayudarnos a nosotros los débiles, pero no con dádivas ni con préstamos, ni con alianzas militares. Ayúdennos pagando un precio más justo, más equitativo por nuestras materias primas, ayúdennos compartiendo con nosotros sus notables adelantos en la ciencia, en la técnica… pero no para fabricar bombas, sino para acabar con el hambre y con la miseria”.

 

“Ayúdennos respetando nuestras costumbres, nuestra dignidad como seres humanos y nuestra personalidad como naciones por pequeños y débiles que seamos; practiquen la tolerancia y la verdadera fraternidad, que nosotros sabremos corresponderles, pero dejen ya de tratarnos como simples peones de ajedrez en el tablero de la política internacional. Reconózcannos como lo que somos, no solamente como clientes o como ratones de laboratorio, sino como seres humanos que sentimos, que sufrimos, que lloramos”. A otros cinco magistrales discursos cinematográficos me habré de referir en una próxima entrega, cumpliendo el papel de Excelentes piezas oratorias.

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