¿Y cuándo es el momento?

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13 de febrero de 2021
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12:03 am
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¿Y cuándo es el momento?

Por: Julio Raudales

El presidente Biden dio el primer aviso sobre un aparente cambio de rumbo, en lo que a expectativas para muchos se refiere, de su política de migración internacional. “No es el mejor momento para venir” expresó, y tal vez tenga razón, pero ¿cuándo es ese momento?, preguntarán quizás quienes día a día salen de nuestro país en busca de un sueño o escapando de una pesadilla.

Era de esperarse. Aunque el nuevo presidente norteamericano manaba un halo de magnanimidad con respecto al tema; y a que, de hecho, revirtió en los primeros días de su mandato, algunas órdenes ejecutivas de su atrabiliario antecesor, no se podía pensar que, de la noche a la mañana, las puertas de los Estados Unidos se abrirían de par en par para ofrecer trabajo a los atribulados hondureños, cubanos, haitianos, venezolanos y de otros países, que llegan por miles a aquel país.

El Observatorio de las Migraciones Internacionales en Honduras (OMIH), que desde hace algunos años investiga este fenómeno de forma rigurosa en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) de la UNAH, calcula que diariamente salen del país unas quinientas personas, por distintos puntos, oficiales o no, con miras a establecerse, ya sea de forma temporal o permanente en Estados Unidos.

Es una cantidad escandalosa, ya que implica que, en promedio, unas ciento ochenta mil personas dejan el país año con año –y esto sin contar las caravanas y los viajes de muchas y muchos hacia Europa–. Casualmente, esta es una cifra idéntica a la de jóvenes que anualmente entran al mercado laboral. O sea que, si nos atenemos a esta relación de forma temeraria, deberíamos deducir que, en Honduras, el mercado laboral se mantiene fijo de un año a otro.

Si los “hacedores de políticas” siquiera consideraran este supuesto, probablemente podrían acercarse a una solución que impida que tantas personas expongan su vida al emigrar. Porque, más allá de que la migración es un derecho, pienso que más derecho tienen los hondureños a vivir en un entorno que les provea las condiciones mínimas para vivir decorosamente.

Lo cierto es que el señor Biden tiene razón: no es el mejor momento para irse. Las cosas andan mal en aquel país y seguirán así por un buen rato más. Lo mismo les pasa a otros estados receptores de migrantes. En Chile, Piñera ordenó sacar a una gran cantidad de venezolanos y los europeos han acentuado sus medidas de control, ante el fuerte incremento en la afluencia de africanos y asiáticos del suroeste hacia sus fronteras.

La situación es compleja a nivel global. La gente huye de la miseria y la violencia, hacia lugares en donde, si bien las cosas no andan bien, probablemente sean mejores sitios para hacer futuro. Aunque no es el mejor momento para llegar a los Estados Unidos, Europa o Chile, tampoco es la ocasión adecuada para que estos países se muestren tan poco solidarios con esta gente miserable. Si bien es difícil abandonar la tierra donde se nace, más duro es no encontrar una actitud al menos empática en el lugar de destino. Quizás eso, más allá del trabajo y la seguridad, es lo que muchos y muchas buscan al irse.

En todo caso insisto: los flujos migratorios están regulados por la oferta y la demanda. Es decir: ¿por qué los haitianos se van a República Dominicana y no al revés? Pues porque el trabajo está en la parte este de la Isla de la Española. O ¿por qué los dominicanos se van a Puerto Rico y los boricuas no se desplazan a La Española? Si los hondureños no tuvieran la seguridad de que en Estados Unidos encontrarán una mejor vida, no se expondrían en un camino tan peligroso.

Lo que sí resulta vergonzoso, es que las autoridades de nuestro país continúen tan impávidas y con la mano tendida, esperando que sean Biden y Kamala quienes nos saquen del problema.

Debo continuar insistiendo en que la solución está dentro de los 112 mil 492 kilómetros de nuestro territorio y no en otro lado. ¿Cuándo llegará el momento en que entenderemos que solo con buenas políticas, que fortalezcan nuestras instituciones, dejaremos de ser los parias del mundo y podremos, como sociedad, dar una vida digna a todos y todas quienes nacen en este bello país?

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